Reciba de mi parte, un celestial saludo cargado con esa brisa que baja de la montaña de El Tamoco y baña a muchos de los pueblos del municipio Gómez de Margarita. Esa brisa Presidente, aún la conservo dentro de mis restos. Cómo debe saber presidente, ando por cerros y cumbres celestiales. A veces, bajo a las sabanas del cielo y en el último recorrido que di por esas llanuras, te cuento, que entre unos palmaritales como los del Arauca, me tropecé con Chávez.
Para serle preciso presidente, este encuentro casual, fue el 19 de marzo y me dijo que venía de las fiestas de Elorza. Lo noté medio ronco y me explicó que tuvo que cantar mucho en estas fiestas con Eneas Perdomo, Carrao, el Cubiro y muchos buenos cantadores. Como entenderá presidente, el cielo es también chiquito como el mundo.
Cuando distraída pasaba por unos palmaritales, como los que hay por las sabanas del Arauca, vi a Chávez descansando para retomar su camino. Lo sentí preocupado y un poco molesto. Si me llamó la atención camarada, que tenía en sus manos unos proyectos de Ley, pero me limite a saludarlo y él se tomó su tiempo. En ese mismo momento y sin pedirle autorización a San Pedro porque en el cielo, VTV si el canal del pueblo, se fue en una cadena de radio y televisión para analizar conmigo la batalla de matasiete y concluyó, que existe la necesidad de volver a Matasiete, como a Carabobo.
Pero no es para hablarle de esto que me propuse escribirle. Supe que en fecha reciente, se está promoviendo un traslado simbólico de mis restos al Panteón Nacional. Un honor que me hace la República y ya veo, desde aquí, la cohetería que se lanzará en Margarita cuando llegue ese momento, que a decir verdad Presidente, no me llenaría de mucho orgullo. Ese día será como una fiesta de la Virgen y Bejazmin, ese que tocaba en la fiesta de la Virgen y que Perrucho con su Collar de Perla, supo rescatar, sonará su acordeón. Claro presidente, tengo celestialmente hablando mi corazoncito y sería muy bueno que simbólicamente mis restos estén en ese espacio que la República de Venezuela tiene reservado para sus mejores hombres y mujeres. Este gesto presidente, me emociona y me produce celestialmente mariposas en mi panza.
Pero no dejando de ser un hermoso acto simbólico que aplaudo y agradezco humildemente, hay un tema o problema que me gustaría que resolviera no como la espasmódica política de recuperación que llevan, sino COMO UNA POLÍTICA DE ESTADO para que el pueblo de Venezuela pueda servirse y disfrutar de los espacios donde nacieron, vivieron y reposaron los que lucharon por la independencia del país.
Presidente, ¿sabes cómo está mi casita donde nace, viví y pernoctaron Bolívar y Páez? Presidente, esa casita donde nací y también nacieron mis hermanos General Policarpo de Mata y el Coronel Andrés de Mata, está desguañanga. Como debe saber, La Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación en 1997 la declaró Monumento Histórico Nacional. Ahí se ubicó la Biblioteca Pública Justa Mata Gamboa, pero sin mantenimiento regular y oportuno, la casita se fue deteriorando y puede suceder presidente, que se haga un depósito simbólico de mis restos en el Panteón Nacional y mi casita, que es un Monumento Histórico Nacional continúe en muy mal estado. Sería una tremenda contradicción presidente. Si esta casita se conserva y mantiene permanentemente, la gente pueda saber más de nosotros.
Por favor, que no sea una recuperación para dejar otra vez, que mi casita y otras casitas históricas se deterioren. Debe ser una política nacional de CONSERVACIÓN DE ESPACIOS HISTÓRICOS.
No quiero perder la ocasión presidente Maduro, para comentarle un hecho. Vi que Chávez tenía un proyecto de Ley de Zonas económicas Especiales y lo tenía todo rayado y en la cadena lo mostró y le pidió a San Pedro, que tuviera mucho cuidado que el diablo anda suelto y promoviendo la destrucción con una "maravilla" que llaman Zonas Económicas Especiales. Le supo a decir a San Pedro, que estuviera ojo pelao con esta supuesta maravilla que genera empleo y trae inversiones, pero no paga los daños que produce y el Estado entrega su soberanía.