Son muchos los misterios que persisten en torno a las causas
del amor. ¿Se trata de un proceso hormonal? ¿Es un trastorno de conducta,
equiparable a una enfermedad mental? ¿Los enamorados están locos o son
normales?
Existen diversas hipótesis, algunas respetables y otras de
dudosa seriedad. Pocas, sin embargo, enfocan este asunto como un fenómeno
colectivo, vinculado al sentimiento popular. Hasta ahora los científicos se
han negado a considerar el amor como un clamor de las masas, hartas del
rechazo de los factores de poder, los cuales no experimentan sensaciones
amatorias pues los ciega el interés por cuestiones más tangibles. O sea, el
capitalismo salvaje.
Fue Hugo Rafael Chávez Frías, quien, en la pasada campaña
presidencial, sorprendió a propios y extraños al cambiar la estrategia de
hablar duro y golpeado para declarar que la motivación básica de su conducta
electoral era el amor.
Curiosamente las masas populares entendieron el asunto desde
el primer instante, sin dudar de la sinceridad del líder revolucionario,
quien hasta entonces había expresado sus planteamientos en términos más bien
político-militares y hasta beisbolísticos, pero sin nada de romance.
Chávez cambió el discurso electoral por la letra de una conocida canción
(compuesta por Alberto Domínguez), interpretada con gran éxito por Óscar de
León, repitiendo, una y otra vez, que lo que había entre él y los sectores
populares era, más que amor, frenesí.
Los votantes respondieron con entusiasmo inusitado, dándole
una mayoría electoral más amplia que cualquiera de tiempos anteriores.
Algunos politólogos de oposición y analistas neoliberales
intentan comprender el fenómeno sin considerar que desde hace mucho tiempo
el amor está inextricablemente vinculado a la política. Desde Jesucristo
hasta los Beatles, pasando por Simón Bolívar (quien en el campo amatorio
también tuvo lo suyo), se viene afirmando que lo que el mundo necesita es
amor.
Ahora se discute si el partido único o unido que propone Hugo
Chávez debe llamarse socialista, marxista o algo similar. ¿Por qué no
llamarlo Partido Unido del Amor.? Eso sí sería revolucionario.
augusther@cantv.net