¿El socialismo del siglo 21 debe ser marxista?

Creo que este es un tema que está sobre el tapete y me da una buena excusa para atormentar a mis queridos lectores, con quienes quedaré en deuda, una vez más, por el suplicio masoquista a que se someterán al dignarse leer mis argumentos.

Obviamente, en la constelación de tendencias existentes en la izquierda, hay quienes se declaran marxistas leninistas con todo lo que ello implica, y hay quienes se consideran socialistas pero no comulgan con los preceptos mencionados. Ahora bien ¿Quiénes son verdaderamente socialistas? Porque mis amigos marxistas, puede ser que convivan con otras tendencias, pero ellos se sienten realmente investidos del derecho de ser vistos como los auténticos socialistas.

Para revisar este asunto de la relación entre socialismo y marxismo, deberíamos analizarlo en dos vertientes, por un lado un análisis teórico y por el otro, lo que fue la experiencia real de los países socialistas en el siglo pasado. Soy de los que piensan que existe una conexión fuerte entre lo que fue la práctica y la teoría, y no como algunos o muchos, que piensan que el colapso de las sociedades socialistas fue una mala práctica de una buena teoría.

Desde el punto de vista teórico, habría que analizar dos vertientes, el corazón conceptual del marxismo y por el otro, la capacidad de predicción del mismo, a fin de cuentas el marxismo también se ha llamado socialismo científico.

Creo sin temor a equivocarme que el centro del marxismo es la teoría del valor, en la cual se plantea que el valor de toda mercancía depende de la cantidad de trabajo incorporada en la misma. Esta es una idea central, sin embargo, la misma está matizada por el hecho de que el trabajo incorporado a una mercancía debe ser objetivado en el proceso de cambio. Es decir, que el único elemento que le da valor a una mercancía no es sólo el trabajo, sino que este trabajo se haga objetivo, real, patente, y esto ocurre en el intercambio.

La teoría del valor fue la base también para la teoría de la plusvalía y darle un sustento científico a la teoría de la explotación del hombre por el hombre. Ahora, la explotación del hombre por el hombre sólo se puede dar, cuando hay uno que es dueño del capital (de los medios de producción) y otros que venden su fuerza de trabajo. Es decir, el capitalismo está basado en la propiedad privada de los medios de producción. Si esta desaparece, también lo hará la explotación, es decir, la apropiación de la plusvalía por unos pocos, y entonces habrá una distribución igualitaria de la riqueza. Por lo tanto, en el socialismo es preciso cambiar el carácter de la propiedad de los medios de producción, esta ha de ser colectiva. Pero el colectivo es una abstracción, por lo tanto, hay que buscar algo más tangible a quien conferirle la propiedad de los medios de producción, es decir, el Estado. Pero el Estado también es una abstracción, así que se la daremos al gobierno. Finalmente, el gobierno está constituido por hombres de carne y hueso que pueden tomar decisiones sobre como utilizar los medios de producción.

Ahora bien, al descartar la propiedad privada de los medios de producción y reemplazarla por propiedad estatal, la pregunta que viene al caso hacerse es la siguiente: ¿de esta manera se termina con la apropiación de la plusvalía? La respuesta es obvia, no, la plusvalía va a dar a las arcas del Estado, los trabajadores siguen devengando un sueldo que no tiene relación con el valor generado en la producción. Es de suponerse que esta plusvalía regresa a los trabajadores por la vía de un gasto social del gobierno. Al ser el Estado, dueño del capital, muchos han hablado de capitalismo de Estado en vez de socialismo. Independientemente, de que la plusvalía generada por el trabajo humano vuelva en la forma de educación, salud, viviendas, entre otros beneficios, se da un proceso expropiatorio, primeramente.

Ahora veamos el caso de las cooperativas, aquí la situación es que los trabajadores son dueños de los medios de producción, y por ende, son dueños del fruto de su trabajo. En este caso, no hay explotación del hombre por el hombre, ni apropiación de la plusvalía. Sin embargo, no todas las cooperativas serán igualmente prósperas, eso dependerá del sector económico en que se desenvuelvan, entre otros factores. Por lo tanto, puede darse el caso de cooperativas que se vuelvan muy poderosas, en tanto otras, simplemente subsistan. En el caso de las cooperativas que generen una gran riqueza, el Estado tendría que aplicar medidas impositivas para pechar los ingresos de aquellas que tienen una gran capacidad de creación de riqueza y poder redistribuirlos. Podríamos tener una sociedad con marcados casos de desigualdad en los ingresos. Y esa desigualdad no puede ser cónsona con el espíritu socialista.

Mi interpretación es la siguiente hasta este punto, la eliminación de la propiedad privada de los medios de producción, por sí sola, no garantiza una sociedad socialista e igualitaria, a no ser que el Estado sea lo suficientemente eficiente en la instrumentación de una política social que devuelva la plusvalía expropiada a los trabajadores. Por otro lado, el Estado debe ser lo suficientemente eficiente para mantener un ritmo de generación de plusvalía, llamémosla social, en crecimiento continuo para mantener una mejora sostenida en las condiciones de vida de los trabajadores. En el caso de implantar un sistema como el de las cooperativas por ejemplo, el Estado debería estar atento para corregir las posibles desigualdades que pudieran presentarse en virtud de rendimientos dispares.

A mi parecer, lo sustancial es que al final de cuentas, exista un proceso efectivo de redistribución de la riqueza. Finalmente, un hombre se sentirá explotado o no, dependiendo de que su esfuerzo en el trabajo le permita alimentar bien a su familia, darle techo, educación, salud, entretenimiento y ver la vejez con tranquilidad, o no se lo permita, así sea que trabaje para una cooperativa, una empresa estatal o una empresa privada.

Ahora bien, esto no es una apología y defensa de la empresa privada, estoy firmemente convencido que la dinámica del capitalismo está en función de la maximización de la ganancia y cualquier medio es válido para ello; si hay posibilidades de especular, se especulará; si hay posibilidades de pagar menos en salarios, se hará; si hay posibilidades de adquirir una maquinaria que reemplace mano de obra, se hará. Como me explicaba un amigo industrial, quien me decía, mira si yo pudiera pagar mejor a mis trabajadores lo haría, pero el problema es que mi competidor no lo hace, y si yo subo los salarios quedaría en desventaja. Independientemente, que creamos o no, en el argumento de mi amigo, porque estemos claro, él podría haber aumentado el salario de sus trabajadores, mantener la porción de sus ganancias destinadas a la inversión, y él, rebajarse la porción de las ganancias para su disfrute, cosa por supuesto a la que no estaba dispuesto en aras de una mayor solidaridad con sus trabajadores.

Sin embargo, y a la luz de la realidad vivida en los países ex socialistas y de las experiencias de países desarrollados como los de Europa, donde conviven distintas formas de empresas, cooperativas, de cogestión, estatales y privadas, no creo que sea práctico que el Estado tome bajo su conducción todo el aparato productivo de un país, en función de cumplir con un concepto marxista fundamental como lo es que los medios de producción no pueden estar en manos privadas, y de esta forma evitar la explotación del hombre por el hombre.

Lamentablemente, y lo digo de corazón, como marxista leninista convencido que fui, y que a pesar de haber abandonado la senda marxista, vio con dolor el momento en que fue arriada la bandera roja por última vez en el Kremlin, la experiencia real o praxis del socialismo científico en la URSS y en los países del este de Europa no funcionó. La economía centralmente planificada no fue capaz de liberar las fuerzas productivas como nunca antes en la historia, eso lo hizo el capitalismo, la economía centralizada no fue capaz de mantener la competencia con el mundo capitalista en todos los órdenes: militar, tecnológico y económico. De hecho la distribución del ingreso en la población para permitirle acceso a niveles cada vez mayores de bienestar no fue posible, debido a que gran parte de la plusvalía apropiada por el Estado debió invertirse en la carrera armamentista que sostenía con EEUU, carrera que no se perdió a balazos finalmente, sino por el derrumbe económico.

Ahora, desde otra óptica, para el socialismo el cambio de un modo de producción a otro debía darse por la inadecuación de las fuerzas productivas y las relaciones sociales, de hecho, las fuerzas productivas avanzan y las relaciones sociales se quedan atrás, hasta que se produce la ruptura y nace el nuevo modo de producción. De acuerdo a esto, y Marx así lo pensó, la revolución socialista debía darse en los países donde las fuerzas productivas estaban más avanzadas, en los países capitalistas más desarrollados, sin embrago, esto no ocurrió así, quienes dieron el paso al socialismo fueron los países más atrasados. Una predicción fallida y en las ciencias cuando esto ocurre siempre se piensa que debe haber un error en la teoría. Muchos han tratado de explicar este fenómeno, reinterpretando al marxismo. De hecho, incluso en los países capitalistas más desarrollados el estallido revolucionario no se dio, por el contrario, estos siguieron avanzando por la senda del capitalismo.

Pareciera ser, que lo que se dio más bien fue una contradicción profunda en las relaciones sociales de producción, independientemente del estado de las fuerzas productivas. Es decir, no parece ser cierto por la experiencia vivida, que el capitalismo deba llegar a un nivel de desarrollo tal o cual en cuanto a las fuerzas productivas desencadenadas para que se produzca un estallido social. Muy por el contrario, pareciera ser que es en los países capitalistas menos desarrollados donde se dan las condiciones más favorables para procesos revolucionarios que demanden mayor justicia social. Pareciera ser que en los países capitalistas desarrollados, a pesar de que exista la expropiación de la plusvalía por un capitalista, las condiciones de vida de los trabajadores no los impulsan a la rebelión. En cambio, en los países subdesarrollados, las condiciones de miseria son el semillero apropiado para que germine la revolución social.

Por otra parte, Marx aseguraba que en el capitalismo más desarrollado, se daría un proceso de depauperación absoluta de las grandes mayorías, esto tampoco ocurrió. Se ha dado tal vez un proceso de empobrecimiento relativo pero no absoluto. Siempre recuerdo lo que me pasó cuando era muy joven y leía El tratado de economía marxista de Ernest Mandel y leí que hablaba de que Marx jamás se había referido al empobrecimiento absoluto sino al relativo, no pude aguantar y busque el capital de Marx y lo releí, Mandel mentía descaradamente. De hecho aquellos países capitalistas desarrollados avanzaron por la senda del capitalismo generando una riqueza creciente en función de un desarrollo extraordinario de las fuerzas productivas. Ahora, en vez de producirse una miseria creciente, en términos generales, las condiciones materiales de vida de los trabajadores mejoraron. Ahora bien, vamos a estar claros en que la situación de la clase obrera de los países desarrollados no mejoró por la magnanimidad y generosidad de la clase capitalista, esto fue producto de una lucha denodada de las organizaciones obreras, y aquí tal vez haya una contradicción interesante de destacar, estas luchas obreras por la reducción de la jornada de trabajo, mejores condiciones laborales, aparentemente alejó el fantasma de la revolución. En 1917, después del triunfo bolchevique, Europa estaba en ebullición, Alemania se suponía que seguiría los pasos de Rusia, pero no fue así. Las concesiones arrancadas al capitalismo bajaron el fervor revolucionario, esto no ocurrió en Rusia, donde la respuesta de la burguesía y la clase terrateniente fue la represión despiadada.

Volviendo al caso venezolano, si vamos al socialismo con una raíz, con un fundamento marxista, deberíamos estar preparados para explicar como haremos en Venezuela para no repetir el caso de los países del Este de Europa, para que el socialismo venezolano no termine arriando la bandera también. Como haremos para que la economía estatal funcione de una manera eficiente generando volúmenes crecientes de riqueza a ser distribuidos entre toda la población (No debemos perder de vista que es natural que la gente tenga recelos en este punto, aquí hay y ha habido empresas estatales, que no se han distinguido por su eficiencia).

También, quisiera una explicación de por qué un modelo de socialismo democrático no es viable en Venezuela, un modelo que en algunos países de Europa ha logrado unos altos niveles de vida para toda la población (países nórdicos), manteniendo en lo político, elementos de una democracia burguesa (como la llamarían los marxistas), y combinada con un esquema económico donde cohabitan empresas estatales, de cogestión, de autogestión, privadas y cooperativas. Y que nadie me venga a decir que la razón es que aquí no somos suizos, porque ese sería un argumento racista y descalificativo del venezolano y de los latinoamericanos en general.

htorresn@gmail.com









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Hernán Torres


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