“El hombre que vive en la sociedad capitalista está alienado. Es para si mismo un extraño. Ya no decide sus actos sino que, al contrario, se ha convertido en esclavo de ellos. El hombre alienado ya no depende de sí, es un títere de los poderes externos construidos para él. El hombre alienado idolatra una proyección exterior de sí mismo. La alienación, en este sistema socio económico, es total. Está alienada la relación del hombre consigo mismo. Con su prójimo, está alienado con el trabajo. La sociedad de consumo es alienante.”
A este hombre le han construido una sociedad ficticia, su mundo es elemental, tan sólo es una pieza del gigantesco mundo capitalista, cumple su tarea calladamente sin descubrir que su mundo es falso, un espejismo. No piensa, ¿para que pensar? siente esa idea tan fuerte en su cerebro que le dice “tan sólo consume”. No hace el amor, no siente el amor, no lo disfruta, lo hace como una copia vil e inexacta de las películas y toda la basura que digiere.
“Ha escapado de la mano del hombre su propia construcción. La técnica está ahora por encima y lo condiciona. La estructura social lo manipula y se ha convertido en un esclavo de la economía y sus leyes que han hecho de él un objeto pasivo y dirigido. El hombre está impotente ante la fortaleza de su creación. Ha pasado a idolatrar su producto. “
Esta maquinaria económica tecnológica es demoledora y brutal, la técnica por encima del hombre, para este ciudadano es vital su DVD, MP3, IPOD, toda tecnología extranjera le nubla la razón. Sin entenderla aun, puede morir por adquirirla al precio que sea. Mientras tanto, su valor como ser humano pareciera que no le importara mucho, todo es comprable, el mercado es el dios absoluto de este tipo de sociedad. ¿Puede este hombre pusilánime poner en duda este mundo alienante, podrá ver sus grietas a tiempo? Sometido a medios de comunicación extranjeros, pero con su control en la mano, para alienarse más y mejor, perdiendo su identidad, valor y cultura a pasos agigantados, es casi un extraño en su tierra. Bombardeado día y noche con valores falsos.
Se levanta en la noche y se ve a si mismo, queda extasiado frente a su creación, esa imagen luego lo gobierna, pide más de su alimento, formado con conciencia y valores autóctonos, así su imagen se lleva toda su esencia y el se queda con la sobra.
“El hombre está aprisionado por la rutina. Hace algo hoy, lo hará mañana y también lo hizo ayer. Los días van pasando en una repetición constante de hechos”. Este hombre maquina es el ideal para el sistema Capitalista, su reacción es predecible, es algo como un reloj suizo, ¿podrá revelarse alguna vez este individuo en contra de la injusticia, si sus funciones de su aparato físico está acondicionado durante años igual que su mente y psiquis? Qué cambió en Venezuela en este Estado socialista, nada, el ciudadano es una maquinaria predecible, porque esta mutación de máquina a hombre humanista no se ha hecho, primero debe realizarse en su psiquis, en los planos más profundos. No tendremos socialismo verdadero hasta cuando el ciudadano cambie el sistema capitalista en su vida interna, comprenda su accionar verdaderamente, se convierta en un estudioso de sus reacciones más profundas. Necesita maestros verdaderos que incentiven al ciudadano para que haga los cambios, una ciencia social de la liberación psíquica y social. Este hombre capitalista es un feto que permanece en su mundo acuoso, la matriz del capitalismo, ni siquiera piensa que está en posición fetal, no pone en duda su mundo frágil y engañoso, pero seguro, afuera está la libertad, el mundo real, el ser humano vital, verdadero que lo espera para enseñarlo y despertarlo de su mentira de siglos. Si logra salir será libre.
Marx señaló una cuádruple alienación en esa parte vital, el trabajo: con respecto a su producto, con respecto a su propia actividad, con respecto a la naturaleza y con respecto a los otros hombres. El producto del trabajo no va directamente a la satisfacción de las necesidades del trabajador, sino que cobra una existencia autónoma que se le opone. Este producto sirve como instrumento de su explotación. El trabajador está alienado de su producto y en consecuencia está alienado de su propio trabajo. En esta actividad el ciudadano no se afirma y realiza, sino que por el contrario, siente estarse negando, realizándola por una obligación. Está igualmente alienado en relación con la naturaleza extrayendo de ella para otros los bienes y riquezas que guarda. Está alienado en relación a los otros. El hombre debe reconocer su trabajo como dirigido a la especie. No es sólo para su mantenimiento egoísta sino también para el de otros. Este hombre se convierte así en cuádruple alienado, esa enfermedad lo mantiene distante de la naturaleza, lo disgrega de ella, de si mismo, de su trabajo, de los otros hombres, en contraposición del concepto de humanismo y solidaridad que se busca en una sociedad verdadera.
Afuera de su mundo seguro, que es realmente como una trampa o guillotina, está la libertad, el mundo real, el ser humano vital, verdadero que lo espera para enseñarlo y despertarlo de su mentira de siglos. Si logra salir será libre.
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