Las elecciones burguesas tienen como objetivo legitimar al gobierno que de ellas surja. Por supuesto también distraen con la sensación de sustitución, de cambio, para que todo siga igual, y simultáneamente instalan la idealidad, las reglas del juego que justifican y perpetúan al sistema capitalista. Se supone que de las elecciones burguesas, el Presidente y el sistema salgan fortalecidos.
En Venezuela, con el madurato, todo sale al revés; consiguieron transformar a las elecciones en su propio patíbulo, de allí saldrán maltrechos, débiles, deslegitimados. Con sus vivezas de inhabilitar, de cerrar partido, secuestrar tarjetas desvistieron a las elecciones, ahora no emocionan, menos engañan, no hay sensación de cambio. Otra historia comenzará a partir de esas elecciones, será el periodo agónico, postrero, del madurato. Hay varias interrogantes.
¿Cuál, cómo, quién será el sustituto del madurato?
Vayamos por parte.
¿Cuál será el sustituto? Se refiere al sistema, si seguirá el capitalismo o volveremos al camino de Chávez, al Socialismo. Conseguirá el capitalismo permanecer en medio de su fracaso, podrá llegar a puerto seguro en medio de la turbulencia social que ha creado. Podrá engañar a las masas y a sus dirigentes.
¿Cómo? Se relaciona directamente con el sustituto. Si se sigue dentro de la idealidad del madurato, de su legalidad, si no se aplican medidas de emergencia en medio de la situación de emergencia, entonces el cómo conducirá a mantener al sistema capitalista que sustenta al madurato. Al contrario, si se consigue fracturar la idealidad creada por el madurismo, entonces, habrá chance de tomar por el camino de la restitución del legado de Chávez
¿Quién será el sustituto? Se relaciona con el cuál y el cómo. Quién encarna, personaliza el camino a seguir después del madurato. Todo dependerá de la preparación del quién, su equipo, su formación, la preparación de las masas para reconocerlo. O, por el contrario, el extravío de las masas víctimas de un nuevo engaño.
De este cuadro se desprenden claramente las tareas de los chavistas. Primero, perfilar bien al chavismo, limpiarlo de deformaciones y decoloraciones: ser chavista es ser Socialista, con todo lo que eso implica desde el punto de vista económico y espiritual. Ser chavista no es una etiqueta, es una posición política profunda, estratégica. Es necesario, urgente, que el chavismo se coloque en la posición de vanguardia que le corresponde, que dirija a las masas, que las conduzca a metas revolucionarias, que las capacite para que identifiquen sus enemigos históricos. Es necesario romper la idealidad del capitalismo, que confina los cambios dentro de sus canales, sus elecciones amañadas del principio al fin, de sus valores creados por los poderosos medios de manipulación.
La historia nos da lecciones importantes, nos dice que los grandes cambios de las sociedades se hacen al margen de las reglas de los dominantes. Dentro de las leyes, la hegemonía de los dominantes no son posibles los cambios profundos, que suponen una radical fractura de toda la estructura económica, política, ética del sistema imperante, que debe ser sustituido.
En estos días se decide el futuro del país durante, por lo menos, medio siglo. Quienes no den el salto por sobre los paradigmas de la dominación serán atrapados por ella.