Hay un adagio histórico que dice como sentencia: “Todos los caminos conducen a Roma”, y eso, debido a que los romanos quisieron imponer su sociedad imperial por todo el mundo. Este imperio nació en parte del ejemplo de la experiencia griega y la hegemonía conocida de Alejandro Magno de Macedonia que soñaba con la conquista del Imperio Persa. Existe un mito acerca de los fundadores de Roma llamados Rómulo y Remo, hermanos gemelos, ambos según el mito -nacidos de la unión del dios Marte y la sacerdotisa Rea Silvia-. Eran dos hombres de cuidado, entre intrigas y envidias fundaron territorios opuestos y uno mató al otro. De este hecho, se tomó el “incidente” como la fecha de la fundación de Roma un 21 de abril del año 753 a.c. según el historiador Tito Livio.
Han pasado varios siglos y el sueño imperial de las potencias poderosas se hacen presentes 2.000 años después de Cristo, para controlar el mundo actual en conquistas, invasiones modernas y tecnológicas. No todo es casual en la historia, muchas naciones como la estadounidense, países europeos o asiáticos a pesar de su poderío, sufren de una sociedad socialmente desgarrada por dentro, porque el mayor imperio del mundo globalizado, lo constituyen la hegemonía comunicacional de los medios y la transculturación invasora. ¿Quiénes la dominan?. El poder elitesco político y monárquico del mundo. ¿Quiénes le secundan?. La iglesia, la banca, los magnates y las grandes corporaciones trasnacionales entre otros grupos.
La sociedad romana antes de Cristo estuvo divida por patricios y plebeyos, los primeros pertenecían a familias nobles y descendían de los primeros pobladores de Roma. Tenían derechos, poseían tierras, ganado y podían participar en la administración del Estado. Los otros, los que no formaban parte de ninguna familia, se les consideraba plebeyos, por esa razón, no tenían derecho a ser ciudadanos pese a que eran mayoría en la población. Se les negaba a unirse en matrimonio con patricios.
La sociedad moderna no ha cambiado mucho, aún en países llamados “desarrollados”, es normal de sus culturas ver racismo, xenofobia, discriminación, etc...así como gobiernos monárquicos y neocolonialistas. Las naciones emergentes o llamadas algunas “países en vías de desarrollo”, han optado por ser libres y soberanas después de 500 años pasados de la colonia. Revoluciones, batallas, guerras han vivido todos estos pueblos para la emancipación de sus gentes y territorios.
La práctica y conducta de los siglos pasados, se combinan con el modernismo actual manifestado de la manera mas vulgar y semejante a los imperios ya desaparecidos. Los pueblos latinoamericanos han marcado el siglo XXI con un viraje a la izquierda y gobiernos progresistas. Estos pueblos que durante los últimos 100 años de historia contemporánea estuvieron arrasados por dictaduras, golpes militaristas, guerras civiles, intervenciones montadas por potencias neocolonialistas e imperios en vías de desarrollo, se hicieron llamar en algunos casos “gobiernos democráticos” bajo el pretexto de democracias representativas.
La democracia ha sido utilizada solo en su etimología griega como excusa (dêmos, pueblo y kratos, autoridad), concepto que especifica a un “pueblo” que ejerce la “soberanía”, lo que en verdad, se convierte en ejercicio electoral para votar y transferir poder absoluto a los representantes y dirigentes del pueblo. Venezuela pasó a ser icono de esa democracia representativa, entreguista y excluyente que gobernó por 40 años en un plan de pacto que se renueva cada cierto tiempo por las élites y oligarquías vetustas que paren figuras nuevas y clonadas tratando de revivir el pasado nefasto de esa “democracia representativa” a través de la iglesia, las empresas trasnacionales, la banca, la oligarquía criolla y como nuevo elemento los medios de comunicación que descontextualizan y desinforman.
El primer paso para el viraje hacia la izquierda fue señalado por los descontentos populares e insurrecciones militares a finales del siglo XX y con la llegada del Comandante Chávez estrenando el siglo XXI, para partir así, la historia de las 4 repúblicas fracasadas en Venezuela hasta 1999 y el nuevo intento con una 5ta. República que emerge aún en construcción, con la democracia participativa y protagónica que se enrumba hacia el socialismo integrador, pluripolar y latinoamericanista de la patria buena del siglo XXI.
Cabe preguntarse entonces, ¿existen plebeyos y patricios en Venezuela?. Los conceptos aunque suenan distintos se parecen a los chavistas y escuálidos que nacen cada día. El primero, en una combinación de sarcasmo elitesco respecto a ser “chavista” y describir la “tierra” que sigue a Chávez (como sucio, bajo, ignorante, miserable, etc) pero luego, “como tiro por la culata” convertido en símbolo de revolución bolivariana (de inclusión, lucha, patria, soberanía y libertad). Como respuesta, a la oposición política se le calificó de escuálidos por la poca convocatoria de seguidores; término que a la vez, asumieron con orgullo pregonado para decir: ¡soy escuálido y qué!..., actitud contestataria de respuesta hacia el pueblo humilde y excluido, lo que extrañamente se describe en un significado de sucio, repugnante, pálido y macilento.
Mientras el socialismo se manifiesta como respuesta a la miseria que imponen a los pueblos los imperios que nacen, mueren y renacen, la historia enseña las mismas conductas de los tiempos pasados del hombre que se lanza hacia el propio hombre en su explotación y desigualdad, para apoderarse y reproducirse como la plaga que domine el planeta. La tecnología y los “plebeyos” de la comunicación del mundo perfeccionan la guerra y el ataque.
El pueblo siempre sabio, caminará por otros caminos distintos a Roma, el camino para iguales y contrarios planteados como objetivo de lucha por la madre patria, la libertad y soberanía. Porque de seguir por la “Roma imperial pasada”, el mundo neocolonial se apoderaría de las fuentes naturales y energéticas que alimenten al nuevo imperio “vampirista y chupa sangre”, de ese modo, tratarán de imponer la miseria en tierras luchadoras, desangrando a patricios y plebeyos retrógrados ó incluso, a chavistas y escuálidos modernos.
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