Se busca con urgencia un “outsider" de buena presencia y con moto propia

La ceguera de la oposición y su escasa o nula capacidad para leer el momento político en que nos encontramos, aunado al egoísmo y la malcriadez infantil, muy propia de la política ( o de los(as) políticos/as) venezolana (os/as), nos llevaron a este desenlace de hoy, tan triste y desesperanzador. Resultado evidente y automático: continuación del conflicto, y violencia. Posibilidad abierta, por cierto, para cualquier aventura del signo que sea. Vaya usted a saber quién o quiénes intentarán el lance, pero, la verdad, la tienen papita, como mínimo en estas primeras horas de la refriega.

Y todo proviene, estimo yo, de una mala decisión. La barajita que se le ocurrió sacar a la oposición, en medio de una polarización extrema, con un madurismo clientelar muy pequeño y un chavismo latente decepcionado, fue una señora que prometía la privatización de todo cuanto sea privatizable, priorización del pago de deuda por sobre otras necesidades y persecución a todo cuento tenga un tufillo a izquierda, desde los empleados públicos, a las pensiones o la sanidad hasta los bombillos ahorradores vietnamitas, con el lema de que cada quien que se compre su vaina, y si no tiene, que prenda una vela. Así se pretendía llegar al poder, negando a una parte de la población que desea ardientemente la paz y que no se siente representada por ninguno de los dos candidatos. Y mucho menos por los vente tú, que se sumaron a la contienda para restar votos a la oposición. Y, por ciento, lo consiguieron. Pasen por taquilla a cobrar. Venezuela necesitaba para este momento un "outsider", inmaculado en su militancia política, conciliador, nacionalista, con una gran conciencia social y que respete la actividad privada, que ostente la ascendencia moral y ética suficiente para ser estimado por ambos bandos y que tuviera la capacidad de conducir una transición delicada dentro de una contienda por el control del país y su recursos por dos bandos virulentos que se niegan mutuamente. Lo que podrían llamar algunos un estadista. María Corina y Urrutia, por más que intentaron dulcificar su puesta en escena, no eran los indicados. Quizás por eso 48 por ciento de los venezolanos no se acercó a las urnas, si hemos de creer al CNE, y por eso se perdió esta oportunidad histórica de centrar al país, que buena falta le hace, y adelantar una transición en paz, que también nos urge. Un modelo político excluyente, vengador, extremista, no cabe en el juego trancado de hoy, Maduro y sus adláteres no van a entregar el control del país a quienes lo llevarán a las Corte Penal Internacional. Es tan evidente que hasta duele.

Si este candidato maravilla- que hoy no existe en el panorama, hay que decirlo- hubiera participado, la avalancha de votos sería tan abrumadora que no habría cajón del CNE en el que esconderlos, y la transición hubiera tenido más posibilidades de concretarse. La reputación del candidato haría el resto y su compromiso de respetar los acuerdos pactados previamente. Pero no, allí fue María Corina, la vengadora, a intentar un imposible. Y así nos va. Y así nos fue.

Las transiciones están hechas para otro tipo de gente, más madura, mucho más serena y menos infantil. Recordemos el momento crucial en que Mandela llega al poder en Sudáfrica, tras 44 años de apartheid o discriminación hacia la mayoría de la población pobre y de raza negra. Las ansias de venganza amenazaban con un genocidio de la población blanca. Mandela supo erigirse por sobre ese deseo y llamar a la conciliación, al perdón y al trabajo conjunto. Hoy Sudáfrica, sin haber resuelto del todo el problema social tan profundo que dejó el sistema de exclusión, es parte de los Brics y camina hacia un futuro mejor. Y, por cierto, se ahorraron los muertos y un conflicto eterno.

Así, pues, sin Guaidós pero con María Corinas, volvimos a retroceder la película para volver a empezar donde mismo. Ya esta trama la conocemos, la hemos visto y sufrido suficiente como para no saber dónde va. Es triste decirlo, no nos engañemos, pero volvimos a la casilla de salida porque utilizaron la misma fórmula, fallida mil veces. Mismo input mismo output, dicen los que saben. Pero, oye, si nos dan otra chance, quien quita, por amor a Cristo crucificado, dispongámonos a buscar al tipo. En alguna universidad debe estar, escondido en algún laboratorio, debajo de algún escritorio, no sé, pero hay que hallarlo, ponerle un flux e invitarlo de rodillas a salvarnos. Si no, habrá que poner un anuncio a cuatro columnas que rece: Se busca outsider, inteligente, probo, conciliador y sereno. Tareas: reinstitucionalizar un país parcializado.. Abstenerse marxistas ortodoxos, neoliberales sectarios y vende patrias. Beneficios: una Venezuela en paz para sus hijos y nietos.

Donde sea, cómo sea, y ya, nos es preciso hallarlo, so riesgo de seguir eternamente viviendo en la misma mala película.

 

gssanfiel@gmail.com



Esta nota ha sido leída aproximadamente 438 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter