Me planteo esta pregunta y no pretendo responderla en este breve artículo. Someto esta pregunta a consideración de los y las colegas educadores. Lo primero a considerar es si la pregunta es válida. Si alguien mostrara una pedagogía revolucionaria desarrollada en Venezuela mi pregunta dejaría de tener sentido de inmediato. Yo no conozco ninguna. Además, después de una revisión exhaustiva de ambos las publicaciones en materia de pedagogía, revistas y libros, y los documentos oficiales como el Proyecto Educativo Nacional (PEN), el Currículo Nacional Bolivariano (CNB) así como otros documentos publicados por el Ministerio del Poder Popular para la Educación (MPPE) quedamos convencidos que tal pedagogía no existe. Encontramos, como cosa extraña, en los documentos oficiales una constante referencia a Luis Beltrán Prieto Figueroa, cuyas publicaciones sobre temas de educación no tienen nada de revolucionarias. Sobre Prieto Figueroa como intelectual de la clase media he escrito con anterioridad en Aporrea (ver http://www.aporrea.org/educacion/a49437.html).
No sólo no contamos con una pedagogía revolucionaria propia, sino que autores que tenemos por progresistas se apoyan con frecuencia en investigadores no muy progresistas y hasta de derechas. Podemos ver en trabajos como el PEN, que son incendiarios en el discurso políticos pero sumamente conservadores en su propuesta pedagógica. Nuestros educadores progresistas ha coqueteado con la Escuela Nueva y otras propuestas pedagógicas provenientes principalmente del mundo anglosajón. Han adoptado sin mayor remilgo las pedagogías no directivas, se han encantando con los ataques de Ilich contra la escuela y otras propuestas de la derecha. Simultáneamente no han prestado atención a las críticas de educadores y políticos marxistas a esas propuestas. Es más creo que la mayoría de nuestros educadores desconocen las obras pedagógicas y filosóficas, relevantes para la educación, más importantes elaboradas en el campo marxista. Me atrevo a afirmar que casi nadie conoce en nuestro país el libro de George Novack titulado Marxismo y Pragmatismo. Novack dedica enteramente su libro a desmontar el pragmatismo de Dewey y a mostrar sus peligros para la clase trabajadora. Howard Selsam, en su libro Revolución en Filosofía, también arremete en contra de las ideas de Dewey a la luz del marxismo. Psicólogos marxistas, como Henri Wallon, han escrito serias críticas a las propuestas pedagógicas abiertas al estilo Montesori. Pedagogos, como Bernstein y Snyder, han alertado sobre las trampas de las propuestas pedagógicas no directivas. Psicólogos, como Leontiev y Luria, se dedicaron a elaborar una psicología marxistas y, en partcular Leontiev y otros, escribieron acerca de sus implicaciones para la pedagogía. Políticos, como Gramsci, dedicaron parte de sus reflexiones a criticar la escuela nueva y a la necesidad de buscar alternativas. Filósofos, como Althusser, nos han alertado acerca del carácter ideológico de la interdisciplinariedad. Pedagogos latinoamericanos han hecho importantes contribuciones a la pedagogía revolucionaria. Entre estas contribuciones se destacan los trabajos de Aníbal Ponce y de Paulo Freire. La lista es muy larga y mi intención no es alardear de erudición sino llamar la atención de mis colegas educadores. Sembrar la curiosidad por el estudio de los autores y autoras progresistas y sugerirles que presten menos atención a los escritores de derecha. Si en lugar de leer y promover el libro “Humanismo Democrático” de Prieto Figueroa, estudiáramos y divulgáramos el libro “Humanismo Burgués y Humanismo Proletario” de Aníbal Ponce hubiéramos dado un paso adelante y no dos hacia atrás en el desarrollo de una pedagogía revolucionaria. Si en lugar de asumir de manera acrítica el método proyecto, estudiáramos y consideráramos el “método complejo”, desarrollado en la Unión Soviética, hubiéramos dado otro paso hacia delante.
Creo que una primera fase que deberíamos cubrir es estudiar los autores marxistas que han elaborado trabajos de utilidad para crear una pedagogía revolucionaria y aquellos que han intentado desarrollar esta pedagogía. Lo cual requiere profundizar en el estudio del marxismo. Ese estudio de la teoría no puede estar desligado de la práctica pedagógica. Si bien no hay revolución sin teoría revolucionaria, tampoco hay teoría revolucionaria sin actividad revolucionaria. No puede ser que el discurso revolucionario sólo sirva para grandes declaraciones y no tenga ninguna influencia en la práctica pedagógica cotidiana.
Invito a mis colegas educadores a embarcarnos en la aventura de desarrollar una pedagogía revolucionaria. Debo aclara que, esto no significa necesariamente elaborar una pedagogía para el Gobierno Bolivariano. Una pedagogía revolucionaria debe estar al servicio de la clase trabajador y no necesariamente al servicio del Estado o del Gobierno.