Mussolini y Hitler, el fascismo no fue un accidente histórico, como nos quieren hacer creer los apologistas de occidente. Los propagandistas de la burguesía invierten toneladas de tinta y papel para machacarnos a diario que Europa es la cuna de la cultura y de la libertad. Como corolario infieren que el fascismo fue un mero accidente histórico, una ocurrencia de unos desviados, insanos. Pues no, no es así. El fascismo es un producto genuino europeo, una consecuencia lógica del “pensamiento occidental”. Desde la perspectiva euro-céntrica, la cultura europea es la cultura universal, la cultura superior. Todos los pueblos del mundo fuera de ese pedacito de tierra que llaman Europa son inferiores, tienen una cultura primitiva. Las guerras de Europa contra el mundo acompañan la aniquilación física con la aniquilación cultural. Toda guerra europea significa la imposición de la cultura europea al pueblo vencido.
El problema de los europeos con el fascismo no es el fascismo mismo. El fascismo es uno de los productos más genuinos de Europa. Mussolini ocupa un lugar importante al lado de Newton, de Leonardo da Vinci, de Shakespeare y de otros entre los grandes hombres de la cultura europea. El Quijote, Hamlet, la Mona Lisa, la Torre Eiffel, el Partenón, y el fascismo están en la misma lista de las grandes obras europeas. Mientras se aplicaban prácticas fascistas a otros pueblos, mientras se le imponían regímenes fascistas a otros pueblos todos estaba bien, los europeos no se quejaban. Todo empezó cuando algunos brillantes hombres europeos pensaron que el fascismo, tal como lo habían practicado en otras partes, sería bueno para Europa también, digamos más bien para el capital. Los capitalistas europeos y de otras partes se aliaron con el fascismo, sistema político coherente con el capitalismo, y obtuvieron grandes ganancias. El fascismo también era visto como una alternativa para oponerse al comunismo. Resultó muy eficiente para mantener el pueblo a raya. Sirvió para que la burguesía viviera tranquila. La burguesía nunca sufrió persecuciones. La burguesía seguía haciendo negocios como siempre.
Europa no abandonó el fascismo después de la derrota de una parte del capitalismo europeo en la segunda gran guerra europea. El fascismo de la manera en que fue impuesto por Mussolini, Hitler, Franco y otros grandes hombres europeos se agotó rápidamente. Sin embargo, el fascismo siempre fue considerado por lo europeos como una forma eficiente de gobernar y mantener los pobres a raya. Esto explica en buena medida el apoyo de Europa y los Estados Unidos a los dictadores fascistas latinoamericanos, los cuales sirvieron a un doble propósito, contener el avance de los movimientos de liberación y crear las bases para profundizar el dominio del capital. Por ejemplo, Pinochet fue el arquitecto del milagro económico chileno, la supuesta prosperidad chilena actual se construyó con la sangre de miles de chilenos. Pinochet contó con el apoyo directo de la Europa culta. El juez Garzón quiso despistarnos y montó un circo con una supuesta detención de Pinochet. ¿Por qué no hicieron nada cuando Pinochet asesinaba chilenos a diestra y siniestra? Simplemente porque el fascismo estaba funcionando a su servicio.
En estos días hemos presenciado otra manifestación del fascismo europeo. Ahora van por los inmigrantes en suelo europeo, como ayer fueron en contra de ellos en sus propias tierras. Los africanos eran aceptados en Europa cuando los europeos traían a la fuerza para esclavizarlos. Los europeos no les aceptan que ahora vengan por su cuenta. Su afición por aniquilar a todo aquel que sea diferente no se ha desvanecido. Antes venían y nos aniquilaban en nuestras propias tierras, ahora quieren aniquilar el que se atreva a llegar a Europa. Ayer usaron todo su poder bélico para ocupar nuestras tierras, hoy usan ese mismo poder para mantenernos fuera de Europa. Ellos quieren mucho a los africanos, ellos adoran y defienden la diversidad cultural, pero eso sí fuera de Europa.
No nos dejemos engañar. El fascismo no fue un accidente histórico, es un producto genuino, es un resultado lógico de la “civilización” occidental.
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