La guerra lleva al extremo las tensiones de la política, define los campos en pugna, los transparenta, los simplifica. Es ocasión, entonces, para identificar las ideologías que se disputan la hegemonía. Puede ser una guerra interimperialista, y tal como dice el axioma: "en la guerra la primera víctima es la verdad"; estas guerras se presentan saturadas de nacionalismo, de fanatismo, ese es su combustible. Aunque, en realidad, la disputa es por mercados, por territorios, por materias primas. Puede ser una guerra revolucionaria, en este caso los campos en pugna se diferencian por su actitud en la batalla y por sus objetivos, el Socialismo defiende su derecho a existir, el capitalismo ataca a su sepulturero.
En la guerra interimperialistas las ideologías débiles son absorbidas por la avalancha de fanatismo, no pueden explicar sus posiciones, se inhiben o se pliegan a alguno de los actores, todo lo justifican con el nacionalismo. Ese es su instrumento de análisis. En contraste, los revolucionarios analizan la confrontación con una visión internacionalista, humanista; siempre intentando que las ideas y las acciones socialistas entren en combate, explicando la esencia capitalista, inhumana de la confrontación. De lo anterior hay ejemplos históricos: uno, la socialdemocracia en Alemania en los días de la primera guerra mundial, desechó sus principios y apoyó el presupuesto para la guerra intercapitalista. En esa ocasión, los bolcheviques presentaron su propuesta socialista, y de allí surgió la Unión Soviética.
¿Qué pasa en Venezuela, ahora, con la guerra de Rusia, Ucrania, o quizá deberíamos decir Rusia, Otan? El gobierno del madurismo, guiado por una visión sectorial, toma partido, de manera ambigua, por Rusia, y se sumerge en el conflicto interimperial. Ahora se discute cuál de los dos bandos tiene razón: que si Rusia advirtió, que si Ucrania es nazi, que si aquel disparó primero, que el otro defiende su territorio. ¡Todo dentro de la lógica del capital! Porque, como dijo el clásico: "un país capitalista sólo puede producir guerras capitalistas".
Lo hemos dicho y lo repetimos, esa no es la posición del Socialismo, la posición de los socialistas, independiente de la fuerza que tengan, es denunciar las guerras antiimperialistas, advertir del peligro creciente de extinción de la vida en un invierno nuclear. Y si la correlación de fuerza lo permite, intentar transformar la confrontación en una guerra revolucionaria.
Circula un video de Chávez apoyando a putin, y eso se esgrime como soporte a la posición del madurismo. Es una manipulación más de los deformadores del legado de Chávez, sacan con pinzas, del momento histórico, unas palabras del Comandante y las acoplan a sus intereses. No podemos saber a ciencia cierta qué diría Chávez frente a esta situación de hoy, aunque, sí podemos deducir por su evolución política, sus acciones y su pensamiento que sería probable y posible qué dijera. Nosotros creemos que Chávez, lo primero que se preguntaría sería: ¿Dónde está el Socialismo, donde la lógica capitalista? De allí se desprendería su posición: se opondría a esta guerra interimperial, llamaría a la paz para ahorrar sufrimientos innecesarios. Y sobre todo, y esto es importante, defendería al Socialismo que ya estaría más consolidado. Todos sus pasos, sus alianzas, tendrían como primer requisito la defensa del Socialismo.
La posición de maduro no puede ser igual a la posición posible y probable de Chávez porque el madurismo es un capitalismo, y necesariamente se debe plegar a uno de los campos hoy en pugna para consolidar su capitalismo, esa es su querencia natural. No puede poner el Socialismo en combate porque él no es socialista.
Esta guerra puso en evidencia los campos en pugna y, lamentablemente, el socialismo no consiguió entrar en combate.
¡CHÁVEZ, SOCIALISMO!