El Arado y el Mar

La Patria abandonada

Nadie sospechó que el asesinato del Comandante Chávez significaría el asesinato del país. Después del magnicidio, día tras día se ha visto la disolución del país en medio de la indolencia de sus hijos. La muerte de Chávez fue, ahora lo sabemos, un duro golpe al alma nacional, desde ese instante la Patria abandonada comenzó a languidecer, ahora tiene territorio, pero pierde el espíritu, la capacidad de querer y ser querido.

Es suficiente observar a los actores sociales, cada uno refugiado en su burbuja, sin capacidad de sentir fuera de su mezquino entorno, para entender la soledad de la nación. El gobierno madurista crea su propia realidad fantasiosa, que crece en el vacío de su mente y le cae encima aplastándolo: dice que hay esplendor económico en un país sin salarios, con la economía más artificial que alguien puede imaginar, donde no se produce nada y sus profesores mueren de inanición en la soledad de sus casas; un país con la educación arrasada, con la salud inexistente, una economía de cromañón; además, en medio de esta emergencia terrible, el gobierno madurista un día se arranca los pelos a favor de putin, y el otro llama al diálogo, jugando irresponsable con la guerra. El madurismo no tiene más patria que su mezquino interés.

El gobierno de guaidó, que sólo existe en su burbuja de convenciones internacionales, esta derecha gringa renuncia a su condición nacional y se declara cónsul de los gringos, para el guadosismo Venezuela hace tiempo que dejó de existir, la consideran un territorio anexo al Norte.

El chavismo auténtico no termina de ponerse al día en su pensamiento y acción, siempre va unos pasos atrás de la realidad. No supo resolver la lucha interna durante el gobierno de Chávez, ni luego de su muerte; no pudo detectar al madurismo y ahora falla en caracterizarlo, en enfrentarlo, se distrae en mezquindades, y rascándose el ombligo espera, no termina de correr riesgos para salvar a la Patria.

La masa, el resto de la sociedad, desconcertada, sin dirigentes que sean capaces de encender la pasión por la patria, huérfana de metas sagradas, altruistas, opta por huir, abandonar a su madre, sale del territorio y de la querencia, se va a otros países, o se refugia en su trinchera personal librando la guerra por sobrevivir.

Después de Chávez, el alma de la Patria se desvanece, pierde la fuerza que hizo posible su creación, lejos están los días del Paso de los Andes. La fuerza telúrica que tuvo con Chávez se perdió, la pasión de pertenecer a una Patria fue enterrada junto al Comandante. Distante el recuerdo de las siete avenidas repletas de corazones palpitando por un ideal. Un país sin alma es un cadáver.

Ahora, vivimos en una mentira, cada uno en su burbuja y el país en su eutanasia. Vivimos días de desolación. Sin embargo, lo creemos, estamos seguros, en algún lugar, en algunos corazones sobrevive la semilla que sembró el Comandante Chávez, su entrega a la humanidad. Y esa semilla, ese espíritu rebelde y altruista, impulsará acciones dignas de Bolívar, de 1810, del 4 de febrero. Un día, quizá una madrugada, una acción, un rayo iluminará la noche que vivimos, y esa madrugada, sabrá la Patria que no está huérfana, que hay hijos dispuestos a refundarla, entonces, volverá la esperanza, se recuperará el alma social. Esa madrugada sabremos que Venezuela existe, no sólo es un territorio, es una pasión, un alma.

¡CHÁVEZ, PATRIA QUERIDA!



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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