Manguarear, entregarse al burocratismo y generar corrupción es hacer contrarrevolución

Manguareo, irresponsabilidad y socialismo del siglo XXI

Pese a que somos enemigos de andar buscando culpables para responsabilizarnos de las fallas o errores cometidos en este proceso revolucionario bolivariano, sí es oportuno revisar el papel de las funcionarias y de los funcionarios que ejercen cargos gubernamentales, ya sea por elección popular o por decisión ejecutiva.

Las virtudes y los defectos de nuestras funcionarias y nuestros funcionarios, tienen un sello cultural que es heredado —en términos generales— de la más rancia sociedad capitalista. Y, en el caso venezolano, de las huellas frescas dejadas por el puntofijismo, por su estilo de gobernar, por su clientelismo, burocratismo y su corruptela.

Debido a esa terrible impronta, las funcionarias y los funcionarios que, desde 1999, han formado o forman parte de este Gobierno revolucionario, han tenido y tienen que luchar contra valores de la sociedad que se quiere desmontar, mientras se avanza hacia el socialismo.

La desventajosa lucha entre culturas se basa en lo aprendido, lo asimilado, lo vivenciado hasta el punto de hacerse conducta y —por otra parte— lo por aprender, lo por asimilar, lo por vivenciar, hasta llegar a convertirlo en nueva conducta social, en conducta de revolucionarios.

Digo desventajosa, porque lo que está asentado y convertido en conducta no es fácil de deslastrar, simplemente, con la aplicación de nuevos códigos de mensaje. Hace falta todo un proceso lento, perseverante y molecular que nos conduzca a reconocernos en unos valores y en un pensamiento, distinto al que se nos ha terminado imponiendo, conforme a la manera como se produce en el capitalismo, que es explotando a seres humanos para acumular riquezas.

Ahora, las desventajas no son una novedad para los revolucionarios. Y mucho menos una razón para apartarnos del combate. Lo que hace falta observar en este proyecto socialista que se construye a partir de la Revolución Bolivariana es que muchas de las batallas se libran contra enemigos que perviven enquistados hasta en el núcleo de nuestras células.

Uno de esos enemigos, que se expresa, sobre todo, en las y los funcionarios públicos, es el manguareo. Se manguarea para no dar respuestas, para no pensar, para aparentar que se trabaja o se está ocupado. Se manguarea porque no se siente ninguna identificación con lo que se hace. Y como más se deshace manguareando, que lo que se hace, entonces no hay dolor por el dinero invertido en proyectos que, así no llegan a ningún lugar, a ninguna realización.

Manguarear, entregarse al burocratismo y generar corrupción es, en una palabra, hacer contrarrevolución, detener el proceso, sabotearlo, impedir la construcción del socialismo.

La pelea es a fondo, requiere radicalidad y compromiso bien definido, que esté mucho más allá de las consignas y de las poses aparentes. No es posible que cuando se deba hacer, no se haga. No es posible que cuando se deba decidir, no se decida. No es posible que cuando se deba luchar, no se luche. No es posible que cuando se deba vencer, se pierda el tiempo manguareando.

Es la hora de la revisión, es la hora de rectificar a partir de una visión de patria nueva y socialismo. Si no, no habrá posibilidad de reimpulsar este proceso para la victoria final.

siglosocialista@hotmail.com
Publicado originalmente en la edición 196 de
Todos Adentro



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Iván Padilla Bravo

Director del semanario cultural "Todos Adentro", medio adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura. http://www.mincultura.gob.ve/

 ivanpadillabravo@gmail.com      @IvanPadillaB

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