Cuando decimos "Salvarnos", no nos referimos a nosotros como individuos, ni siquiera como país, ni como continente, nos referimos a salvarnos como Humanidad. Es así, la Humanidad está en grave peligro, la vida planetaria está en grave peligro, amenazada de extinción como nunca antes en su historia.
El peligro no se percibe, se esconde tras las cortinas de la denominada "infoesfera": los medios de comunicación, las redes, la televisión, la radio, el estamento político mundial y nacional, que crean una realidad a conveniencia de los grandes intereses económicos que gobiernan al mundo. La Humanidad está cautiva, secuestrada en una cárcel terrible, sin cadenas, sin barrotes visibles, aunque tan eficaz como ninguna conocida, es una cárcel que secuestra la inteligencia, la capacidad de zafarse de la realidad creada. Toda la Humanidad se mueve alrededor de la trivialidad, en un mundo limitado, regido por la ganancia.
No se sabe cuál será el verdugo definitivo de la Humanidad, si el desastre ambiental o la guerra nuclear, ninguno de los dos se percibe. Uno, el deterioro ambiental, es lento, más allá de la corta vida de un humano, por eso no se aprecia. Los que hoy nacen, dentro de 20 años no sabrán que en la Sierra Nevada de Mérida había un glaciar, o que los polos tenían hielo, o que la temperatura del planeta era más fresca y las abejas polinizaban en primavera a las flores; ellos no sabrán de la existencia de muchas de las especies que desaparecen. Su mundo será más yermo, y ellos no entenderán el deterioro lento.
El otro, la guerra nuclear, ocurre frente a nuestras narices pero opacado por la infoesfera. En la guerra se mueve mucho dinero, mucha ganancia, muchos intereses. En la disputa de mercados, materia prima, en las ganancias del complejo industrial militar, en la fabricación del armamento.
La guerra de Ucrania, un enfrentamiento de los intereses mezquinos rusos y los intereses de la otan, va camino al enfrentamiento nuclear, mientras el mundo sigue su danza macabra alrededor del becerro de oro, embriagado en su esfera de desinformación, de realidad alterna. Ya los voceros hablan de respuesta nuclear sin ningún rubor. Tienen las bombas, y tienen las razones.
El mundo, la Humanidad, necesita reaccionar, es urgente, el tiempo se agota. Se debe truncar el curso hacia el abismo. Es la hora de los Estadistas, que lamentablemente son pocos. La Humanidad está gobernada por mediocres, de visión corta. Rusia padece a un putin, los gringos dan pena con un biden que no puede parar a los belicistas, o no quiere, no entiende. En Europa parece que pasó el tiempo de los estadistas, ahora reina la nulidad.
Aquí en Venezuela, la mediocridad arrasa, los comentaristas políticos se comportan como si de un juego deportivo se tratara, toman partido con entusiasmo por un bando, colaboran en la distracción del peligro, no entienden la gravedad. Los políticos ni tocan el punto, ni por demagogia hablan de eso, sólo se ocupan de sus trivialidades, sus argucias. Y el gobierno tiene una actitud criminal, de rebaño sumiso tras las corrientes mundiales:un día atacan, sólo de boca, a los imperios y en la tarde están reunidos con ellos haciendo pactos secretos.
El mundo necesita un liderazgo que agrupe a pueblos y gobernantes sensatos, si los hubiere, en un gran movimiento por la paz, pero no un movimiento mojigato, de saludo a la bandera, no, al contrario, un movimiento agresivo, pero pacífico. Fuerte, pero creativo de nuevas formas. Qué falta hace un Presidente, un estadista que guíe estas acciones, que motorice la protesta. Qué falta hace Fidel, qué falta hace Chávez, qué falta hacen sus pueblos…
¡CHÁVEZ, LIDER MUNDIAL!