El pasado domingo acudí al liceo Fermín Toro para formalizar mi inscripción como aspirante a militante del Partido Socialista Unido de Venezuela. Créanme que le di vueltas al asunto. Desde hace ya unos cuantos años había dejado la militancia partidista activa luego de mi separación de Patria para Todos, organización en la cual tengo numerosos amigos y profundos afectos.
Me motivó esta decisión una buena ronda de conversaciones con viejos amigos y camaradas, que ya habían dado ese paso, y la convicción de que es necesario acompañar a los inmensos sectores del pueblo venezolano que han tomado para sí la propuesta del presidente Hugo Chávez de construir una fuerza política aglutinadora de los sectores revolucionarios que han venido apoyando el proceso de cambios.
Como lo he dicho reiteradamente, respeto la decisión adoptada por quienes aún se mantienen tanto en el Partido Comunista de Venezuela, en Patria Para Todos y en Podemos. Los considero tan revolucionarios como quienes han decidido salir de sus filas para formar parte del naciente partido. Espero que más temprano que tarde encontremos el camino de la unidad definitiva, porque aún quedan en esas organizaciones cuadros políticos que indudablemente darían grandes aportes para la construcción y consolidación del Partido Socialista Unido de Venezuela.
Sólo el tiempo dirá si tenían o no razón en su decisión, pero una premisa básica a la hora de adoptar una determinación es tomar el pulso de la calle, y, sin duda alguna, el llamado a construir este nuevo partido ha sido acogido por amplísimos sectores sociales, lo cual implica que estamos ciertamente ante la posibilidad de construir una organización política de dimensiones nunca vistas en nuestro país. Y si siempre hemos postulado que debemos acompañar al pueblo no veo por qué no hacerlo ahora, acertando o equivocándonos junto a él.
El Partido Socialista Unido de Venezuela tiene muchos retos ante sí. Por ejemplo, el establecimiento de mecanismos internos que permitan la real participación de la militancia en los debates para aprobar sus lineamientos políticos, para llegar a definiciones ideológicas de fondo y para asumir una estructura organizativa capaz de garantizar que este nuevo movimiento político tenga una excelente capacidad de respuesta que le permita hacer frente a todo tipo de contingencias. Además tiene que ser un partido preocupado por la formación de sus militantes y ganado para el debate sobre un modelo socialista que se adapte a la realidad venezolana en la època actual.
Seguramente le esperan muchas dificultades a este nuevo partido. Una de ellas es lograr que pronto se deje de lado el espíritu de cuerpo entre quienes provienen de una misma organización, llámese MVR, PPT, PCV o Podemos. Otra dificultad es el peligro de que surjan grupos empeñados en querer controlar el aparato interno a todos los niveles. Para lo primero, nuevamente creo que el tiempo se encargará de corregir las cosas, y para lo segundo, el mejor antídoto es la participación activa y consciente del pueblo chavista, que sabrá cómo impedir cualquier intento de esa naturaleza.
EL PSUV, sin haber completado aún su proceso de estructuración, es ya, de lejos, la primera fuerza política del país. Ha nacido para darle a la propuesta socialista una base organizativa sólida, en torno a la cual se están agrupando no sólo cuadros políticos sino los más amplios sectores sociales comprometidos con la construcción de una nueva sociedad. No podemos fallar.