Fidel Castro y el futuro de Cuba

El 19 de febrero de 2008, en un mensaje destinado a sus compatriotas, Fidel Castro anunció oficialmente que no postularía a un nuevo mandato presidencial. Se trata, sin lugar a dudas, de un anuncio de una importancia histórica trascendental. Después de ejercer el cargo de Primer Ministro durante casi 18 años (febrero de 1959 – enero de 1976) y ocupar el puesto de Presidente de la República del 2 de diciembre de 1976 al 31 de julio de 2006, el más famoso líder revolucionario del siglo XX se retiró de la vida política oficial cuatro días antes de las elecciones que designarían a los miembros del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros y su presidente (1).

Las razones de esta decisión

El estado de salud de Fidel Castro explica en gran parte esta decisión. Además, subrayó la necesidad de preparar «sicológica y políticamente» al pueblo cubano para su ausencia. Se trataba según él de su «primera obligación». Por estas razones, informó al pueblo cubano de su deseo. «A mis entrañables compatriotas, que me hicieron el inmenso honor de elegirme en días recientes como miembro del Parlamento [...], les comunico que no aspiraré ni aceptaré –repito– no aspiraré ni aceptaré, el cargo de Presidente del Consejo de Estado y Comandante en Jefe» (2).

El líder cubano dio pruebas de lucidez al respecto. «Traicionaría, por tanto, mi conciencia ocupar una responsabilidad que requiere una movilidad y entrega totales que no estoy en condiciones físicas de ofrecer [...]. Prepararse siempre para la peor de las variantes. Ser tan prudentes en el éxito como firmes en la adversidad, es un principio que no puede olvidarse», declaró (3).

Esta decisión es lógica en la medida en que Fidel Castro ya había dado muestras de su voluntad de no «aferrar[se] a cargos» y «ser consecuente hasta el final», en una carta del 17 de diciembre de 2007 (4). La población cubana acogió la noticia sin sorpresa, con calma y tranquilidad, pero también con cierta tristeza como demostraron varias manifestaciones de apoyo y solidaridad para con su líder en la capital y a través del país (5). «Mucha gente está triste hoy», reportó Associated Press. «Cuba reaccionó a la retirada de Castro el martes con una calma sorprendente [...]. Se trataba de un día como otro [...]. Nadie parecía temer repentinas perturbaciones –y aún menos un colapso total– del sistema socialista», añadió la agencia de prensa estadounidense (6).

Las reacciones en Estados Unidos

Por parte de Estados Unidos, las declaraciones «injerencistas» se han multiplicado y estuvieron impregnadas, como de costumbre, de cierto tufo colonialista. El presidente Bush afirmó que «la comunidad internacional deb[ía] trabajar con el pueblo cubano para empezar a construir instituciones necesarias para la democracia». Por su parte, el senador John McCain de Arizona, candidato del partido republicano a las elecciones presidenciales, subrayó la necesidad de «presionar al régimen cubano» (7).

Incluso la candidata demócrata, Hillary Clinton, dio muestras de su incapacidad de desmarcarse de la política obsoleta de la Casa Blanca. «Necesitamos un presidente que trabaje con los países del mundo entero, con Europa, con el hemisferio occidental para presionar a Cuba» (8).

El senador demócrata de Connecticut, Christopher Dodd, lanzó una llamada a la razón: «El embargo de Estados Unidos sobre Cuba es una de las políticas exteriores más ineficaces y retrógradas de la historia. Hoy, Estados Unidos tiene por fin una oportunidad de hacer borrón y cuenta nueva». El congresista republicano de Arizona, Jeff Flake, por su parte, preconizó «un nuevo enfoque hacia Cuba por parte del gobierno estadounidense» (9).

El mismo día del anuncio oficial de Fidel Castro, 104 miembros del Congreso de Estados Unidos de un total de 435, enviaron una carta abierta a la secretaria de Estado Condoleezza Rice exigiendo una «revisión total» de la política de Washington hacia Cuba. «Después de 50 años, consideramos que ya es hora de pensar y actuar de una forma nueva». Los firmantes insistieron en la absoluta falta de resultados: «Durante cinco decenios, la política estadounidense apostó por las sanciones económicas y el aislamiento diplomático para obligar al gobierno cubano al cambio. La evolución de la situación demuestra que esta política no ha funcionado» (10).

Pero John Negroponte, secretario de Estado adjunto, aseguró de manera categórica que las sanciones económicas anacrónicas e inhumanas sobre Cuba no se levantarían y que la política hostil hacia Cuba seguiría su curso (11).

Estas palabras ilustran la incapacidad de Washington para aceptar la realidad de una Cuba soberana e independiente. Estados Unidos se ensaña de manera cruel, desesperada y contraproducente en un pequeño país del Tercer Mundo que se niega a agachar la cabeza, sin admitir que su estrategia de estado de sitio que aplica desde hace medio siglo es un estrepitoso fracaso.

Las reacciones europeas

Los países de la Unión Europea no dieron prueba de sagacidad repitiendo la misma retórica de Washington y olvidando que La Habana no acepta ninguna injerencia en sus asuntos internos. El Primer Ministro francés, François Fillon, exigió «una evolución del régimen cubano hacia la democracia» (12). El ministerio de Relaciones Exteriores británico, por su parte, lanzó una llamada a un «mayor respeto de los derechos humanos» y de reformas políticas y económicas más amplias. En Bruselas, Javier Solana, el alto representante de la Política Exterior y de la Seguridad Común de la Unión Europea, también aludió a un «proceso de transición democrática» (13). El presidente del Parlamento Europeo Hans-Gert Poettering adoptó el mismo discurso (14).

Incluso España, que preconiza un acercamiento y el diálogo con La Habana, no pudo evitar la expresión de palabras inaceptables e hirientes para los cubanos. El embajador español en Washington, Carlos Westendorp, expresó al respecto: «Podemos tener discrepancias con las comunidades cubanas y con nuestros amigos en Estados Unidos con respecto a la relación con Cuba, pero son más tácticas que estratégicas» (15).

El objetivo declarado de Washington es devolver a Cuba a su estatus de neocolonia, como lo demuestran las leyes Torricelli de 1992 y Helms-Burton de 1996, así como los dos informes de la Comisión de Asistencia para una Cuba Libre de 2004 y 2006 (16). Afirmar que Madrid persigue el mismo objetivo no es más que una infamia moral y una cobardía política.


Italia aunque favorezca la eliminación de las sanciones políticas y diplomáticas así como de la ilegítima Posición Común que Europa impone a Cuba, no estuvo más inspirada, aunque ha tenido un enfoque más constructivo. El subsecretario de Relaciones Exteriores para América Latina, Donato Di Santo, también aludió a «una transición democrática» y al «respeto de los derechos humanos» (17).

Las naciones del Viejo Continente demostraron su total incapacidad para adoptar una política pragmática e independiente de la influencia estadounidense respecto a Cuba. La arrogancia y la pretensión fueron evidentes. Conviene recordar que Bruselas sufre una absoluta carencia de legitimidad moral para dar lecciones a Cuba sobre la democracia y los derechos humanos, como demuestran los informes anuales de Amnistía Internacional (18). Pero a la Vieja Europa le cuesta liberarse del sentimiento de superioridad que la caracteriza.

Las reacciones de América Latina y el Tercer Mundo

En América Latina, las reacciones fueron diferentes. La Bolivia de Evo Morales aseguró que las relaciones con Cuba seguirían siendo excelentes. «Se trata de una relación de Estado a Estado, de gobierno a gobierno, que no dependen de una sola persona» (19).

El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva señaló que el «proceso se desarolla[ba] de forma tranquila [...]. Tengo un profundo respeto por el pueblo cubano [y] creo que es el pueblo más politizado del planeta [...] Cada pueblo decide su régimen político [y] vamos a dejar que los cubanos decidan lo que quieren hacer. Los cubanos tienen madurez para resolver sus problemas» (20). Lula recordó también que «Fidel es el único mito vivo de la historia de la humanidad» (21).

El gobierno mexicano informó de «su voluntad de seguir avanzando en el proceso de acercamiento bilateral, iniciado hace varios meses, encaminado al restablecimiento pleno de relaciones respetuosas y mutuamente beneficiosas para México y Cuba», añadiendo que «dada la importancia que tiene para México la relación con Cuba, el gobierno mexicano seguirá con atención los acontecimientos políticos en esta nueva etapa de la historia de Cuba, con pleno respeto a la autodeterminación y voluntad del pueblo cubano» (22).


Chile y Guatemala también saludaron la decisión de Fidel Castro. El presidente guatemalteco, Álvaro Colom, afirmó que no afectaría de ningún modo a las «relaciones plenas y excelentes con Cuba» (23). El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, insistió en el hecho de que Cuba es una nación soberana. «Deben ser los propios cubanos, a través del diálogo libre y pacífico, y sin injerencias externas, quienes encuentren el camino más apropiado para el bienestar de su pueblo» (24).

Por su parte, el presidente venezolano Hugo Chávez declaró que Fidel Castro «siempre estará en la vanguardia [pues] los hombres como Fidel nunca se retiran». El líder bolivariano añadió que «el pueblo de Cuba ha demostrado al mundo, y sobre todo al imperio, que la Revolución Cubana no depende de una persona, de una coyuntura [o] de una circunstancia» (25).

En Sudáfrica, el Congreso Nacional Africano (ANC), partido en el poder, rindió homenaje al líder cubano calificándolo de «leyenda viva». «El pueblo cubano, bajo la dirección del presidente Castro, se involucró en la liberación del pueblo oprimido de África, particularmente de Sudáfrica», subrayó la declaración de la ANC, recordando que cerca de 300.000 soldados cubanos contribuyeron a la independencia de Angola y a la caída del régimen de apartheid. «No sólo han contribuido a la transformación de nuestro país, sino que han seguido apoyando nuestros esfuerzos de reconstrucción y desarrollo enviando a sus médicos». Numerosos dirigentes de todo el mundo también saludaron la decisión de Fidel Castro y mostraron su solidaridad con Cuba (26).

La población cubana descubrió la integridad de las reacciones mundiales difundidas durante el programa televisivo Mesa Redonda del 20 de febrero de 2008. Sólo fue herida en su extrema sensibilidad, como siempre, cuando se trata de su independencia frente al desprecio de algunos países occidentales, incapaces de entender que sólo el lenguaje basado en el respeto, la reciprocidad y la no injerencia en los asuntos internos es escuchado por los cubanos.

Hablar de proceso de transición sería un grave error. Los cubanos no quieren de ninguna manera volver a una economía de mercado que sería sinónimo de atentado contra sus conquistas sociales y su soberanía. Se trata en realidad de un proceso de continuidad revolucionaria, profundamente arraigado en el seno de la sociedad cubana y, sin lugar a dudas, irreversible.

Los que en Estados Unidos y en Europa occidental pensaban que los cubanos iban a recibir la noticia del retiro de Fidel Castro con alegría ignoran totalmente las realidades de Cuba hoy. La inmensa mayoría de la población profesa un cariño, una admiración y un respeto infinitos a su líder político, histórico, moral y espiritual. Por otra parte, si los cubanos han aceptado más o menos el hecho de que Fidel Castro no desee aspirar a la presidencia de la República, se niegan categóricamente a que éste deje su grado de Comandante en Jefe.

Cuba no es sensible a las presiones, ni al chantaje y todavía menos a las amenazas. El gobierno revolucionario no aceptará ninguna exigencia por parte de Washington o de Europa occidental. Esta realidad la tienen que entender los que pretenden decidir del destino de Cuba en lugar de los mismos cubanos.

Más allá de cualquier consideración ideológica, conviene reconocer que Fidel Castro ha permitido a la patria de José Martí que conquiste su independencia y su libertad, que adquiera un nivel de desarrollo humano similar al de los países más avanzados y que goce de un prestigio internacional fuera de lo común en el Tercer Mundo. Por ello, los cubanos le estarán eternamente agradecidos.

Revisado por Caty R.


Notas

(1) Fidel Castro Ruz, «Mensaje del Comandante en Jefe», Granma, 19 de febrero de 2008.
(2) Ibid.
(3) Ibid.
(4) Fidel Castro Ruz, «Carta de Fidel a la Mesa Redonda», 17 de diciembre de 2007.
(5) El autor se encuentra actualmente en La Habana.
(6) Will Weissert, «Castro Retirement Managed From Start», The Associated Press, 19 de febrero de 2008.
(7) The Associated Press, «Washington Quotes on Castro. U.S. Government Reactions to Cuban President Fidel Castro’s Resignation Monday», 19 de febrero de 2008.
(8) The Associated Press/El Nuevo Herald, «Washington ve a Raúl Castro como un ‘dictador lite’», 19 de febrero de 2008.
(9) The Associated Press, «Washington Quotes on Castro. U.S. Government Reactions to Cuban President Fidel Castro’s Resignation Monday», op. cit.
(10) Agence France Presse, «Des parlementaires américains exigent un changement de politique envers Cuba», 19 de febrero de 2008; Agence France Presse, «US Lawmakers Urge Review of Cuba Policy», 19 de febrero de 2008.
(11) The Associated Press, «US Says It Won’t Lift Cuba Embargo», 19 de febrero de 2008.
(12) Agence France Presse, «Fillon: la ‘vraie question’ pour Cuba est celle de la démocratie», 19 de febrero de 2008.
(13) The Associated Press/El Nuevo Herald, «Bush: Salida de Castro debe ser inicio de transición», 19 de febrero de 2008.
(14) Wilfredo Cancio Isla, «El fin de una era», El Nuevo Herald, 19 de febrero de 2008.
(15) Wilfredo Cancio Isla, «España favorece diálogo abierto con La Habana», El Nuevo Herald, 19 de febrero de 2008.
(16) Salim Lamrani, Fidel Castro, Cuba et les Etats-Unis (Pantin: Le Temps des Cerises, 2006), capítulo IV.
(17) The Associated Press/El Nuevo Herald, «Expectativa mundial por renuncia de Fidel Castro», 19 de febrero de 2008.
(18) Amnesty International, informe 2007.
(19) The Associated Press/El Nuevo Herald, «Expectativa mundial por renuncia de Fidel Castro», op. cit.
(20) Ibid.
(21) Libération, «Des appels à davantage de démocratie à Cuba», 20 de febrero de 2008.
(22) The Associated Press/El Nuevo Herald, «Expectativa mundial por renuncia de Fidel Castro», op. cit.
(23) Ibid.
(24) Gerardo Reyes, «Sorpresa y dudas en América Latina por renuncia de Castro», El Nuevo Herald, 20 de febrero de 2008.
(25) Agencia Bolivariana de Noticias, «Chávez: Fidel no renuncia, siempre estará en la vanguardia», 19 de febrero de 2008.
(26) Granma, «Personalidades mundiales elogian altura política de Fidel», 21 de febrero de 2008.


(*) Salim Lamrani es profesor, escritor y periodista francés especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Ha publicado los libros: Washington contre Cuba (Pantin: Le Temps des Cerises, 2005), Cuba face à l’Empire (Genève: Timeli, 2006) y Fidel Castro, Cuba et les Etats-Unis (Pantin: Le Temps des Cerises, 2006). Acaba de publicar Double Morale. Cuba, l’Union européenne et les droits de l’homme (Paris: Editions Estrella, 2008).

Contacto: lamranisalim@yahoo.fr

Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate. Este artículo se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la revisora y la fuente.



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Salim Lamrani*

Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

 lamranisalim@yahoo.fr

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