Es evidente que estos dos bandos que pretenden dirigir al país han fracasado: el pranato-madurista mostró claramente su fracaso en el ejercicio desastroso del gobierno. Y la derecha gringa, los mariacorinos, los asoman en su plan de gobierno que se puede resumir en un matrimonio con el lado más oscuro del capitalismo, hipotecar la Patria a la voracidad de los imperios.
El pranato madurista es digno de estudio, es una muestra única del comportamiento del lumpen marginal cuando captura el gobierno. Además del desastre que es inocultable, en lo económico y en lo espiritual. Lo que nos debe importar en este momento es la deriva clara hacia una nueva forma de gobierno, que algunos, a falta de un mejor término, llaman fascismo, sin embargo, en poco se asemeja al fascismo que ha padecido la Humanidad. Es algo nuevo, a lo que habrá que conseguirle un apropiado nombre. Usemos provisionalmente “socialpranato”.
El socialpranato que captura el gobierno en un golpe de suerte, inmediatamente comienza, cual cáncer político, a minar las bases mismas de la organización, del organismo social que encontró: derrumba los pilares económicos, acaba con PDVSA, revierte la propiedad social, liquida la organización social, los Misiones, prostituye la organización política. Penetra las instituciones del Estado, la asamblea, la fiscalía, el judicial, y los transforma en desechos, inservibles.
Destruido todo el organismo social, el socialpranato, sobre los escombros que ha producido, no tiene otra opción que mostrar, forjar al gobierno, el “sistema” que lo caracteriza. Aquí se cumple aquella sentencia del “Estado soy yo”. El Estado se concentra en el pran y los llamados luceros, que actúan de manera independiente y poco coordinada, reflejo de la falta de rumbo, del culto a la táctica y la carencia de estrategia, su único objetivo es sobrevivir desnudos en medio de una tormenta.
En los últimos días, se observa al sistema de gobierno que nace, en pleno desarrollo: Vemos al fiscal actuando como un canciller, cuando expide orden de captura contra el presidente de un gobierno, una declaración de guerra. Al presidente de la asamblea, y a la vice actuando como agentes policiales presionando a un fugitivo, edmundo, en una embajada extranjera. Al ministro del interior, amenazando y desesperado por evitar que la corriente lo arrastre al silencio. Todos pugnan por ser el más duro, y en ese afán opacan al presidente. Entretanto, el país se entrega a las petroleras cuyos “buenos” oficios mantienen congelado al feroz norte. Las amenazas de invasión se pagan con pedazos de la Patria mutilada.
Estas circunstancias, de calamidades económicas, disgregación social, depresión espiritual, nos auguran un periodo de alta represión. Ya empezó, contra los líderes capaces de movilizar la protesta de las masas, seguirá contra los inevitables estallidos sociales. No habrá más ley que la ley del pranato, más constitución que la mentira, la improvisación.
Por supuesto, un país no puede ser dirigido por el socialpranato, el fracaso es inminente, falta dilucidar hacia dónde va la república, o mejor, los vidrios rotos que de ella van quedando. El destino del país no puede quedar en manos de la derecha gringa, que se manifiesta ahora como la única opción, que sería una variación del socialpranato, pero con más disimulo, más orden en el saqueo, en la entrega, aunque igual, o seguro mayor perjuicio para el país; a todos los padecimientos se sumarían la pérdida de la esperanza, la penumbra envolverán al país por siglos.
El futuro de la Patria, su salvación, está en manos de sus mejores hijos
¡CHÁVEZ, ESPERANZA!
