Venezuela tiene un problema urgente que resolver y de acuerdo a la solución que sea capaz de encontrar así será su futuro.
Por lo tanto, intentaré ir al grano, dado que entre gestar un frente nacional de unidad popular que agrupe a todos los patriotas y forjar una candidatura, no es mucho el tiempo que tenemos, pues si la estrategia de solución fuera otra, por ejemplo, desarrollar la guerra popular prolongada (GPP), entonces, el calendario sería más largo y otras las herramientas. Pero, lo que está planteado es de otra naturaleza, es llevar a cabo una insurrección político-electoral en el marco del derecho constitucional al voto contra la lumpencracia madurista, lo que significa elaborar una respuesta mucho más compleja, porque se trata ni más ni menos que de hacer coincidir lo deseable con lo posible, es captar oportunamente el momento estratégico.
El problema no es sólo desarmar de raíz el entramado perverso de la alianza madurismo-fedecamaras en el poder, sino también ayudar a aflorar en el estado de ánimo y en el imaginario popular el convencimiento, la fe y el ímpetu en el pueblo venezolano, de que sí existen posibilidades de una alternativa para salir de esta fatalidad y desarrollar una nueva manera de vivir, y que además podemos construirla entre un montón de fuerzas sociales de multiples dimensiones y dinamismos manteniendo aún las diferencias pero acordando una sólida comunidad de intereses y estructurando niveles de coordinación que faciliten avanzar en unidad hacia el objetivo de asumir la conducción del gobierno para poder edificar el nuevo estado de las clases trabajadoras y organizar un modelo de sociedad y país cuali-cuantitativame superior.
Es necesario entonces, incluso, se pudiera decir sin temor a exagerar, que es urgente, la necesidad de formular desde las bases del pueblo, una solución política que posibilite sacar a Venezuela de la actual funesta situacion, en la cual la metió la alianza del madurismo-fedecamaras-oposicion de derecha. Y la solución con seguridad está en poder cumplir con las dos grandes tareas antes mencionadas: conformar un instrumento político fundamentado sobre la ola deseosa colectiva de cambios que se ha apoderado de toda la sociedad venezolana e invitar al conjunto de las organizaciones y movimientos sociales que hay en en seno del pueblo a levantar un bloque popular de poder y al mismo tiempo forjar una candidatura desde sus propias entrañas que sea expresión clara de un proyecto de nación democrática y popular.
La construcción de una alternativa radical como la que estamos planteando, que se enfrente a las fuerzas del mal reunidas en el madurismo-fedecamaras funcionales a la reproducción del capital y a las relaciones de explotación y dominación correspondiente a los intereses de las grandes corporaciones transnacionales, es la única tarea estratégica hoy que están obligadas a llevar a cabo las fuerzas populares transformadoras, no hay otra tarea, es necesario cambiar la correlación de fuerzas a favor de los intereses populares.
Porque dedicarse a actividades subalternas que nada tengan que ver con la acumulación de fuerzas y no conduzcan a la puesta en escena de un instrumento político organizativo propio del pueblo trabajador que tenga la capacidad de disputarle la hegemonía política y el sentido común del pueblo a la alianza antipopular madurismo-fedecamaras, entonces sería un error de incalculable precio, que conduciría a una segura derrota de la esperanza de liberación del pueblo.
Los poetas Juan Gelman y Mario Benedetti se hicieron preguntas muy grandes referidas a los problemas de discriminación de la mujer en la conducción de los asuntos del cielo, entonces ambos se atrevieron a preguntar ¿ Y si dios fuera una mujer?. Sin embargo, yo le quitó prestada la pregunta pero para preguntarme por asuntos más terrenales y no menos peligrosos ¿ Y si el próximo presidente de Venezuela fuera una mujer?.
Ciertamente que fue difícil escoger entre tantas mujeres inteligentes y valerosas de las que hay en Venezuela, repito no fue nada fácil decidirse. Me refiero a dos mujeres, sumamente inteligentes en cuanto a la comprensión de la realidad nacional y a lo que debe hacerse para sacar al país del hueco en que lo han metido los neoliberales del madurismo. Estamos hablando de María Alejandra Diaz y Pascualina Curcio. Son dos mujeres sencillas pero con firmeza en sus convicciones de que es necesario construir un amplio frente de fuerzas sociales, juntar a todos los empobrecidos y traicionados del chavismo y la oposición con un programa democrático popular de liberación nacional que sirva de instrumento político para llevar a cabo los planes de transformación social, económica y política para hacer de Venezuela un país de trabajo, justicia social y libertad. Ellas son nuestras dos propuesta para el 2024. Mientras tanto, vamos a cerrar aquí este artículo para dejarlas a ellas dos que decidan cuál será en definitiva la que asumirá ser la candidata de las clases trabajadoras venezolanas. Quién sabe, de repente llegan al siguiente acuerdo, una como candidata a presidente de la República Bolivariana de Venezuela y la otra como Vicepresidente. Amanecerá y veremos.