El poder es una oportunidad para avanzar en la construcción de una nueva sociedad, pero no es garantía de ese avance. Expliquemos.
El poder es territorio de confrontación entre corrientes ideológicas que son reflejo de las tensiones que acontecen en la sociedad.
Cuando una Revolución llega al poder, afloran contradicciones y peligros propios de esa nueva situación, y si la Revolución llega en un país como el nuestro, con abundante renta petrolera, entonces la situación se hace más aguda. Es por eso necesaria la vigilancia revolucionaria para ajustar las desviaciones del camino.
Uno de los principales peligros de la Revolución en el poder es la burocratización de la política. Fenómeno que se presenta en lo individual, en lo organizativo y en lo político. Veamos.
En el nivel individual, el funcionario deja de ser un militante revolucionario y se transforma en un habilidoso contentador del superior, sabe decir y hacer lo que le agrada al “jefe”, cambia el trabajo de hormiguita por el espectáculo, no se diferencia en nada de su homólogo de la cuarta república, los dos son grandes simuladores, siempre disfrutadores del poder, nunca revolucionarios.
En el nivel organizativo, la burocratización de la política se expresa en la incapacidad de movilizarse sin todas las comodidades: son necesarios viáticos, un lap top, un celular y un carro, hasta para ir a la esquina a una reunión. Atrás quedaron los sacrificios de la época de oposición, cuando los dirigentes llegaban en autobuses pagados por ellos mismos para las reuniones en Caracas, o para visitar a los presos en el San Carlos y Yare.
En lo político la cosa es peor, la burocratización de la política tiene la tendencia muy marcada de sustraer al Pueblo de las batallas revolucionarias. Las grandes y las pequeñas contiendas se hacen sin la participación del Pueblo.
Así la política poco a poco se va alejando de las masas que comienzan a deambular solas, sin rumbo, dando sus peleas en calles, barrios, fábricas, sin objetivos políticos, porque las organizaciones y los dirigentes están, unos disfrutando y los otros ensimismados, confundiendo sus pequeños problemas con los problemas del Pueblo y del Socialismo. Se crea el ambiente para la jacquerie, el motín, la barbarie.
La burocratización es un problema mayor en las revoluciones, es como una epidemia que puede acabar con la Revolución, porque le cambia el rumbo, la sosiega, la aquieta. A nada teme más el burócrata que a la agitación de avanzar, él lo que pide es quietud.
Por supuesto que los burócratas ni son revolucionarios, ni son chavistas. Chávez con su pregón antiimperialista, sus llamados a construir el socialismo, su voluntad de enfrentar a la oligarquía en el continente, los atemoriza, darían cualquier cosa por aquietar al Comandante.
El burocratismo que se genera en el poder, es un peligro que debe ser combatido de la única manera posible: movilizando al Pueblo, dotándolo de dirección política. Dándole Pueblo a todas las acciones revolucionarias, avanzando.
¡Socialismo o barbarie!
¡Sin Chávez no hay Socialismo!