Reflexión sobre la Organización Política

El debate sobre la organización política ha sido un punto crucial para todas las revoluciones, pero también para los partidos, grupos, asociaciones, etc. que de una manera u otra han estado involucrados en los procesos de cambio. Las divisiones, conflictos, odios, persecuciones y diversos sentimientos y emociones han estado involucrados. La socialdemocracia rusa, por ejemplo, se dividió entre mencheviques y bolcheviques, pero antes en la I Internacional, este tema también fue vital, y así ha seguido transcurriendo en la historia hasta hoy. Ahora le toca a los revolucionarios venezolanos resolver este asunto tan lleno de dilemas, de angustias futuristas, de esperanzas redivivas y trascendentes, y seguramente de viejas pasiones y prejuicios. Probablemente se requiera de una gran paz de mente, espíritu y corazón, y de una gran pasión y amor por Venezuela, por la gente, por nuestra familia, por nosotros mismos… En fin, de una gran fe. Sabiendo sobre la urgencia de crear una fuerza social, no solamente política, que contribuya a impulsar las transformaciones societarias.

Seguramente, requerimos, en primer término, un método para abordar la discusión o el diálogo. No tengo la pedantería como para proponer el método para que aborden la discusión. No, cada quien establecerá el método que considere adecuado; pero sin ese método adecuado, creo yo, es difícil avanzar. Entonces, voy a sugerir unas ideas y cada dialogante observará si tienen alguna pertinencia. Las llamaré cuestiones de método, si, unas cuestiones y no una propuesta sobre método

Cuestiones de Método:

Primera cuestión: un diálogo o una polémica

Se requiere una reflexión personal y colectiva ¿Sobre qué? Creo yo, sobre la experiencia pasada, presente y sobre todo sobre la candente experiencia del día a día, aquí y ahora, en el contexto de los rasgos específicos del proceso venezolano.

Con los apoyos teóricos que cada quien considere, con plena libertad, sin complejos, sin prejuicios, sin descalificaciones, con respeto. Esta cuestión es crucial, tanto, que los debates muchas veces no han pasado de esta fase, como preliminar, sin que se presenten conflictos y divisiones. Eso ha pasado, lo importante es que no pase ahora, que no ocurra como, no sin cierta ironía, dijo alguna vez Alfredo Maneiro, discutimos sobre muchos acuerdos para llegar a serios desacuerdos. Afortunadamente el ambiente dentro del cual se ha estado debatiendo, hasta donde sé, es positivo.

La teoría es vital, pero como bien sabemos, la experiencia siempre va por delante.

Por supuesto la crítica es muy importante, pero hay que tener cuidado con eso que se llama la crítica constructiva, que ha sido en muchos casos, fundamento para el avance del conocimiento, pero no siempre de la sabiduría.

Ha habido una tendencia a sobrevalorar y desnaturalizar la crítica para utilizarla simplemente como arma de ataque, para descalificar, entonces, no hay diálogo, sino de sordos.

Quizás sea preferible utilizar el método de la mesurada interrogación, que no el interrogatorio, pues ellos suelen transformarse en policiales en cualquier descuido. Por eso no hablo de interrogar a las personas, sino a las ideas y sobre todo a la realidad, pues generalmente ella posee las respuestas que requerimos. Pero las respuestas no son suficientes, pues ellas son reactivas, lo importante es transformarlas en el aspecto positivo, convirtiéndolas en propuestas. Sobre todo porque ellas requieren la presencia de los otros.

Esto nos conduce al diálogo propositivo, no a la polémica llena de recursos parlamentarios, que puede descalificar, distorsionar, falsear… Pues esas polémicas se emprenden para ganar, por lo tanto a ellas se va a responder, incluso, sin oír. Sin el esfuerzo y la responsabilidad de proponer.

Tampoco lo anterior quiere decir que para tener derecho a hablar, hay que proponer. El hablar es, entre otras cosas, un recurso y un derecho que nos permite expresar el pensamiento, lo que no puede tener límites.

Segunda cuestión: el problema de la verdad

En ciencia, en filosofía, en política, en la vida cotidiana, no hay, no puede haber verdades únicas, verdades victoriosas, verdades derrotadas, verdades perseguidas, verdades clandestinas, verdades de segunda… Por eso los debates intelectuales, en el mundo educativo y de la investigación científica -para citar un ejemplo-, no se rigen por el principio de mayoría y minoría. Una sola persona puede estar defendiendo una idea, escribir artículos, libros; dictar conferencias, organizar seminarios, círculos de estudio, etc. Ese derecho es inalienable. A lo que nadie tiene derecho es a que todos piensen como él, por amplio que sea el acuerdo con sus opiniones. Las distintas opiniones siguen circulando en condiciones de igualdad y así puede nacer el nuevo conocimiento, porque la búsqueda no cesa, siempre hay y habrá espacio para la curiosidad, para las prácticas inéditas. Claro que esto suele violarse, pero no indefinidamente, porque hay una cultura que se opone a la violación.

Este no es un modelo a seguir, pero sí debería tomarse en cuenta. El debate intelectual de naturaleza política tiene sus especificidades y está más emparentado con el poder, lo que le asigna peculiaridades y serias distorsiones. Tener esto presente, es fundamental.

La religión y la ciencia positiva, se presentaron como verdades únicas. También algunos marxismos. En el primer caso, ello condujo a la inquisición y la crisis de las religiones; en el segundo caso, a la crisis de la ciencia y a cambios sustanciales en los paradigmas. En el tercer caso, a la crisis del socialismo soviético, la destrucción de la URSS, a que la idea de una revolución profunda, retornase a las catacumbas y en las últimas décadas del siglo XX se impusiera el neoliberalismo, con todos los efectos perversos que conocemos. La humanidad ha pagado bien caro las equivocaciones de grupos elitescos, que prevalidos de poder, quisieron imponer su particular visión del mundo. No deberíamos olvidarlo. Sobre todo porque en América Latina fue necesario que emergiese triunfante, por la vía electoral, el socialismo bolivariano, para que de nuevo se levantase con fuerza por todo el continente, incluso, por el mundo, el grito de: un mundo mejor es posible. Los revolucionarios venezolanos debemos saber entonces, las consecuencias de tomar decisiones que, quiérase o no, tienen repercusiones internacionales. Es de esperarse que sea para bien.

No hay, no puede haber verdades absolutas, verdades que se cierran. Las verdades son relativas al tiempo, al contexto donde se dicen; a los problemas que las legitiman, a las cuestiones que resuelven, a las dudas que plantean, pues todas las verdades quedan abiertas al cuestionamiento, para que los procesos orientados a comprender, a construir y deconstruir, a pensar profundamente, a crear utopías, vivir libremente, lo que quiere decir, amar, trabajar, soñar…, puedan avanzar transformando, revolucionando, ascendiendo en espiral.

Sólo las verdades sagradas, según el credo de cada quien, son absolutas y con ellas también hay que saber convivir, salvo que atenten contra la dignidad humana, lo cual tiene que ser seriamente probado.

Tercera cuestión: ¿Quién prefigura a quién?:

Generalmente en teorías marxistas sobre la organización política se ha sostenido que ella prefigura a la nueva sociedad. Generalmente también ello ha coincidido con una visión de la organización política como poseedora de la verdad, como vanguardia de todos los procesos, como constructora del futuro. Pero la organización política es en sí misma un producto social, que si es tal, no es el ojo del mundo, el que nos observa, nos vigila, sino una modesta creación humana históricamente determinada y limitada, que si se propone fines democráticos, no puede ser totalitaria y como la génesis de las demás creaciones humanas.

Entonces, creo yo, que a estas alturas, no se trata de trabajar, pensar, reflexionar, para reproducir ese modelo de organización. Entre otras cosas por el alerta que como herencia aleccionadora nos dejó Marx: la historia no se repite y si lo hace, se da una vez como tragedia y la próxima como comedia. La historia no es lineal, pero tampoco circular, quizás sea más bien un desarrollo en espiral. Si un hecho se repite ocurre en una dimensión superior, con cualidades y significaciones nuevas. Por tanto, sólo en apariencia podría tener parecidos con el pasado.

Me parece a mí por el contrario, que el tema más importante es la reflexión sobre el proyecto societario o los proyectos societarios que puedan resultar convergentes, por lo menos en sus líneas generales. Proyecto en relación al cual la organización política (que puede ser unida, pero no única) no es sino un instrumento más, muy importante, clave, pero uno más entre miles de organizaciones populares que han surgido e irán surgiendo; proceso de organización popular que generará sus propios liderazgos, no predeterminados por las organizaciones políticas, sino al contrario, serán los procesos de movilización, maduración de la conciencia y organización populares, los que irán creando y determinando los liderazgos políticos, que para ser tales, deben ser legítimos liderazgos sociales. Claro, la organización u organizaciones políticas siempre tendrán la tentación de imponerse e imponer liderazgos, pero eso, para decir lo menos, sería contrarrevolucionario, sería considerarse más importantes que el proceso mismo que les va dando origen.

En consecuencia, es el proyecto societario, el proyecto de vida futura que va naciendo, que se ha puesto en marcha, el que determina a las organizaciones políticas, el que les da vigencia y las legitima. Entonces, los procesos de autolegitimación, de autoproclamación como vanguardias, no tendrían sentido.

Si son los proyectos societarios convergentes los que le dan sentido estratégico a los procesos en marcha, parece conveniente dialogar sobre ellos.

Por tanto, parece obligatorio para poder seguir hacia delante, señalar aspectos claves de un proyecto societario.

Aproximaciones al Proyecto Societario:

Mi punto de partida es identificar rasgos que este proceso ya ha ido mostrando, para irlos proyectando como horizontes para la sociedad futura. Es decir, voy a intentar trabajar no solo con mi imaginación y mis sueños, sino partiendo de hechos que ya están presentes hoy. Generalmente el futuro es una proyección del presente, aun cuando algunas veces se hace mirando hacia atrás, hacia el pasado, lo que nos enfrenta a los mismos riesgos de la mujer de Lot.

1. Una sociedad ampliamente democrática: este proceso pudo nacer derrocando a un gobierno por la violencia, pero no fue así. Nació finalmente mediante una consulta electoral y se ha ido confirmando y consolidando a través de sucesivas pruebas electorales. En el futuro, creo, seguirá siendo así. Irá creciendo en profundidad y extensión mediante amplios procesos de movilización y educación en los cuales se irá construyendo una democracia cada vez más verdadera.
2. Una sociedad diversa, plural, variada: así ha surgido este proceso y su futuro exitoso dependerá de que estos valores se afirmen.
3. Una sociedad compleja desde el punto de vista clasista: no estoy planteando esto a partir de una consideración teórica, sino de la vivencia de más de ocho años. Situación que pervivirá indefinidamente, pues el bloque social que espontáneamente ha impulsado este proceso, lo impulsa y lo impulsará, no se define por la hegemonía de una clase en particular, sino por las complementariedades, y los conflictos que se van resolviendo mediante la práctica común, la reflexión y la construcción permanente de nuevos acuerdos cada vez más profundos, que van superando las diferencias o aclarándolas y dándoles su verdadero valor e importancia. Como se comprenderá, no estoy hablando de una negociación, sino de una construcción social colectiva, que requiere una voluntad subjetiva y pasos objetivos para marchar superando contradicciones. Lo que no se puede es imponer o decretar procesos, pues eso los destruye y en lugar de avanzar, se retrocede. Tampoco se puede decretar la extinción de una clase o sector social. Son las luchas reales las que van determinando la afirmación o extinción de clases y sectores sociales. Al final, el elemento subjetivo puede dar un empujón, como síntesis de aquellos que el elemento subjetivo va dando cotidianamente.
4. Una sociedad multiétnica, mestiza y multicolor, como expresión de muchos siglos de sedimentación cultural, como sedimento germinal de una cultura de libertad, independencia y soberanía
5. Una sociedad espiritualista, no confesional, pero con sólidos valores éticos y articulada sin prejuicios con las diversas formas de religiosidad y espiritualidad: que pueden ser ejercidas con plena libertad, en el contexto de una sociedad democrática.
6. Una sociedad que reindica las cuestiones de género: que desarrolla estos problemas en un contexto de igualdad, de justicia, equilibrio y armonía, superando los valores machistas. Aquí es bueno recordar y retomar las críticas, que desde los movimientos de la mujer, se han hecho a los partidos políticos, incluidos los llamados revolucionarios, como encarnaciones de la familia patriarcal, del reino de lo masculino y del machismo.
7. Una sociedad que va evolucionando hacia la cultura de la no violencia, pues va eliminando las raíces de la injusticia, la opresión, la dominación y todo tipo de explotación. Que se prepara para defenderse de las agresiones, pero cuyo principal escudo protector es la defensa de la paz, para Venezuela, para el continente latinoamericano y para el mundo.
8. Es una sociedad que va forjando una nueva síntesis del pensamiento revolucionario, va creando y recreando ese pensamiento, superando los ismos tradicionales: es una revolución que se alimenta con el pensamiento bolivariano, robinsoniano, del pensamiento y las prácticas de los pueblos indígenas, del pensamiento cristiano y por supuesto, del pensamiento de Marx, imprescindible para comprender la esencia del capital, la naturaleza del capitalismo, de sus tendencias a largo plazo, y comprender mejor sobre las estrategias a largo plazo para derrotar al capital. Surgirá entonces una síntesis nueva generadora de un pensamiento nuevo, como uno de los aportes de la revolución bolivariana para Venezuela y el mundo. Cómo se desarrollará este proceso de sedimentación tiene que ver no sólo con mirar y elucubrar hacia el futuro, sino con la capacidad de observar y recoger los testimonios de lo que está ocurriendo aquí y ahora, sobre todo en las localidades: cómo distintas corrientes revolucionarias se encuentran en la práctica y están generando procesos unitarios de transformación, no sólo de la realidad, sino también del pensamiento; cómo ese proceso de encuentro puede conducir al desencuentro, pues grupos, personas, tendencias autodefinidas como muy revolucionarias, pueden ser en verdad unos saboteadores, unos corruptos; también los desencuentros con aquellos que en verdad no han sido revolucionarios y solo han andado buscando oportunidades para obtener logros egoístas; cómo en las asambleas de ciudadanos, en los concejos comunales, etc. gente partidaria del gobierno y gente de la oposición, se encuentran para emprender proyectos comunes. Los libros y las teorías nos van a seguir diciendo mucho, pero es desde ese laboratorio vivo, cotidiano, donde vamos a conocer más profundamente sobre el pensamiento y la práctica de la nueva sociedad. Ocho años de lucha ya van “soñando caminos”.
9. Una sociedad solidaria, internacionalista, que no es el resultado de la revolución en un solo país, sino de la conjugación de los esfuerzos endógenos con los esfuerzos del combate internacional contra el capitalismo: hoy día esto se comprende más claramente y hace posible derrotar la prédica chovinista, establecer lazos cada vez más sólidos entre los pueblos y construir una sociedad cada vez más consciente de sus deberes para con todos “los condenados de la tierra”, como dijera Fanon.
10. Una sociedad soberana, igualitaria, de justicia, independiente, sólidamente integrada, con voz propia en los escenarios internacionales, orientada a la destrucción de toda forma de dominación imperial y a la construcción de un mundo de iguales, donde las fronteras creadas por los poderosos vayan desapareciendo y paulatinamente se vayan creando vínculos transfronterizos, apoyados en el respeto y los profundos sentimientos de solidaridad, integración y cooperación entre los pueblos.
11. Una sociedad ecológicamente sustentable: este camino todavía no está claro para la revolución venezolana, que se debate entre el desarrollismo depredador y la protección de la naturaleza. Pero en este punto se le va la vida a esta revolución, pues se puede quedar sin espacio y sin tiempo para construir, soñar, vivir y morir con dignidad, pues antes de eso, podemos haber agotado las fuentes de la vida, como ya está ocurriendo.

Puedo decir más, pero mi intención no es la exhaustividad, sino colocar unos ejemplos que apoyen mi planteamiento sobre la necesidad de construir una organización u organizaciones políticas, tomando como guía el proyecto societario. Es como mirar lejos, hacia el futuro y con esos ojos mirar el presente, sin perder la conciencia del aquí y ahora.

Una primera conclusión es que estamos viviendo una revolución inédita que está construyendo una sociedad no simplemente nueva, sino extraordinariamente inédita. Por lo tanto, requerimos soluciones inéditas. Como nos lo dijo ya Simón Rodríguez: inventamos o erramos.

Algunos pasos inmediatos:

Es importante decidir qué es lo que se quiere construir ¿Un partido vertical? ¿Una coordinación de grupos? ¿Una coordinación de un movimiento de movimientos? ¿Una red de redes? ¿Un frente de organizaciones?

En principio se puede decir que cada una de estas opciones tiene ventajas y desventajas, 1) según el grado actual de desarrollo del movimiento popular venezolano, las tendencias que puedan vislumbrarse y 2) según el proyecto societario que se proponga.

Una referencia teórica:

Como un simple ejercicio me parece conveniente observar, por lo menos, la manera como Marx resolvió la constitución y unificación de la I Internacional o Asociación Internacional de los Trabajadores. Voy a tomar un texto de un trabajo que redacté en el debate sobre el partido único y que circuló por Internet. El asunto se planteó así: dice Engels (1873):

Cuando la clase obrera europea hubo recuperado las fuerzas suficientes para emprender un nuevo ataque contra el poderío de las clases dominantes, surgió la Asociación Internacional de los Trabajadores. Esta tenía por objeto reunir en un inmenso ejército único a toda la clase obrera combativa de Europa y América. No podría, pues, partir de los principios expuestos en el Manifiesto. Debía tener un programa que no cerrara la puerta a las tradeuniones inglesas, a los proudhonianos franceses, belgas, italianos y españoles, y a los lassalleanos alemanes. Este programa… fue redactado por Marx con una maestría que fue reconocida hasta por Bakunin y los anarquistas. Para el triunfo definitivo de las tesis expuestas en el Manifiesto, Marx confiaba tan sólo en el desarrollo intelectual de la clase obrera, que debía resultar inevitablemente de la acción conjunta y de la discusión. (p. 103)

Ahora voy a permitirme un análisis interpretativo del texto anterior:

1. Engels, para las condiciones de 1864 –cuando se funda la Internacional- nos habla de reunir en un inmenso ejército único a toda la clase obrera combativa de Europa y América, pero no en el sentido de construir un partido único, sino un centro unificado de todas las corrientes y organizaciones obreras, respetando a cada una de ellas. En nombre de ese respeto, Marx se toma todo el cuidado en la redacción del programa -una maestría, dice Engels- para lograr la unidad, sin pretender imponer el programa de los comunistas, que era una corriente más dentro del movimiento obrero de la época.
2. Marx confía en el desarrollo intelectual de los trabajadores mediante dos instrumentos básicos: la acción conjunta de todas las corrientes y organizaciones y la discusión. Esto llevará a un crecimiento de la conciencia y si los comunistas a través de la práctica demuestran su superioridad teórica y como combatientes por los derechos de los trabajadores, ello inclinará a la mayoría de estos hacia los comunistas.
3. No se autoproclama a los comunistas como vanguardia de los trabajadores, sino que ello queda sometido a los resultados de la acción conjunta, es decir, de la lucha y la discusión.

Tampoco se percibe aquí que la conciencia de los trabajadores, el desarrollo intelectual de la clase obrera, sea introducida desde fuera por intelectuales destacados, sino que es el resultado de la práctica conjunta, la unidad de los trabajadores y la discusión. Fin de la cita.

De esto hace más de un siglo y las circunstancias y problemas planteados son bien diferentes, pero es bueno notar la solución que da Marx a una circunstancia compleja con diversidad de grupos y corrientes, que tratan de unificarse para la realización de objetivos comunes. No se va por el camino de la unidad orgánica, de la estructura vertical, ni del centralismo democrático, como manera de regular la vida interna.

Otra referencia teórica importante refiere la manera como Lenin resolvió el problema de la organización. Es una cita de ¿Qué Hacer? (1966), donde Lenin dice:

Hemos dicho que los obreros no podían tener conciencia socialdemócrata. Esta solo podía ser introducida desde fuera. (p.142)

Se ve claramente la base para la organización del partido de arriba hacia abajo, la sustitución de los trabajadores por el partido, luego de este por el Comité Central, al Comité Central por el Buró Político y a este por el máximo dirigente, lo que se lleva a su máxima expresión bajo la dominación de Stalin. La cita anterior puede ser complementada con la que Lenin toma como base, la de Kaustky, donde claramente se desestima la capacidad de los trabajadores para avanzar con autonomía.

La posición de Kaustky, que Lenin refuerza conduce a la formación de un partido único de los revolucionarios, que significó en la experiencia concreta de la revolución rusa, un proceso excluyente: el que no milite ahí, el que está fuera siempre será sospechoso. Adiós a las pruebas de la acción conjunta y de la discusión, como dijo Engels que proponía Marx; adiós a la convivencia de distintas corrientes revolucionarias, que apelen a la práctica, unida a la reflexión sobre ella, como criterio de verdad. Ya conocemos las consecuencias que esto tuvo.

El centralismo democrático y la libertad de tendencias:

Como ya señalé, todo depende de lo que se desee crear: un partido centralizado, un centro coordinador, una red de redes, etc. El centralismo democrático tiene diversos orígenes y una historia también variada, que ojalá alguien se atreva a realizar. En procesos de confrontación, como fue el caso de Rusia, enfrentada a una guerra interna y a una agresión externa, el centralismo democrático está hecho a la medida para consolidar un bloque de fuerzas unificado capaz de derrotar las amenazas. Lo que quiero subrayar es que el centralismo democrático como conjunto de normas y políticas orientadas a regular la vida interna de las organizaciones políticas, no es ajeno a las circunstancias históricas y a los objetivos que dentro de esas circunstancias se proponen dichas organizaciones.

No está demás decir que en Venezuela el centralismo democrático ha sido el instrumento utilizado por organizaciones de los más diversos signos políticos, por ende, no puede ser definido, en sí, como un instrumento revolucionario. Ha devenido en un conjunto de normas pragmáticas orientadas a reunir fuerzas, dejando de lado a las minorías, para dar batallas políticas que requieren de una importante concentración de opinión y decisión. Como tal, ha sido un instrumento útil para la concentración del poder y la pervivencia de políticas más allá del momento concreto que las originó.

El centralismo democrático es pues muy útil para la concentración de fuerzas y esfuerzos tras determinados propósitos. En su proceso ha tendido a poner el acento en el centralismo y menos en la democracia, lo que se corresponde con su existencia dentro de organizaciones verticales ¿Puede corregirse esto? Esta por verse.

Los centros de coordinación y las redes de redes han funcionado con otro criterio, más contemporáneo, más propio de los nuevos movimientos sociales de la segunda mitad del siglo XX y del siglo XXI. Aquí es particularmente relevante el estudio de las experiencias de Cecosesola (Estado Lara), otras organizaciones cooperativas y otros movimientos sociales de las zonas urbanas de Venezuela. También a nivel internacional es muy importante considerar la experiencia de los zapatistas.

En el caso de los zapatistas la tendencia es a buscar la unanimidad para tomar una decisión. Las redes funcionan más con el criterio de tratar de consensuar objetivos dentro de definiciones políticas generales y estimular la participación voluntaria de una mayoría significativa de organizaciones, grupos y personas. Uno de los ejemplos mas reconocidos sobre una red eficiente, es el movimiento antiglobalización, caracterizado por su gran fuerza, diversidad y amplitud internacional.

Sobre lo que estoy llamando la atención no es sobre la preferencia hacia una u otra forma de organización, sobre la superioridad de unas sobre las otras. Lo que estoy llamando la atención es sobre lo siguiente: cualquier decisión debe implicar un análisis sereno y profundo de las muy variadas experiencias organizativas que tenemos enfrente, más que la revisión de teorías y manuales, que no desestimo en absoluto. Pero desde los debates que se realizaron en el siglo XX hasta hoy, no sólo ha pasado tiempo, sino que posiblemente hayan ocurrido y estén ocurriendo varios de los hechos más significativos en la historia de la humanidad. Entonces, al hablar de la organización política, debemos tomar en cuenta que varios edificios organizativos han sido dinamitados y con ellos, edificios teóricos.

Otra cosa es la libertad de tendencias. Hay una diferencia entre las fracciones y grupos de poder y las corrientes y tendencias que representen diversas opiniones. Las fracciones son grupos de juramentados, que como tales devienen en alcahueterías y complicidades con los miembros de la fracción, pues funciona no la solidaridad, sino los compromisos grupales orientados a mantener una mayoría y una determinada cuota de poder. Las tendencias o corrientes son otra cosa, no se estructuran como grupos de poder, sino como difusores, defensores y propulsores de determinadas tesis, como tales, su existencia puede ser transitoria o su composición puede cambiar en la medida que el fluir de los debates, si es realmente libre, puede estar reubicando y reestructurando la pertenencia a una determinada corriente, modificando su membresía. Este juego de corrientes o tendencias, que no se estructuren como grupos de poder, es muy útil y de gran vitalidad para las organizaciones, pero las fracciones o grupos de poder, que llegan a tener sus direcciones propias, deben estar explícitamente prohibidos. Es preferible antes de constituir una sola organización, explícitamente establecer un centro de coordinación de grupos y organizaciones, mientras se van creando las condiciones para que surja una unión real de tendencias. Parece conveniente explorar la unidad de acción

La unidad de acción o la organización de la transición hacia la formación de una organización revolucionaria:

Lo que uno puede esperar cuando se trata de la formación de una organización revolucionaria, llámese como se llame, es que ella sea una producción de los trabajadores y de todo el pueblo (del cual también forman parte los intelectuales revolucionarios), en un proceso creador donde la experiencia de lucha en el día a día, sea lo decisivo. Es decir, esa organización no puede ser el resultado de negociaciones, de acuerdos entre cúpulas o cosas parecidas; de la redacción del programa mínimo y el programa máximo de la revolución, de la creación de tales o cuales estatutos; por unas elecciones que no sean la expresión de procesos de maduración de la conciencia personal y social y acompañadas del mandato imperativo, entre otras condiciones. Una organización surgida al margen del proceso mismo de la maduración de la conciencia popular, puede estar formada por personas altruistas, bien intencionadas, abnegadas y comprometidas con una utopía, pero no es una organización revolucionaria surgida de las mismas luchas populares. Los prejuicios democrático-burgueses van a estar presentes durante un tiempo que no podemos prever. Sin embargo, la construcción al calor de las luchas va generando un control recíproco fraterno, cotidiano, no punitivo. En ese proceso no existirá quien invocando su origen de clase, pueda lanzar la primera piedra. Es en la fragua de la solución de conflictos a favor de los intereses populares, como van surgiendo nuevos valores, una nueva conciencia.

Entonces, lo primero que hay que establecer con claridad, es que esa no es una organización revolucionaria, que es una organización en transición, que es una organización para resolver urgencias que se le presentan a un proceso en un momento determinado; pero que no es definitiva, que está destinada a desaparecer, que está destinada a irse disolviendo en la medida que el proceso revolucionario avanza y van surgiendo organizaciones propias del pueblo con las características que ellas mismas se vayan dando en la medida que las luchas se profundizan realmente y no según las expectativas de determinados grupos y/o dirigentes.

Si este proceso está claro y en consecuencia, también está claro que no se está creando la vanguardia de la revolución venezolana, entonces el partido unificado podría surgir a través de los procedimientos que se acuerden y seguramente será de alguna ayuda para la coordinación, la unificación de iniciativas, la unificación de mensajes más coherentes; en fin para aquellas cosas que la realidad demande y que puedan desarrollarse evitando una de las mayores rémoras y obstáculos que pueden surgir: la formación de grupos de poder, fracciones personalistas orientadas a defender intereses egoístas, que reproducirían un panorama grupal a lo mejor peor que el que se está tratando de resolver.

La integración de los actuales partidos y grupos en uno solo, puede plantear problemas más graves que los de hoy; por separado, muchas apetencias burocráticas y de poder, se resuelven más fácilmente en la medida que cada partido prescinde del otro para impulsar sus iniciativas específicas, pero ahora estrían obligados a la disolución como partidos y a la concertación y unificación. Pero el comportamiento grupal no desaparece de un día para otro. Es un cáncer que carcome a todos los partidos, pues estos, por antonomasia, son grupos para el juego de poder. El Partido Comunista de la URSS (PCUS), abolió las fracciones, las tendencias e impuso un centralismo democrático severo. Sin embargo, los grupos y fracciones siguieron manifestándose y finalmente estas cosas fueron resueltas policial y judicialmente. Sería bueno verse una y otra vez en ese espejo.

Resulta muy importante entonces que en el proceso de constitución del partido unificado, la afiliación sea absolutamente voluntaria sin formas de coacción. Por el contrario, debe distinguirse entre la unidad orgánica y la unidad de acción, que es una forma democrática para resolver las diferencias sobre la base de la acción conjunta y la reflexión-discusión, como aconsejaba Marx en los tiempos de la I Internacional. Ahora deben integrarse los que estén seriamente convencidos, que saben perfectamente que no se unen para reproducir un clima fraccional, peor que el que pueda existir en la actualidad.

No es suficiente la elección por la base:

Nunca será suficiente la insistencia en este punto. La elección por la base es una condición necesaria, pero no suficiente. Es necesario establecer por mandato legal, no simplemente estatutario, que todo el que ocupe un cargo de dirección adquiere un compromiso directo con los electores. Se trata del mandato imperativo. Pero hay que ir más allá, pues es necesario no sólo que el elegido quede comprometido con los electores, sino que estos se comprometan con el elegido. Es necesario establecer un claro sistema de corresponsabilidad.

Algunas batallas que las revoluciones del siglo XX no ganaron:

Aspiro en algún momento posterior abordar esta como agenda de trabajo que dejo pendiente con la intención de compartirla. Ya veremos si las urgencias de la cotidianeidad me lo permiten:

-La batalla por orientar a toda la población: se trata de orientar, educar y compartir con por lo menos el 90% de la población, aquella que en principio está interesada en un cambio profundo.

-La batalla por la democracia: generalmente las revoluciones del siglo XX en su lucha contra la democracia burguesa, tendieron a llevarse por delante a la democracia como tal, es decir, a la libre expresión de la mayoría de la población más allá de la visión restringida de los círculos dirigentes.

-La batalla para lograr la mayoría de la población, lo que incluye la relación con los sectores intermedios: en línea con lo que vengo diciendo, se trata de replantearse seriamente la relación con los sectores intermedios de la sociedad. En la experiencia reciente de Venezuela, esto se muestra como un asunto no resuelto.

-La batalla por los valores: el alma, el corazón y el cerebro de una revolución están comprometidos en la transformación de los valores simultáneamente con los cambios de la sociedad. No se le ha dado suficiente importancia al cambio personal y la relación entre este y los cambios colectivos. Tampoco se le ha dado suficiente importancia al papel que tiene el cambio de los dirigentes, al liderazgo por modelaje; no siempre ha estado claro que una cosa es la prédica sobre el cambio de valores y la práctica cotidiana sobre ese cambio. Los grupos de pioneros y de jóvenes adoctrinados permanentemente, no ha sido suficiente.

-la batalla por la producción: Producir bienes y servicios en cantidad y calidad necesaria para toda la población, ha sido un reto insuperable hasta ahora. La experiencia soviética se movió entre el comunismo de guerra y la Nueva Política Económica; luego entre el gradualismo bujarinista, la colectivización forzosa y la industrialización centralizada con el acento en la industria pesada. De ahí en adelante ha sido difícil encontrar una solución que no pase por sacrificios innecesarios para la población, que no haya convertido el paraíso socialista en variadas formas de sufrimiento.

-La batalla de los conflictos y consensos con el capital durante todo el proceso de transición: este punto está vinculado con el anterior, pero ahora prefiero no realizar comentarios más ligeros que los que ya he hecho. Esta batalla por la producción ha estado vinculada a la batalla por encontrar una relación funcional entre las distintas formas de propiedad: la propiedad pública, la propiedad privada (la gran propiedad, la pequeña y mediana propiedad, los colectivos privados, la propiedad social, etc.)

-La batalla por la vida ¿Socialismo o muerte?: El general Ribas en la batalla de la Victoria lo resolvió de manera adecuada, como lo ha señalado el Presidente Chávez en algunas oportunidades. No podemos escoger entre vencer o morir, necesario es vencer. La batalla de la Victoria se convirtió entonces y en una batalla por la vida y así quedó para la historia.

-La batalla por el autogobierno: por ahora se puede plantear así: ¿Qué pasará con los consejos comunales? A partir de esa pregunta tenemos algunas cosas qué decir

-La batalla por sociedades ecológicamente sustentables: las revoluciones anteriores no lograron trascender el desarrollismo productivista y depredador de la naturaleza. El proceso venezolano hasta ahora no tiene un rumbo definido ¿Cómo será?

-La batalla para lograr una relación constructiva con la religiosidad: esta es una batalla que por ahora el proceso venezolano viene ganando. Despejar nubarrones y seguir adelante es la tarea. Algunas de las pruebas están planteadas en relación al modelo educativo. Una batalla centrada en la solidaridad, el altruismo, la honestidad, etc., como valores supremos, no debería tener problema alguno. Depende cómo se desarrolle, el estilo, la precisión conceptual, etc.

julio.escalona@gmail.com


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Julio Escalona


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