El orgullo de ser Venezolano es vapuleado por un gobierno maula. Desde el exterior se siente al país como víctima de un saqueo terrible. No es necesario repetir el diagnóstico; todos, los de adentro y los de afuera, sentimos en el alma el desastre. Nos despojaron del piso económico básico, y nos saquean el espíritu de pertenecer a la sociedad, a la nacionalidad que se diluye. Aquí, en el extranjero, el gentilicio es objeto de ataques, es suficiente decir que somos venezolanos para que se prendan las alertas de seguridad.
Antes, con Chávez, despertamos la admiración del mundo, por donde el Comandante pasaba dejaba la estela de dignidad, se desataba un huracán de apoyo popular. Decíamos con orgullo somos venezolano, de Chávez. Aquí, adentro, sentíamos la unión de todos, las siete avenidas en apoyo al proceso mostraban lo que estaba cambiando: el pueblo, la masa y sus líderes eran un verdadero poder popular, capaz de fundar y liberar.
Ahora dejamos los huesos, la sangre, la esperanza en un absurdo éxodo, en las selvas y fronteras del continente. Y el madurato se vanagloria de traer un grupito de sufrientes compatriotas de los millones que se vieron forzados a abandonar su tierra.
El indetenible deterioro, marcado por el éxodo, por las penurias internas, por el descalabro espiritual de la sociedad anuncia la disolución de la nacionalidad. En estas manos de "nulidades engreídas" vamos directo al abismo, en medio de tantas mentiras, tanta improvisación no hay otro pronóstico. Es hora de actuar, después, como dijo el Libertador frente a la traición consumada, "ya no habrá Patria que defender".
El clarín de la Patria llama a sus mejores hijos, se trata de recuperar la dignidad de ser venezolano, el orgullo. Ayer fuimos, con Bolívar, ejemplo y guía para el Continente y el mundo; con Chávez recuperamos ese puesto de vanguardia de la humanidad: cuando creían que el capitalismo era una fatalidad, el Comandante devolvió la esperanza de vida a la humanidad, demostró que el Socialismo es una posibilidad real. Hay que dar un paso al frente, que el pueblo, que es la masa con sus dirigentes, recupere su poder.
Estamos en circunstancias similares al 4 de febrero. Entonces todo se creía perdido, todo era pequeñez, letargo, se creía que aquella mediocridad de la cuarta era eterna, no se movía en contra ni una mosca. Y en ese desgano surgió el relámpago del 4 de febrero, de allí, desde el Cuartel de la Montaña, se dio inicio a una era, se le dijo al mundo que el Socialismo no había muerto, al contrario, era una posibilidad concreta. Hoy se espera que los líderes chavistas no dejen morir ese legado, que se enfrenten a la traición, que superen la resistencia individual, que se organice una dirección que guíe la recuperación de la esperanza. Los líderes están allí, la ideología existe y fue probada, el Plan de la Patria y el discurso en el CNE es la guía.
Es un crimen dejar al Comandante solo, dejar a la masa sin sus líderes, quedarse al margen. Hoy, que estamos decidiendo la existencia misma de la Patria, la dignidad del gentilicio, todos deben tomar partido militante.
¡VIVA CHÁVEZ!