El Maestro Rodríguez

No me refiero a Simón Rodríguez, sino a Jorge, que fue un gran maestro, de la Normal de Rubio, que anduvo por pueblos, caseríos, alfabetizando, enseñando y después en la Liga Socialista, siempre enseñando. En su familia, con sus hijos. Hoy andaría con la Misión Robinson y las otras; en las escuelas bolivarianas, en los consejos comunales, siempre soñando caminos. Mañana se cumplen 31 años de su asesinato. Sembrando valores cuya esencia es la vida, no ideologizando, pues no es lo mismo. Ideologizar es imponer ideas y probablemente falsa conciencia, principalmente a través del poder del mercado o del Estado. Sembrar valores es una actitud fundada en el altruismo, que exige coherencia entre lo que se dice y lo que se hace. Educar no es instruir, ni entrenar. Es favorecer la expresión creadora del ser, capaz de reinventar, transformarse a sí mismo y al mundo; educar al que educa. Donde la dignidad y el respeto, nunca estén en juego. La televisión reproduce el egoísmo, la competencia desenfrenada, el utilitarismo, contrarios a la solidaridad. La escuela ha venido siendo un complemento, pues “gracias a los profesores y a los exámenes, el arribismo comienza a los seis años.” El amor se ha ido de las aulas y se han ido estableciendo formas de represión. El placer del saber se ha transformado en displacer atiborrado de conocimientos. La cantidad viene derrotando a la calidad. Una “inocente” película infantil, justifica la tortura. Unos estudiantes, creen en la tortura, porque un profesor les dijo que si un terrorista sabe donde está una bomba que mataría a miles, es legítimo torturarlo. Esa creencia no se debe solo a esa inmoral explicación, sino al contexto de la educación de hoy, donde la TV, los líderes políticos, nosotros los educadores, la publicidad comercial, estamos diezmando la conciencia de niños y jóvenes. Esos estudiantes con los que hablé, no son malas personas. Son víctimas y victimarios. Salen a luchar por la libertad de expresión y los derechos humanos, pero ven la tortura como opción. El discurso contra no es suficiente. El incremento de las cantidades tampoco. Cuando el amor se fuga de las aulas y de la práctica docente, el utilitarismo es la respuesta: vale todo, hasta la tortura que martirizó el cuerpo de Jorge hasta la muerte.


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Julio Escalona


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