¿Socialismo del Siglo XXI sin Teoría Crítica? (O la Revolución según Dieterich)

Resulta llamativo y preocupante que en la revolución bolivariana no se haya generado el estudio en profundidad y el debate a gran escala en torno a la Teoría Crítica, uno de los cuerpos conceptuales más revolucionarios del siglo XX que bien pudiera ayudar a definir o a orientar un poco mejor eso que denominan “Socialismo del Siglo XXI.

A excepción de tres o cuatro pensadores – sistematizadores que identifican o tratan de identificar la simiente ideológica de este proceso, como Carlos Lanz, Haiman El Troudi y Ronald Denis más nadie del espectro filosófico revolucionario venezolano pareciera estar interesado en escudriñar esto de la Teoría Crítica (digo pensadores – sistematizadores, porque dejan constancia escrita de lo que piensan, ya que los otros ‘no sistematizadores’, que son muchos, piensan pero no escriben).

Hemos vivido la experimentación del modelo de Estado de Jorge Giordani inspirado en el planificador chileno Matus y basado en las tesis socialdemócratas de Desarrollo Endógeno de Sunkel; la tesis de la economía popular de Elías Jaua y otros ministros como Héctor Navarro y Felipe Pérez, que pretendieron redimensionar y modelar las estructuras burocráticas de gobierno con teorías que son propias de movimientos sociales, comunitarios, rebeldes y autogestionarios, todas anti Estado por su naturaleza; la propuesta del gran salto adelante y la de los cinco motores (que sinceramente no sé a qué escuelas filosóficas obedecen su origen); y el modelo cooperativista de clara ascendencia capitalista y europea.

En cuanto a la doctrina militar, han estado en la mente de Chávez las vidas y ejemplos de Perón en Argentina, Velasco Alvarado en Perú y Torrijos en Panamá. De vez en cuando Mariátegui, que no fue militar, y es uno de los exponentes más fieles de la Teoría Crítica en América Latina, por cierto, lo tuvo de moda a lo sumo un año, y otro tanto del Che Guevara y de Fidel Castro, que pareciera estarse yendo cada día más hacia Jesucristo. Fidel dijo hace poco que es un cristiano sin Biblia, después de haberse mantenido como un férreo marxista – leninista y ateo por más de cuarenta años.

Últimamente, en el ámbito educativo, ha aparecido la influencia del socialdemócrata estatista Luís Beltrán Pietro Figueroa y de la maestra Belén San Juan, que basó su modelo de trabajo pedagógico en el amor, algo maravilloso, pero en esencia bajo una clara concepción funcionalista de la sociedad y de la educación.

Aquí, en el planteamiento educativo, la situación se torna aún más grave ya que no se percibe un debate filosófico serio para definir la proyección teórica - curricular del nuevo modelo, teniendo que presenciar y soportar el fuego cruzado de las tesis de Vygotski con las tesis agrarias de Zamora, el humanismo de Rogers con la ilustración clásica (y atea) de Simón Rodríguez, las improvisaciones del Ministro Adán Chávez con el funcionalismo de Belén San Juan, el keynesianismo de Beltrán con el conductismo estalinista de los cubanos. La Teoría Crítica aparece con mucha debilidad en algunos nichos rebeldes de la educación contestataria como Caracas, Aragua, Sucre, Lara, y Bolívar, en los que las enseñanzas de Paulo Freire (1973) persisten en colectivos de estudio muy reducidos o, en ocasiones, muy fanáticos, negando los elementos emancipatorios de la Teoría Crítica.

Llegado a este arroz con mango aparece Heinz Dieterich, dándonos una receta “inédita” acerca de un Socialismo (del Siglo XXI), en el que se niega toda vinculación con anteriores pensadores socialistas y con anteriores procesos donde se ha intentando desarrollar algún tipo de socialismo. No se propone siquiera remontarnos a los socialistas burgueses o al socialismo anarquista, sino llegar de plano a un socialismo totalmente original y puro prácticamente, cuestión que resulta imposible ya que para empezar no debería nombrar la palabra Socialismo, ya que existe antes de él y por Socialismo se han nombrado tantas cosas, buenas y malas, que nadie esta exento de saber que algo llamado Socialismo ha existido. Es como pretender crear una corriente cristiana sin que tenga nada que ver con Jesucristo. O hablar de un capitalismo que se niegue a discutir sobre valor, mercado, capital, explotación y ganancia.

A Heinz Dieterich, hay que pasearlo definitivamente por la Teoría Crítica.

Creo que sería más coherente y creíble su planteamiento si se asumiera como Teoricista-crítico, ya que en esencia mucho de lo que él propone está inmerso en las tesis originarias de la Teoría Crítica, cuya génesis está, a su vez, en lo más avanzado de los planteamientos de Carlos Marx.

Hagamos un poco de historia. A ver.

Corrían los años de 1920 cuando, en Frankfurt (Alemania), el Instituto de Investigación Social (Dar Institute Fur Sozialforshung), bajo la dirección de Max Horheimer, promovía el debate y daba nacimiento a un enfoque de la Ciencias Sociales que hoy conocemos como Teoría Crítica.

Más adelante se incorporan Erich Fromm, Theodor Adorno y Herbert Marcuse, que profundizaron los fundamentos de ascendencia marxista (crítica) de esta corriente y sentaron las bases filosóficas irreverentes y libertarias de lo que identifica a una de las más influyentes Escuelas del Pensamiento en todo el mundo: la Escuela de Frankfurt.

Esta Escuela, por razones políticas se vio amenazada en Alemania por los nazis, ya que tenía inicialmente una evidente orientación marxista y se vinculaban a ella prominentes pensadores judíos. Así que debe trasladarse en 1933 a Génova, Italia, y luego a Nueva York en 1934, donde se instaló en la Universidad de Columbia. Siguió su periplo hacia la ciudad de Los Ángeles en 1941 y terminó regresando a Frankfurt en 1953.

Teniendo sus orígenes en la filosofía marxista, como ya se ha señalado, la Escuela de Frankfurt, a través de la Teoría Crítica, es una rebelión contra el totalitarismo soviético (que basó su accionar político, social y militar en el legado de los filósofos y revolucionarios alemanes Carlos Marx y Federico Engels, pero adaptándolo a nuevas formas de dominación y control).

La Teoría Crítica se declara a favor de la interpretación y la comprensión de la realidad, sólo que incorporándole la praxis transformadora (para trascender los enfoques postpositivistas como la hermenéutica y la fenomenología, ya que no se trata de comprender el mundo, sino de transformarlo, como decía Marx). Para ello es necesario, en su visión política, ya que la Teoría Crítica es una posición definida de intelectualidad política, apoyarse en la valoración cultural, espiritual y subjetiva de las manifestaciones de la vida humana y accionar para su transformación, dadas las relaciones de dominación en que están basadas.

Esta escuela plantea no asumir absolutamente ninguna teoría filosófica como dogma y denuncia cualquier tipo de robotización del pensamiento, como lo pretendían los marxistas-leninistas, en su máximo esplendor después de la II Guerra Mundial, o los cuantitativistas de nuevo cuño. Ello le valió para ser acusada de revisionista por los jerarcas y los ideólogos de los partidos comunistas de entonces y ser vista con mucho recelo, rechazo y preocupación por los guardianes intelectuales postpositivistas del capitalismo moderno.

Todo esto pudiera explicarse debido a que la Escuela de Frankfurt estuvo marcada, en sus orígenes, por el llamado marxismo occidental, cuyas ideas centrales giraban en torno a la crítica del modelo hegeliano, y se consolidó cuando se contrapuso al marxismo soviético que estaba montado sobre la lógica del estalinismo.

La Teoría Crítica reivindica, en todo esto, a Carlos Marx. Eso debe quedar claro, pero lo reivindica desde la propia racionalidad dialéctica, la inconformidad permanente, la soberanía cognitiva y la rebeldía que manaba del pensamiento del propio Marx. La Teoría Crítica se encarga de recordar a los marxistas, que Carlos Marx nunca fue marxista, y rescata mucho de lo que fue la producción teórica del joven Marx, los famosos manuscritos por ejemplo, que la Academia de Ciencias de la URSS se encargó de ocultar deliberadamente por mucho tiempo.

Adorno, uno de los fundadores más destacados de la Teoría crítica, deja en claro sus desesperanzas frente a la racionalidad industrialista (soviética, europea o norteamericana), y cifra sus apuestas, por un mundo mejor, en el arte y la cultura. Eso sí, él no apuntaba a cualquier forma de arte y de cultura, sino a las vanguardias opuestas a las manifestaciones artísticas de masa del siglo XX, que se esforzaban sólo por el entretenimiento banal, la manipulación mediática y el manejo superficial de la información.

Otra influencia que signó el nacimiento y expansión de la Escuela de Frankfurt, se debió a las teorías de Max Weber y a la comprensión de la modernidad como un movimiento de racionalización y desencantamiento del mundo En esto nos recuerdan a Heidegger y Nietzche.

Posteriormente fueron apareciendo tendencias, profundizaciones y diferenciaciones, como el psicoanálisis de Freud, el planteamiento de contra hegemonía cultural de Gramsci, la teoría comunicacional de Habermas, y el nuevo modelo de análisis de la cultura de masas de Offe y Wermell, estos dos últimos, por cierto, muy distanciados de cualquier marxismo y Habermas otro tanto, aunque muchos pretendidos Teóricos Críticos actuales no lo sepan o no quieran aceptarlo.

Después de la II Guerra Mundial, el marxismo perdió definitivamente su fuerza dentro de la Escuela de Frankfurt ya que no resultaba comprensible cómo en el seno de un país gobernado por marxistas, la Unión Soviética, era posible un tipo de totalitarismo muy similar al fascismo. Por ello, diversos autores y pensadores indagaron en cómo la modernidad concebía el poder y cómo nuestra forma de comprenderlo a veces nos formaba para la acción, pero en ocasiones, esa forma de comprenderlo nos llevaba a actuar independientemente de lo que pensáramos o sintiéramos. Por ejemplo, en la URSS, pese a estar guiados por ideales de liberación, como en esencia pudiéramos ver al marxismo, la práctica gubernamental era egoísta, dictatorial, inquisitoria, perseguidora, alienada, militarista, represiva y mecánica. En estos ejercicios filosóficos se puso el énfasis en analizar la división entre la teoría y la práctica, la división entre trabajo intelectual y trabajo manual, la división entre sujeto y objeto, la existencia humana vista desde múltiples interpretaciones, la necesidad de la autonomía cognitiva para que toda persona piense con cabeza propia, el desarrollo de la conciencia y todo lo que se relaciona con la educación, la cultura, la subjetividad y la libertad.

La Teoría Crítica descubrió infinitas razones para plantear que un modelo de sociedad promovido desde la ortodoxia marxista, hoy diría, que desde cualquier ortodoxia, está condenado al fracaso. Que el motivo económico no es suficiente para avanzar en la eficiencia democrática de la convivencia humana y que la cultura juega un papel considerable en la evolución de la conciencia.

La Teoría Crítica propone que en la construcción de humanidad debe participar la flexibilidad, la espiritualidad, la creatividad, el amor, el sentido del contexto sociocultural, la memoria histórica, la acción política directa y la expresión de la intersubjetividad. También propone nuevas formas para producir conocimiento, y en eso se ha valido, especialmente desde sus corrientes socialistas utópicas o libertarias que aún persisten, de la Investigación Acción, así como del cuestionamiento sistemático al diseño curricular de los modelos educativos actuales, incluido el denominado currículo oculto y a la educación vista como una herramienta técnico instrumental de dominación del capitalismo.

En el inacabable y necesario debate filosófico sobre la relación sujeto – objeto, la Teoría Crítica muestra esta génesis del conocimiento coligada a cuestiones de valor e ideología. En tal sentido el conocimiento no es un conocimiento neutral, como se señaló igualmente con relación al currículo, sino que está asociado a intereses socio-históricos o, como lo plantean Kemmis y Habermas, a los intereses constitutivos del saber, que están a su vez estrechamente vinculados a las relaciones de poder y antipoder que se dan en la sociedad. La crítica ideológica se centrará, por tanto, en criterios como la colonización que el poder y la economía tienen sobre la vida humana.

Uno de los aspectos más desarrollados de la Teoría Crítica, en su constructo marxista (crítico), tuvo que ver con la diferenciación que hizo respecto a los enfoques técnico-instrumentales y fenomenológicos para proponer una avanzada hacia el interés emancipatorio, siendo uno de sus mejores proponentes Paulo Freire.

Este interés emancipatorio está asociado a la libertad plena del pensamiento, a la lucha consciente contra toda forma de apropiación del trabajo de otro, a la revolución permanente contra toda forma de explotación y enajenación del ser humano, a la búsqueda de una economía que no destruya al planeta y garantice condiciones saludables y espirituales de quienes trabajan y a la satisfacción integral - ecológica de todas las necesidades sociales, presentes y futuras.

Cuando Heinz Dieterich omite estas raíces de sus propios planteamientos, resta confianza y credibilidad a lo que él denomina Socialismo del Siglo XXI, o genera confusión, ya que como podemos constatar, quienes hemos leído sus obras, él es, de acuerdo a lo que identifica o ha identificado a la Teoría Crítica históricamente, un representante actual de esta teoría, o por lo menos un filósofo muy próximo a una de las corrientes de esa Teoría, la corriente marxista, ya que también es sabido que hoy en día la Teoría Crítica está dividida en corrientes que van de la derecha a la izquierda, pasando hasta por una pretendida corriente neutral, desde el punto de vista político, en los ámbitos de la industria cinematográfica norteamericana.

Es posible que Dieterich no se quiera asumir dentro de la corriente izquierdista de la Teoría Crítica, ni de ninguna corriente o escuela filosófica, para pasar por original o simplemente por soberbio, pero eso es poco serio y muy irresponsable, ya que la sociedad necesita saber de la historia sincera de las ideas, del debate sistemático y profundo de las ideas, sobre todo de las ideas que sirven como referencias para construir, como es el caso venezolano, el Socialismo del Siglo XXI, que todavía no sabemos en qué consiste ni de dónde se deriva y si tiene algo que ver realmente con la revolución.

rafa_ven21@yahoo.es


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Rafael Rodríguez Vergara


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