Somos muy dados a confiar en cualquier elemento, que aunque sea por apariencia que haga algo parecido a revolucionario o que esté en contra de la oposición eunuca- mental. Lo de Baduel, tal como lo de Acosta Carles, tiene su explicación en la mas completa estupidez política que se pueda tener. El primero: cuando la población estaba en un estado de tensión tal, que dábamos casi todo por perdido, nos lanzamos a rodear los cuarteles en gesto desesperado y confiando en el buen sentido patriótico de unos soldados, que aunque no nos habían dado una señal clara de respaldo a los avances populares. Fueron vistos como la ultima alternativa para que no hubiese una intensificación de la masacre popular, que ya se empezaba a aplicar en caracas, en el seno de los pobres, en los barrios y en las ciudades del interior del país. Un hombre que comandaba unas tropas de paracaidistas en Aragua, al verse arropado por el furor popular, tuvo que tomar una decisión titubeante, como todas las que había tomado hasta ese día, en los momentos decisivos a los que se había enfrentado. Pudo mas la presión del pueblo iracundo, que la cobardía de aquel hombre y, a Dios gracias decidió lo mejor posible. El resto de la historia es conocida. En ese momento nadie recordaba que ese mismo hombre tiempo atrás . No tuvo el valor para actuar aquel 4 de febrero, se hizo el pendejo y dejó a los demás en la jugada, solos. Fue tanto el olvido, que lo llamaron hermano del alma y lo hicieron general en jefe, sin valorar un solo momento las circunstancias pasadas.
En otras perspectivas. Tiempo después otro general, en condiciones algo parecidas de presión en contra del pueblo, cumpliendo el deber ser, allanó unas instalaciones de una fabrica de refrescos, que conspiraba abiertamente en contra del orden establecido. Solo bastó un eructo mediático, para que ese general pasara del anonimato a la cúspide de la fama. Nadie se detuvo a ver los antecedentes de ese general. Un general de la guardia nacional, cuerpo represivo que se formó al mejor estilo pretoriano, y de los cuales tenemos muchas cicatrices los obreros y campesinos de nuestro país. Ya una vez consumado el expectorado ruido, y el gesto de desprecio de esa horda de odiadores inducidos llamada escualidismo; se hizo publico. El general se hizo héroe, se proyectó directo a la gobernación de Carabobo. Tampoco hubo la debida valoración del hombre y sus circunstancias. Nuevo error; Se actuó sobre supuestos irreales y, la clase del hombre del cuartel, formado al estilo del cuerpo pretoriano, que defiende al poderoso y acosa al débil. Salió a relucir en el ejercicio del poder, los derroches de lujo, la adquisición de suntuosos vehículos multimillonarios, con los cuales se abofeteaba diariamente a una población de obreros que subsisten en la vida con un salario mínimo, que de milagro les aporta lo necesario para el mal sustento. Las consecuencias las vivimos hoy: un pueblo semi escéptico, con poca fe y una esperanza amilanada. Menos mal se consiguieron con un hombre irreverente y con poco apego a lo material (Mario Silva), que ojalá no falle, por que seria el acabose. Así la historia, nos sigue trayendo a la mente errores a lo Miquilena; pero son errores de un hombre que cree en la buena fe y decencia de los demás y, que fueron advertidos en su momento, más no se hizo caso, como el de la advertencia del comandante Arias Cárdenas, respecto a Miquilena y sus manipulaciones . Hoy se comete un nuevo error, un error que será muy costoso. Ese error será el seguro gobernador de Lara con el apoyo del PSUV. Las consecuencias ya se verán, pero el error no se enmendará ; síganle las huellas y verán. No es una premonición: es una deducción, producto del conocimiento de una actuación y una conducta cotidiana, que no se compagina con un proyecto político llamado socialismo. Quisiera el Dios de los pobres que yo me equivocara, jamás seria tan feliz de fallar en un análisis, pero la realidad me dice que lamentablemente es difícil errar. Tampoco se trata de acusar al comandante de todo. Es bien sabido lo complejo de administrar un país, mas aun con una gente a quienes poco les importa la patria y la salud del pueblo. Gente que solo valora el dinero con que le pagaron sus traiciones. También somos culpables todos los que permitimos que esto pasara sin protestar debidamente el error fatal. Pero en el pueblo seguimos firmes confiando en ese ser humano llamado Hugo Chávez. Por que sabemos que no es hombre de traición, si no de corazón de pueblo.
javiermonagasmaita@yahoo.es