El gobierno madurista es atravesado por un miedo paralizante, límites con el pánico. Sienten el tufo de la salida y están paralizados. Dan vueltas en un mismo lugar, repiten lo inofensivo, se ensañan con Figuera, atacan a los permitidos, pero lo grueso lo ocultan, les da miedo enfrentarlo, dejan que las aguas corran y que el destino les dé una respuesta.
Las elecciones, por mandato de la suprema ley, está a las puertas, pero el miedo les impide fijar una fecha, quieren ganar tiempo esperando algún milagro, o alguna jugada ruin, el obstáculo es que no hay quién corra riesgos a estas altura de la debacle, cuando la popularidad del gobierno está en un dígito. Se repite lo del miedo a guaidó, dejaron que se fuera y cuando ya estaba a salvo le dictaron orden de captura, actuaron como el can que ladra y no muerde, ni siquiera lo pellizcaron.
Con mariacorina actúan igual, le temen, no a ella que sin el apoyo gringo ya estaría fuera de juego, le temen al imperio cercano. Seguro le tienen preparada una olla, pero no encuentran quién la ejecute. El miedo los tiene paralizados, quizá ahora que toca elegir nuevo fiscal consigan un verdugo, o empujar al actual para que proceda. Su prudencia, el miedo, indica que huelen el final. Los oportunistas de buen olfato se miden, se cuidan, los desaforados se lanzan en sus aventuras desesperadas.
El ambiente político es de calma en la superficie, y de intensas negociaciones en los subterráneos de la infamia, allí se transan, perdones por cabezas de “hermanos”. Nadie está seguro, el miedo cunde. Son días de hacer maleta, de caras largas, días en que mona no carga a su hijo, sálvese el que mejor ofrezca.
La pradera está seca, después de la gota fría de las navidades la sociedad se vuelve sobre sí misma, y cae en cuenta de lo que ha perdido. No hay futuro, ni siquiera huyendo por el Darién. Los bonos no palían, el sueldo no existe. La presión se acumula y amenaza con pasar por sobre el gobierno miedoso y la oposición cómoda, cómplice, sin correr riesgo esperando la mesa servida.
Nos acercamos al tiempo de la definición, es inevitable que todo cambie, la incógnita es qué vendrá. El fascismo asoma, nace del caos, del motín social. El golpe preventivo es una posibilidad. ¿Con cuál signo? Esa es la pregunta. A todas estas, el Chavismo comienza a moverse, las fuerzas de izquierda acorraladas se verán forzadas a actuar de acuerdo a las nuevas circunstancias. Unos se radicalizarán, otros esperarán rezando sus plegarias a que todo pase.
Lo que sí es verdad, lo que se ha repetido muchas veces sin oídos receptivos, es que en estos tiempos se decide el futuro de la Patria, si se perderá o renacerá de las cenizas. Depende de la dirigencia, la vieja y la que está por nacer en la crisis, sabremos si hay la grandeza del vuelo alto, o la mediocridad del pequeño salto.
¡CHÁVEZ NOS CONTEMPLA!