Dice el clásico: “la existencia determina la conciencia”. Luego, como sea la existencia de una clase, como esa clase se gane la vida, la reproduzca, así será su conciencia de clase. Esto es muy importante si recordamos que la conciencia dominante en la sociedad es la conciencia de la clase dominante. Entonces, concluimos que una Revolución es un cambio de conciencia y, por lo tanto, de clase dominante. Y, reiteramos, la clase dominante no estará derrotada hasta que esté derrotada su conciencia de clase, no es suficiente desalojarla del poder.
Para que una clase sea dominante su conciencia tiene que ser adoptada, aceptada, absorbida por el resto de la sociedad. La existencia de las otras clases produce una conciencia que está matizada, modulada, por la conciencia dominante.
Podemos decir, con el permiso del Clásico, que la historia de la humanidad es la historia de la lucha de las conciencias de clases. Y para no pecar de idealistas, repetir que la conciencia es determinada por la existencia. Entonces, para entender la historia, la política de un país, se debe entender las conciencias de sus clases.
En la Venezuela de hoy, un fenómeno quizá único en el mundo, luego del gobierno del Comandante Chávez, y traicionando su legado, al gobierno arribó la ideología de la clase marginal. Debemos decir que este país es muy especial, aquí producto de la dependencia de la renta petrolera se han tallado unas clases sociales con color típico: una abundante clase marginal de campesinos urbanizados, una clase obrera pequeña y con poco trabajo obrero, escasas fábricas grandes, una abundante clase media.
La clase marginal, de origen campesino, confinada a los márgenes físicos, económicos, sociales, de las grandes ciudades, ha generado su propia conciencia, su propia moral, todo determinado por la necesidad de sobrevivir en un mundo que le es hostil. Podemos resumir que se rige por el principio moral de “sobrevivir a toda costa", “si es para sobrevivir está justificado”. Es una versión más salvaje del egoísmo capitalista, de la moral burguesa de la competencia de todos contra todos, que allá arriba es más disimulada, aquí en las márgenes es más abierta. La apropiación de lo ajeno, el egoísmo, es igual, sólo que se da por diferentes modos, dimensiones, vías y leyes.
Está clase social marginal, hibridada con un segmento lumpen sindical, llegó al poder político. Ya vendrán estudios más profundos de su comportamiento en el poder. En este texto sólo comentaremos algunos aspectos de este peculiar ejercicio. El madurato, que es el gobierno de esta ideología marginal-lumpen sindical, entró a saco en el poder. Rápidamente, con su mentalidad de pandilla arrolló con todo los diferentes, lo que sobresaliera. Se dedicó a desvalijar al país, danzando alrededor del becerro de oro petrolero. Tuvo terror, por su condición de estulto, de seguir por el camino que Chávez le encomendó: correr la hermosa aventura de fundar nuevos mundos. Y cuando se vio frente al país arruinado por su torpeza, fue a buscar la ayuda de la ideología dominante, y se puso bajo la protección de los capitalistas, nacionales y extranjeros. A ellos se entregó, les ofrendó el país. Los capitalistas le exigen al madurato rendición total, a cambio de nada.
No es casualidad que haya sido en este país diferente, peculiar, que cuando el mundo se creía ya en manos definitivas del capitalismo, del fin de la historia, sucedió el gobierno de Chávez, el último ensayo revolucionario. Es aquí que la ideología rebelde que guío a Simón Bolívar llevando libertad a todo un continente renació, y fue a buscar apoyo, actualización, en la ideología socialista proletaria contemporánea.
El chavismo, heredero de esa tradición bolivariana, llama que nunca se extinguió, estaba presente en Zamora, en la generación del 28, que germinó en la Rotunda y en el Castillo de Puerto cabello, en el 23 de Enero con Fabricio, en la resistencia a la cuarta república, en el Porteñazo, en las guerrillas de Oriente y de Iracara, de los Humocaros, del Llano, con Douglas, Argimiro, Américo Silva, el Teniente Tulio, el Capitán Manuit. Esa tradición bolivariana enriquecida con la idealidad revolucionaria de estos tiempos, la ideología proletaria, se hizo conciencia y guío a Chávez, a ella debemos volver, derrotar al madurato desleal y a la oposición gringa.
¡CHÁVEZ, VOLVERÁ!