¿El mismo pueblo? ¿Qué pasó, qué cambió? ¿Cómo fue que un pueblo que realizó la gesta de la independencia de un continente, años después lo encontramos protagonista de un trágico éxodo que asombra al mundo por lo absurdo? La respuesta la buscarán los historiadores durante mucho tiempo. Nosotros nos aproximamos a la comprensión de esa conducta, por el interés de encontrar una salida a la crisis que hoy padecemos.
Podríamos empezar por aceptar que el concepto de pueblo es deficiente para explicar estas conductas tan contrastantes. Un pueblo pasa los Andes, y el mismo pueblo pasa el Darién. Si estudiamos en qué diferían estos dos momentos del “pueblo”, podremos afinar el concepto.
El Pueblo que produce el Paso de los Andes está provisto de una poderosa vanguardia, de un gran líder, de una meta clara, de razones sagradas para vivir y luchar, una profunda conciencia del deber social: Masa más vanguardia, más ideología revolucionaria.
El “pueblo” que produce el paso del Darién ha sufrido grandes pérdidas: el asesinato del líder que había conseguido elevarlo a la vanguardia mundial, a la lucha por objetivos históricos, por el Socialismo, había dotado al pueblo de una causa histórica, la construcción de un nuevo mundo, viable, fraterno, contraste con el capitalismo que lleva a la humanidad a la extinción. De un día para otro, el legado del Líder fue traicionado, el “pueblo” perdió al líder, perdió a la vanguardia, perdió las razones sagradas por las cuales luchar, quedó sin metas, sin razones para vivir más allá de la sobrevivencia individual. Masa sin vanguardia sin ideología revolucionaria.
Parece claro, la masa dotada de una vanguardia, de una ideología y metas revolucionarias, merece el nombre de Pueblo. La masa sin vanguardia, sin ideología revolucionaria, sin metas sociales, es otra cosa, quizá podríamos llamarlo multitud, muchedumbre.
El Pueblo es capaz de acciones revolucionaria, del Paso de los Andes, de la derrota del sabotaje petrolero, de participar, cuando se creía que todo estaba perdido, en la construcción de la Esperanza Socialista. De asombrar al mundo.
La multitud, la muchedumbre, es fácil presa de la manipulación ideológica de los dominantes. Ante las dificultades busca culpables y salidas individuales, pierde la conciencia del deber social. La muchedumbre es la suma de millones de egoísmos. Es incapaz de acciones revolucionarias, está confinada a la esclavitud de un sistema capitalista que la despoja de la vida, y despoja a la humanidad de futuro.
La tarea de los revolucionarios hoy, la salida a la crisis que vivimos, es ante todo un proceso de educación de la muchedumbre, convertirla en Pueblo, y ese proceso de educación, de despertar sólo es posible en la acción, esa es la mejor escuela. La vanguardia tiene la tarea de concientizar, explicar a la masa la realidad que la manipulación de los dominantes oculta, sacarla de sus equivocaciones, convocarla para la acción educadora, ir más allá de lo inmediato, tener estrategia. Esa es la tarea de la vanguardia, la clave del triunfo.
Se debe consolidar la vanguardia, la teoría ya la tenemos, el rumbo el Socialismo que nos legó el Comandante, la meta está clara, los líderes existen.
¡CHÁVEZ, EDUCADOR!
¡VENGA TEMPESTAD!