El país se hunde en un inmenso abismo. No hay gobierno, lo que funge de tal se limita al ejercicio de las redes y los medios. Cada instante inventa un plan nuevo, un espectáculo nuevo que deja en evidencia su falta de estrategia; cada instante una mentira, que es sustituida por otra mentira, y cada instante aparece una señal del vacío de poder. El país funciona con piloto automático, por inercia. A estas alturas no hay fecha para las difíciles elecciones, secuestran un oficial venezolano en Chile y no se sabe si fueron o no fueron, nadie habla, nadie desmiente, cada segmento del Estado actúa por su cuenta. Allí está Rocío, desaparecida, no la ven sus abogados, ni sus familiares, pero el gobierno argumenta, cual nigromante, que no está desaparecida… sólo que no se ve. Son las piruetas verbales que hicieron que el gobierno perdiera el apoyo popular. Ya no emociona, tienen que inventar, trucar apoyos, como la reciente visita del madurismo a Apure, cuando la gente sólo llenó los alrededores del carro con maduro arriba gesticulando al vacío.
No hay oposición. Una, actúa con descaro como una oficina de los gringos, despliega las instrucciones que vienen del norte, su plan de gobierno es la entrega del país. La candidata inhabilitada recorre el país con la amenaza de que en cualquier momento los gringos la negocien con el madurismo y quede en el aire, no tiene el vigor necesario para emocionar. La otra, los alacranes, es una simulación grosera, ofensiva, a la inteligencia.
El chavismo auténtico, el leal, ha sufrido duros golpes y no consigue recuperarse, vive en el alma popular, pero sus dirigentes no se organizan para ofrecer una opción de poder. Esa ausencia agrava el cuadro político, las masas sin dirección amenazan con una rebelión, un motín, un jacquerie, tipo 27 de febrero que será sofocado a sangre y fuego. Los dirigentes sindicales siguen actuando como agentes del capitalismo, sólo atinan a luchar por el salario, por mejoras materiales que son absorbidas por el gobierno. Carecen de planteamientos políticos estratégicos.
Un gobierno desprestigiado, sin credibilidad, un Estado descuadernado, en él los cuerpos represivos andan de su cuenta, los poderes pierden su autonomía, una brutal crisis económica, como pocas veces se ha visto en el planeta, con millones en un éxodo bíblico, unas masas sin dirigentes y sin rumbo, un profundo malestar civil y militar. Todo indica rebelión. Es improbable que las elecciones embotadas puedan evitarla, a lo sumo postergarla, no depende de la voluntad de nadie, será un producto de las leyes del movimiento social, una sociedad ahogada busca salidas, no se suicida.
El asunto está en si está rebelión, que luce inevitable, se dará fragmentada como el 27 de febrero y luego vendría el segmento político, como el 4 de febrero, o si el descontento de las masas se encontrará con la organización y la responsabilidad de los dirigentes chavistas. Si habrá dirección o las masas se inmolarán como el 27.
¡CHÁVEZ REBELIÓN!