¡Así no puede ser mi comandante!

En el programa radial “Aló Presidente” Nº 267, el presidente Chávez, nuestro Comandante, dijo algo muy cierto (cito):

"La mayoría de nosotros quiere y ha querido, y no por ser malos o perversos, pero la mayoría de nosotros fuimos asaltados por los deseos individuales de riqueza individual, porque así nos formaron, eso fue lo que vimos", expresó. Luego comentó, refiriéndose a lo anterior, que esa idea de ponernos como meta poseer un carro nuevo y una vivienda (apartamento) confortable, era resultado de falsos valores, inculcados en nuestra formación familiar y ciudadana, en consecuencia, deberíamos conformarnos con el carro viejo de siempre y acostumbrarnos a habitar en una vivienda más modesta que la que tenemos. Con esto último discrepo un poco. Este tema ha sido tocado en varias oportunidades por el Comandante, tal vez con el propósito de llamar a la reflexión, a la toma de conciencia.

Si, la revolución socialista del siglo XXI ha ser para mejora la calidad de vida. En eso estamos cien por ciento de acuerdo. Cuente con nosotros mi comandante. Es obvio que la noción de cambio implica “mejora”, como lo ha dicho usted, mi comandante: para que todos alcancemos, relativamente, “el mayor grado de felicidad” (cada quien de acuerdo con sus capacidades y sus necesidades).
Soy, como Ud., un cristiano, humanista y revolucionario comprometido de izquierda y de toda la vida (desde hace cuarenta años). Formado con base en principios y en valores fundamentales, defensor de nuestra soberanía e identidad nacional y latinoamericana, anti-imperialista. En la universidad popular y autónoma, en el transcurso del ejercicio de mi profesión docente, en investigación, extensión y en el ámbito gremial, con honestidad y formación permanente, en la medida de mis posibilidades, pero con el esfuerzo de superación, también he cumplido. La herencia que me dejo mi familia, fue la de haber podido estudiar y superarme, a pesar de mi origen humilde y pueblerino. Todo lo que modestamente tengo ha sido producto de ese esfuerzo y del legado de mi familia, no como mucha gente dirigente política, a veces vinculada con el proceso, que ha adquirido cantidad propiedades y beneficios personales, son ellos, quienes tienen que dar el máximo ejemplo, mi comandante, y es contra ellos que debemos enfilar nuestra artillería.

Ahora que estoy a meses de mi jubilación, luego de treinta años de servicio en la educación superior, con la satisfacción del deber cumplido, tengo la gran ilusión, junto a un batallón de compatriotas universitarios, de buscar espacios de participación para dedicarnos a tiempo completo a continuar construyendo el proceso revolucionario bolivariano. Pero a nosotros nos enseñaron, según la justicia social, la solidaridad, el principio cristiano “ayúdate que yo te ayudare” y la formación basada en la moral y las luces, que la idea del éxito para toda persona, por lo menos de clase media, (no capitalista) que triunfa profesionalmente en su trabajo u ocupación con su propio esfuerzo, es la de reivindicarse cada día, construyéndose una vida más o menos confortable, por lo menos con una adecuada vivienda y un vehículo que le permita desplazarse, obviando, en alguna medida, las calamidades del mal servicio del transporte público y, por otra parte, la inseguridad, entre otros riesgos. Eso, mi comandante, fue y ha sido el estímulo fundamental que me ha impulsado, a mi y a millones de venezolanos que apoyamos este proceso, a superarnos cada vez más. Por eso le confieso que:

1. Nuestra familia y yo no estaríamos dispuestos a desmejorar nuestro nivel de vida, alcanzado, como buenos ciudadanos, con base en el fiel cumplimiento de los preceptos constitucionales, morales y sociales, con nuestra responsabilidad en la administración racional de nuestros modestos ingresos, y de esa manera, con beatería, demostrar falsamente que somos unos verdaderos revolucionarios.

¡Así no puede ser mi comandante!
2. Poseemos, en un barrio de nuestra ciudad, una vivienda unifamiliar con las áreas, servicios y comodidades, en acorde con una familia de clase media. Casa construida por etapas (durante más de seis años) con crédito otorgado por nuestra caja de ahorros y de préstamos personales e hipotecarios de entidades privadas. Este es, y seguirá siendo, nuestro hogar, pues no sería sensato mudarnos a otra vivienda, más modesta, más incomoda, menos segura, mal construida, sin alegría, sueños y pasiones, sin la esperanza de despertar cada día con una nueva ilusión, pero con tal de demostrar falsamente que si somos excelentes compatriotas revolucionarios.
¡Así no puede ser mi comandante!

3. Poseemos, como cualquier familia venezolana, un vehículo familiar nuevo, con el confort de un carro de su clase. Mi comandante. ¿Sabe por qué salimos del catamarán viejo, como ese modelo que dice Ud. que tuvo?: a. porque tenía más de diez años, b. porque no tenía garantía ni repuestos, c. porque ninguna empresa lo quería asegurar, d. porque pasaba aceite y contaminaba, e. porque nos descontaba más de la mitad del salario en mantenimiento y reparación mecánica y eléctrica, f. porque consumía demasiado combustible, etc. ¿Cree Ud. que debimos quedarnos con él y, así aparentar ser buenos revolucionarios?.
¡Así no puede ser mi comandante!

4. Salimos una vez o dos veces de vacaciones al año, gracias a lo ahorrado durante mucho tiempo. Como últimamente, el servicio público del transporte no nos ofrece ninguna garantía y de igual manera, el hospedaje ha subido exageradamente, entonces podríamos salir en nuestro propio vehículo a disfrutar de las vacaciones que nosotros, como toda familia, nos merecemos, pues no pensamos, de ninguna manera (como el año pasado, cuando teníamos el Catamarán) quedarnos en casa y así hacer creer a todos que actuando así, sí somos “buenos revolucionarios”.
¡Así no puede ser mi comandante!

5. Con el esfuerzo y la responsabilidad administrativa pertinente cubrimos las demás necesidades cotidianas: alimentación, asistencia médica, teléfono, luz, agua, servicio doméstico, estudios de los hijos, seguro del vehículo, vigilancia y mantenimiento de la casa, etc. ¿podríamos prescindir de estos servicios y ocultar nuestras necesidades, para aparentar ser buenos revolucionarios?.
¡Así no puede ser mi comandante!

El propósito de esta nuestra revolución socialista bolivariana creo que debe ser el de que todos, absolutamente todos, alcancemos esa “mayor suma de felicidad posible”, haciendo el bien sin mirar a quién, sin el sacrificio, la explotación o la aniquilación del otro, amando al prójimo como a nosotros mismos, compartiendo principios, valores y objetivos comunes, que en fin son las propiedades y valores que conforman la mayor riqueza de la sociedad. Para lograrlo, todos debemos estar unidos en la defensa de nuestra revolución, de nuestros derechos, en el cumplimiento de nuestros deberes ciudadanos, responsables, con sentido de pertenencia y compromiso con nuestro país y sus instituciones, con nuestra sociedad y nuestra familia, con los ideales de libertad, en la defensa de nuestra soberanía, comprometidos con la lucha hacia la conquista de nuestra independencia económica, social, política y cultural. Creo que esa es la idea fundamental.

La revolución ha de empezar en nuestra conciencia, se consolida en nuestra sabiduría y se concreta en nuestra práctica, en el deber ser y en el saber hacer.

Es por eso que creemos, hablando claro mi comandante, que los pobres, los excluidos, también deben vivir como nosotros los de clase media, no como viven ahora! Sí es así, cuente, como siempre, conmigo y con millones más, porque: ¡Así si puede ser mi comandante!

eliel@ula.ve




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José (pepe) Camargo Duque.

Lic. en Ciencias Sociales - UniAtlantico. Docente en Riohacha-La Guajira. Colombia

 joseeduardocamargo24@gmail.com

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