Un problema serio que ya todos conocen y hasta ahora pareciera imposible de resolverse es la existencia de un gran número de candidatos opositores, en las elecciones regionales y locales de noviembre venidero. Mientras el PSUV presentó un número de candidatos exactamente igual al número de cargos de elección popular en disputa, las fuerzas opositoras presentaron tres veces más candidatos que cargos existentes, lo que claramente dice que la división reina sin control ninguno en el sector opositor venezolano. La participación de la MUD, en lugar de fortalecer la oposición al gobierno se ha convertido en el mayor obstáculo para el logro de la unidad que permita derrotar al gobierno. Ya es un hecho que la MUD no tiene la menor intención de impulsar esta derrota, sino que actúa en función de derrotar al resto de las fuerzas opositoras.
Para la MUD, las elecciones de gobernadores y alcaldes constituyen una suerte de elecciones primarias, en las que se dilucidará quiénes son mayoría en la oposición. Para el G4 eso es lo más importante a definir, pues de ello dependerá la candidatura presidencial en 2024. Por lo tanto, es importante que sean derrotados aquéllos candidatos y movimientos, que puedan transformarse en aspirantes a la Presidencia de la República. Las gobernaciones y alcaldías no importan, con excepción de algunos pocos lugares donde sus abanderados tengan real opción de triunfo, como es el caso del estado Zulia con Manuel Rosales como candidato. Y no es realmente la MUD quien dirige esta política, se trata sólo de los cuatro partidos dominantes: Primero Justicia, Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo y Voluntad Popular.
Estamos entonces en una situación en la que el gobierno, con un respaldo minoritario, ganaría las elecciones en la mayoría de los estados y municipios, resultado que incluso le serviría a quienes están preparados para gritar fraude el mismo 21 de noviembre. El electorado, sin tener todos los elementos de juicio para tomar sus decisiones y atosigado por una propaganda mentirosa, terminará dividiendo su voto entre varias opciones, facilitando el triunfo del PSUV. Parece casi imposible enfrentar esta situación y que los votantes asuman una decisión que corrija los dislates opositores. Entre los coletazos de la abstención militante, la desesperanza de quienes no le ven salida a la grave situación que se vive, la ausencia de un fuerte liderazgo y la atomización de las candidaturas, la mesa está servida para la victoria del gobierno.
Para no estar derrotados desde ya, y como una opción política válida, se me ocurre que se pudiera organizar un grupo de dirigentes sociales y políticos de prestigio, apartidistas, sin intereses personales en los comicios venideros, muy plural en su composición, no ideologizado, capaces de estudiar situaciones de manera muy objetiva y de argumentar sólidamente sus decisiones, que impulse el voto ciudadano inteligente, denominación que he tomado prestada, haciendo del conocimiento del electorado sus reflexiones y conclusiones sobre por quien votar, por lo menos en los casos más importantes de los estados y los municipios. Se trata de proveer a los electores del conocimiento requerido para tomar la mejor decisión electoral en su municipio y en su estado, para el futuro del país, sus regiones y sus habitantes.
Estamos limitados por el tiempo y por quienes vean esta posibilidad como un peligro, no para llevar adelante sus planes, que lo van a hacer, sino para llevarlos sin ningún tipo de resistencia, que es lo que estoy proponiendo. No estoy cayendo en utopías. Sé perfectamente que no vamos a voltear la enrevesada situación existente, pero se podrí actuar sobre ciertas gobernaciones y alcaldías, tratando de hacerle claro a los votantes cuál sería la mejor opción para evitar la dispersión de votos. Ese grupo de líderes políticos y sociales pudiera estar constituido por gente como Enrique Ochoa Antich, Chuo Torrealba, Vladimir Villegas, Josefina Baldó, Mibelis Acevedo, Leonardo Carvajal, Víctor Álvarez, Carlos Walter, Vanessa Davies y varios otros. Fíjense que no dije que estuviera constituido por ellos, sino por personas como ellas. En Venezuela hoy, hay que aclarar todo lo que se dice.