Por alguna razón desconocida, la navidad es el momento especial del año en el que el corazón de los seres humanos se enternece; al menos, el de algunos seres humanos, prefiero pensar que el de la mayoría. Es, también, una ocasión para expresar buenos deseos e, incluso, hay quien señala que pueden hacerse realidad, sobre todo, si te has portado bien. Pues, los venezolanos se han portado bien, no se puede dudar; pues, han resistido una agresión terrible, fascista, genocida, inmisericorde... No puedo llamarla inhumana; digámoslo con todas sus letras, ha sido sobre todo antihumana. Sí, los venezolanos se han portado bien, pues han resistido y han casi vencido. Han defendido su patria, su pueblo y la integridad democrática de sus instituciones. Esto ha ocurrido a un costo tremendo, no se puede dudar. Pero, desde los terribles inicios de 2019 hasta ahora, los venezolanos han sorprendido a todo el mundo, especialmente, al grupo de los más ricos y reaccionarios.
Es momento ya, en mi opinión, de ponerle final al sufrimiento causado al pueblo venezolano. Y me parece que, para ello, es fundamental alcanzar acuerdos básicos entre la clase política venezolana. Algo de ello ha venido andando, pero luce que no ha sido completamente suficiente. Por un lado, se hace necesario acabar con la parodia de interinato que sirvió como excusa para hacer mal a la gran mayoría de los venezolanos, especialmente, entre ellos, a los más humildes, a los más pobres, y a los trabajadores; quiénes han sido afectados más duramente en sus ingresos y condiciones de vida. En esta esencia, se revela la naturaleza perversa, proimperialista y antidemocrática de esta estrategia. El costo de la bufonada se ha traducido en la confiscación de riquezas, propiedades e ingresos del pueblo venezolano; esto es, de todos los venezolanos, por extranjeros. Hechos que causarán vergüenza a sus responsables y también a las nuevas generaciones, cuándo oigan referir la historia.
Pero, es el momento de ponerle fin a todo esto; a riesgo de que toda una clase política se vea seriamente afectada y pierda toda legitimidad a los ojos de los venezolanos.
Para ello, es necesario alcanzar acuerdos con sectores verdaderamente democráticos, a fin de reforzar la autoridad, eficacia y efectividad de las instituciones. Los poderes públicos deben ganar en respetabilidad social y desempeño. Igualmente, debe haber un esfuerzo para elevar la calidad e impacto de las políticas públicas, para recuperar el ingreso y la calidad de vida de los venezolanos, como ya dije, especialmente, de los más pobres y de los trabajadores, quienes han sido más seriamente afectados durante este cruel ataque. La importancia de esto es muy elevada, pues de ello radica, sin que me quede ninguna duda, las posibilidades de reanudar el crecimiento económico y progreso de la sociedad en el corto plazo (algo completamente posible) y simultáneamente construir sólidas bases, para el progreso o desarrollo social a más largo plazo, rescatando de manera sostenida el futuro de las generaciones más jóvenes. Esta es una responsabilidad, sobre todo, como ya dije, de la clase política actual (en la que se juega su existencia y legitimidad), pero también de la sociedad en general; debe haber un acuerdo, visiblemente, mayoritario en querer alcanzar y demandar ese acuerdo social básico, que hace posible la vida común y proyecta hacia adelante los objetivos básicos colectivos, así como, también, favorece el logro de los fines propios, personales o individuales. Sin este acuerdo, nada valioso es posible en sociedad. No es, sin embargo, cualquier acuerdo, sino uno verdaderamente democrático, que incluya también a los más pobres y que aplique una justicia real, equilibrada y reparadora. Que satisfaga los requerimientos mínimos de la sociedad. Pues, sin justicia no habrá nunca paz posible.
Hemos hablado ya varias veces de requisitos de política económica: recuperación pronta de los salarios, reforma tributaria y fiscal, auditoría de la deuda externa y revisión de los términos como ésta fue asumida, recapitalización obligatoria de la banca, entre otras medidas, que nos lucen necesarias para la recuperación de la producción, asegurando simultáneamente que se logren fines de mayor equidad o justicia social… Ahora, me gustaría referirme a algunas otras medidas que me parecen también necesarias desde el punto de vista institucional; pues, varias reformas en este ámbito lucen convenientes. En primer lugar, pienso, que es necesario adoptar una reforma que impida la reelección de mandatos en todos los niveles de gobierno; la adopción de cotas mínimas para la representación de minorías en los órganos colegiados de representación política (la migración hacia un sistema electoral de representación proporcional más próximo al alemán, por ejemplo); la adopción de normas concertadas, para la regulación de las campañas electorales y su financiamiento (no sólo público, sino también por los privados, y la prohibición del financiamiento de organizaciones políticas por corporaciones, empresas y factores extranjeros), el uso responsable de los medios de comunicación y la provisión de garantías al acceso de las organizaciones con fines políticos durante las campañas, también en los medios privados. El fortalecimiento de los mecanismos, para garantizar la participación de la sociedad y el ejercicio de la contraloría pública o social; especialmente, como debe ser, en el área local o vecinal. Responsabilidad de los medios de comunicación y derechos de los individuos y la sociedad a exigir inmediata rectificación en los casos en los que considere vulnerados sus derechos particulares o que se ha afectado la dignidad de la persona, su buen nombre o reputación y que se presente también, por lo tanto, su versión.
Bueno, no trato de ser exhaustivo en la enumeración de mis deseos y recrear una larga lista de peticiones. Pero si quiero, aprovechando las fechas y las fiestas, ser lo suficientemente explícito, para asegurar que se me entienda… Uno no sabe cuándo lo están escuchando y los ángeles digan Amén…
Gloria a dios en las alturas y paz en la tierra a los seres humanos. No habrá nunca paz sin justicia social.