La cultura como elemento de integración

Considerando el concepto de cultura encontrado en algunos papeles de trabajo sobre el sector, donde se define como: “el conjunto de manifestaciones, representaciones, procedimientos y modalidades de la creatividad humana, individuales y colectivas, aprendidas, acumuladas, permanentemente enriquecidas, que determinan la singularidad de una sociedad y de las diversidades que la integran como totalidad histórica situada en un espacio determinado.”

Tendremos entonces que, dentro del proceso de integración, la cultura es uno de los elementos estructurales más polivalentes. Es preciso contemplarlo como un sistema de sistemas; en el espacio, en la realidad existencial y coexistencial del hombre, como individuo, como ser colectivo, en su casa, comunidades y sociedades en sus acompañamientos y soledades, con sus interacciones, hasta envolver a la humanidad con su dialéctica histórica, en el término integral y absoluto de su acepción.

El cóctel genético consecuencia de la conquista, la colonización (“donde los indios vivos se convirtieron a cristianos muertos”), el comercio de esclavos y las migraciones, nos desnuda hoy a Latinoamérica, como un continente multiétnico, pluricultural, heterogéneo en sus valores, expresiones, estilos, tradiciones y costumbres en general, pero, con personalidad propia y una diversidad que definen en sí, su identidad, y en el contexto jurídico-geopolítico, su soberanía.

La integración de los individuos y de los pueblos lleva implícito el hecho cognitivo, del conocimiento y este a la comprensión como catalizador-inhibidor de armonías, simpatías, resonancias, fraternidades, disonancias, hostilidades, antipatías, discordias, etcétera.

Los latinoamericanos nos reconocemos con espíritu, corazón y mente en la historia, la geografía, la religión, en nuestros orígenes, en el idioma, el fenotipo, en nuestras virtudes y miserias, en nuestras eternas luchas libertarias. La energía de expansión de estas relaciones comienza a manifestarse en la medida en que mujeres y hombres comprenden su verdadera identidad como ser. Es decir adquieren conciencia de sí.

RECONOCERSE Y SER

Sheikh Ismail Hakki: “El encuentro con la realidad profunda de si mismo le lleva a la percepción verdadera que conduce al conocimiento”…

Un individuo al carecer del conocimiento adecuado, y no tener conciencia de sí mismo, tiende a especular por lo general de manera equivocada, sobre una serie de distorsiones las cuales va implantando en su mente como propias verdades , a través de esto desarrolla sentimientos y relaciones discordantes.

Es de vital importancia para el, tener acceso a los elementos cognitivos y procesos que le permitan lograr definirse auténticamente, verse identificado en su idiosincrasia, degustar su amor propio, esto implica la génesis misma del hecho cultural, y sustento para su intercambio.

De no darse lo anteriormente expuesto, puede un pueblo existir en estado de latencia agravada y sostenida, en un ir y venir de falsas informaciones o desinformaciones, llegar a ser manipulado, sumergido en un universo de discriminaciones, exclusiones, humillaciones e injusticias, disfrazando entre esos falsos valores, un mundo que no es un mundo real sino imagen de las distorsiones suministradas o establecidas.

Esto acumula continuamente una energía producto de las negaciones del ser, hasta que los propios individuos en sus vivencias y conocimientos van identificando y comprendiendo su naturaleza, su realidad, descifrando su memoria histórica, adquieren la conciencia de sí, e inexorablemente comienzan a romper las ataduras, generándose la exaltación del cambio, lo cual no es más que la percepción de la conciencia revolucionaria.

Entonces la persona por medio de sus afinidades culturales, del intelecto, su sabiduría y sentimientos de atracción como elementos de claridad, comienza a discernir lo que es bueno para cada cual, lo que es bueno para todos. En términos generales va develando la pertinencia y fuerza del colectivo, la textura social, la vivencia solidaria de crear en conjunto soluciones a los problemas. Si ampliamos este enfoque al colectivo latinoamericano y caribeño, desde la comunidad hasta el continente, poco a poco pero juntos, iremos construyendo una base sólida de entendimiento, lo que generará la integración de nuestros pueblos como resultado auténtico de un profundo e inmenso proceso revolucionario.

Debemos aprovechar el momento histórico, apoyando, promoviendo con firmeza, claridad y convicción, la unión latinoamericana y caribeña que prioriza la integración en lo humano y lo social de nuestros pueblos, expresando su multiculturalidad con los aportes de todas las razas, religiones y regiones, como un ejercicio colectivo de la creación mental en función de generar las nuevas formas asociativas, productivas, institucionales, nuevas inversiones como respuestas a los retos de este milenio.

Unidos en el ideal socialista imponernos a las fuerzas contrarias al interés colectivo mayoritario, por encima de las tendencias divisionistas (externas e internas), inmunes a la injuria, a la infamia, al oprobio aliado (por instantes es oportuno el silencio, luego se retoma la trinchera) y al del adversario, real o mediático, rompiendo el asedio egoísta de la decadente demencia material capitalista para devolverle un hermoso continente al futuro.

phaseolus2000@gmail.com


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Carlos Pérez


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