En aras de evidenciar un discurso que se aduce combatir, comento a continuación el artículo “Hombres históricos” del Sr. Antonio Aponte, publicado el 25.05.08 en www.ungranodemaiz.blogspot.com , donde refiriéndose, y exaltando, la figura de Fidel plantea que hay hombres sin los cuales la historia sería diferente (indudablemente), pero parece ir más allá, no habría historia.
El texto en cuestión, muestra la concepción positivista del mundo, cuando nos ofrece una construcción etnocéntrica de la historia: la exaltación del individuo, el desprendimiento del sujeto todopoderoso del colectivo, del momento, del espacio, de los, recursos y de los valores. ¿Cuál es la implicación de que una revolución se construya gracias a los poderes del líder, único ‘sujeto significativo’? ¿Cómo se logra un verdadero cambio en la sociedad si el resto de los ciudadanos que acompañan el proceso revolucionario mantienen relaciones de subordinación, dependencia e incluso inferioridad? (Y cuando tratan de trascender esta situación, en muchos casos, son descalificados).
Bajo este esquema pareciera resultar impensable que un colectivo pueda imaginar su liberación, evaluar tácticas, formular estrategias. Aparece entonces el colonialismo como dimensión constitutiva de esta experiencia: el proceso de un solo hombre, interno, autogenerado, el que tiene la verdad, el experto, el que ofrece las directrices a seguir para explicar el exitoso evento del bienestar colectivo. Tal construcción, se ubica en el más rancio positivismo, apela a la concepción unilineal y reduccionista de la historia en la cual un individuo es el protagonista, el héroe, olvidando las clases sociales, las personas, que en su acción colectiva son los que hacen la historia. Marc Bloch (2006) nos dice al respecto:
“Toda originalidad individual tiene sus límites (p. 120). El mayor genio no puede tener una experiencia total de la humanidad (p. 51). Por grande que fuera, ningún hombre podría, por la sola fuerza de su genio, suplir ese trabajo de generaciones (p. 121). La obra de una sociedad que modifica según sus necesidades el suelo en que vive es, como todos percibimos por instinto, un hecho eminentemente histórico (p. 29). Una vez más, no el hombre, nunca el hombre. Las sociedades humanas, los grupos organizados” (Lucien Febvre, citado por Bloch, p. 199).
Puedo entender al autor de este artículo, citando nuevamente a Bloch: “El individuo no posee jamás la conciencia inmediata de nada que no sean sus propios estados mentales (p. 54). El texto huele más a oratoria académica que a gabinete de trabajo. Sobre todo ha prescrito (p. 17). Es posible que si no nos ponemos en guardia, la llamada historia mal entendida acabe por desacreditar a la historia mejor comprendida” (p. 10).
*Docente-Investigadora, Fagro-UCV. Correo: polanco.delia@yahoo.es
Referencias citadas
Bloch M. (2006). Introducción a la historia. Traducción de P. González Casanova y Max Aub. 4ª reimpresión. 1ª edición en francés. 1949. Fondo de la Cultura. México. 200 p.