Este 11 de septiembre de 2023, se cumplirán 50 años del sangriento golpe de Estado que el entonces general, y comandante de las fuerzas armadas de Chile, Augusto Pinochet ejecutó contra el presidente Salvador Allende.
Intentar reconstruir la historia, y pensar que tales acciones fueron llevadas sin el apoyo de Estados Unidos en ese entonces, sería ir a contracorriente, de algo que incluso, ya puede comprobarse desde los documentos desclasificados que el propio gobierno norteamericano ha publicado como parte de sus intervenciones políticas y militares en América Latina, cuando menos durante el siglo XX.
En efecto, desde antes de ser candidato fueron implícitas las intervenciones de Estados Unidos por evitar que Salvador Allende llegara a ser candidato presidencial, lo cual no pudo ser evitado cuando después de infructuosas oportunidades, terminó derrotando en elecciones internas a Pablo Neruda en 1970; hecho que por cierto contrasta mucho con la forma, cómo tanto Nicolás Maduro y Diosdado Cabello despotrican de las elecciones primarias de la oposición; para venir a rasgarse las vestiduras sobre la forma en que el médico chileno fue derrocado de la presidencia.
Así, una de las primeras acciones que realizó Salvador Allende llegando al poder fue la mejora adquisitiva de los salarios de los trabajadores, ingresos que ni siquiera cubrían la cesta alimentaria en aquella década de los 70; y que obviamente, impactan directamente sobre las ganancias de la mayoría de empresas norteamericanas que explotaban el cobre en esa nación, y otras áreas, lo cual, por supuesto, también se convirtió en factor de conspiración contra el sistema socialista que el presidente de aquella Unidad Popular levantaba como movimiento de izquierda. Por supuesto, que tal realidad, para nada se parece a la que vivimos hoy los venezolanos; porque aquel gobierno de Allende, que sí fue bloqueado y saboteado en sus políticas económicas por parte del gobierno de Estados Unidos, generando escasez y mercado negro para su tercer año de gobierno; jamás degradó los salarios, y nunca su popularidad se vio mermada; sino por el contrario, se afianzaba como un gobierno que recibía el respaldo absoluto de los trabajadores.
Obviamente que lo laboral y económico ocurrido contra Allende, es la antítesis que han ejecutado tanto Nicolás Maduro como Diosdado Cabello, porque ambos son los responsables absolutos, en haber liquidado por completo los salarios de los venezolanos; al llevarlo a 4 dólares mensuales. Es decir, mal podrían desde diversos medios intentar condenar el golpe de Estado contra Allende, cuando ellos, manejando a su antojo tanto la renta petrolera como los impuestos del país; son quienes además han ignorado el pago de alrededor de unos 50 mil millones en prestaciones sociales que nunca han pagado a los trabajadores venezolanos, o sea, que el madurismo en su esencia, si queremos compararlo con el asedio estadounidense, sólo quedaría en evidencia, que sus políticas están orientadas hacia las causas que llevaron al derrocamiento de Allende, es decir, en favor de las políticas neoliberales de los Estados Unidos.
Además, otro de los hechos que nunca estuvo bajo las políticas de Allende, fue que éste, a pesar de existir comprobados movimientos subversivos y golpistas en su contra, como "El Tanquetazo" del 29 de junio de 1973, éste nunca tuvo un solo preso político en su gobierno, mientras al madurismo, le basta un supuesto "chat" o "amenaza", por parte de menos de una decena de civiles, todos dirigentes sindicales, quienes irían a "asaltar" un comando militar, sin haber llegado a la puerta, para ser condenados a 16 años de prisión. Verbigracia, otra muestra que mal pudieran salir huestes maduristas este 11 de septiembre a condenar el golpe contra Allende, cuando la praxis del régimen que controlan tanto Nicolás Maduro como Diosdado Cabello, son todo lo contrario al pensamiento de aquel líder chileno en relación con persecuciones políticas o represalias. Esto sin obviar los desaparecidos, que fueron parte de la dictadura de Pinochet, y que existen casos sin aclarar por parte del madurismo de venezolanos cuyo paradero se desconoce, pese a la exigencia de respuesta de sus familiares y organizaciones de derechos humanos.
Aquel 11 de septiembre, como bien lo señalan diversos analistas e historiadores marcó quizás la acción más vergonzosa de las fuerzas armadas de Chile, cuando no bastando con el alzamiento militar del ejército, necesitaron bombardear el Palacio de La Moneda con la fuerza aérea, el cual sólo estaba custodiado por civiles que acompañaban al presidente Salvador Allende; el cual finalmente, según testimonios de sus cercanos colaboradores y testigos se habría suicidado para evitar la rendición, ante lo que posteriormente, significarán 17 años de cruel dictadura, donde los desaparecidos, asesinados, presos políticos, y violaciones de derechos humanos sería una constante en el régimen de Augusto Pinochet; es decir, hoy quienes se encuentran en el poder de Miraflores tuvieron su origen político en un alzamiento militar, o lo que es lo mismo, un intento fallido de golpe de Estado; tal y cómo fue derrocado Salvador Allende.
Otro de los hechos vergonzosos de aquella dictadura de Pinochet, precisamente por la persecución política fue el exilio y destierro de miles de chilenos, destacando el hecho que la hija de Salvador Allende, Isabel Allende, escribiría desde Venezuela: La casa de los espíritus; es decir, muchos chilenos encontraron en nuestro país un refugio para continuar sus vidas, luego que fueron echados de su patria por parte de esa dictadura; lo que se relaciona de manera inmediata con los más de 7 millones de venezolanos que han tenido que huir de la patria del Libertador por razones políticas y económicas, o lo que es lo mismo, violaciones a los derechos humanos que ha generado el neototalitarismo.
Los 50 años del golpe de Estado contra Salvador Allende es un oscuro hecho de la política de Chile y latinoamericana. Es un episodio histórico que demuestra la injerencia que Estados Unidos más nunca tiene que repetir sobre nuestros pueblos, la cual estuvo marcada por dolorosos hechos de asesinatos, desapariciones, torturas, persecuciones, y sobre todo del cómo la hegemonía del poder llamada (neo) reaccionaria por parte del propio Salvador Allende, describiéndola como aquella élite que no quería abandonar el poder, a pesar de las múltiples pruebas que generaban solo pobreza y miseria en el pueblo chileno. Hoy, ese mismo grupo, que demuestra en todos los aspectos de Venezuela ser (ultra) reaccionarios, y que sólo han sido promotores de la destrucción del país, se niegan a abandonar el poder, cuando deberían ver en estos 50 años de aquel infausto golpe, que sus acciones terminan por comprobar que la ideología que los une es la misma que llevó a Pinochet al poder por la vía de las armas.
Hoy, Chile es una próspera nación; pero cuyo desarrollo hace medio siglo partió de un sangriento golpe de Estado, originando una infeliz forma de gobernar donde el epicentro fueron las violaciones de derechos humanos, que ahora tienen su espejo en Venezuela; porque Nicolás Maduro y Diosdado Cabello cada vez se parecen mucho más al dictador Augusto Pinochet, y porque nunca han sido y jamás serán retrato ideológico del socialista Salvador Allende, y quien, sin duda, marcó en cada palabra y en la forma de gobernar, el amor por un pueblo, y el sentido histórico del auténtico pensamiento de izquierda.