Históricamente
las sociedades nuestramericanas, signadas por la dominación, por la
explotación del hombre por el hombre y por la expoliación neocolonial,
se han caracterizado por la polarización sólo que la tendencia había
sido (salvo contados momentos estelares) marcadamente favorable para
el polo dominador, para los sectores usufructuadores de los privilegios
y riquezas que generaban nuestros pueblos. Valiéndose de múltiples
mecanismos (religiosos, culturales, represivos, tradicionales, comunicacionales,
educacionales, etc.) - incluyendo, claro esta, la intervención directa
o indirecta estadounidense cuando así lo exigían las circunstancias
- mantenían la hegemonía cultural y control político. Es así como,
las expresiones militaristas, liberales, conservadoras, socialdemócratas
o socialcristianas se turnaban en el ejercicio del poder, siempre con
la finalidad, de mantener y preservar el orden de dominación.
Mientras
que Cuba, liderada por el comandante Fidel Castro, se libró de esa
suerte hace ya 5 décadas, para transitar los senderos de la dignidad
y de la soberanía nacional, de la solidaridad y la integración de
los pueblos. Venezuela, y los otros países hermanos, marcaba la tendencia
predominante, que se acentúo durante los años de enseñoramiento del
neoliberalismo cuando los grilletes de la opresión económica, social
y cultural se hicieron sentir en su máxima expresión. En este período
de los años 80 y 90 la polarización política electoral se manifiesta
claramente a favor de los sectores dominantes que contaban con dos representaciones
(la socialdemócrata y la socialcristiana) claramente diferenciadas
en lo formal pero planamente identificadas en sus propósitos programáticos.
En
este transito se fue perfilando en nuestro país, producto del resquebrajamiento
del entramado político partidista y de los efectos perversos de las
medidas neoliberales, una nueva realidad político – social que entraña,
por supuesto, una nueva polarización no solo política sino también
social. Si, estamos ante una sociedad polarizada, escindida en dos polos
en la que no hay cabida para posiciones ambiguas ni tercerizadas por
muy elocuentes que sean los revestimientos con que se les presente.
Son
dos polos, uno que añora el pasado de privilegios para unos pocos y
de exclusión para las grandes mayorías y otro que pretende construir
una nueva patria con nuevas relaciones sociales, con espíritu auténticamente
incluyente, en paz y auspicioso de vínculos de solidaridad y cooperación
con los pueblos hermanos.
Ciertamente
esta polarización esta presente en todas las esferas de la vida nacional.
Ningún ámbito esta exento del efecto polarizador. Son dos concepciones
confrontadas de país que se expresan tanto en lo público como en lo
privado. No hay iniciativa que adelante el gobierno bolivariano que
no reciba la respectiva andanada de rechazo y tergiversación mediática
del campo opositor. Sean las leyes de la Habilitante, sea la política
petrolera, militar o deportiva, como en el caso de la competencia olímpica,
siempre se tendrá la misma postura obstruccionista y manipuladora de
la oposición. Es decir, no hay cuartel en la lucha planteada.
Y
entendemos que no puede ser de otra manera, son dos concepciones de
la vida en juego. Hay quienes sostienen que la polarización no debe
ser alimentada porque nos conduce a la guerra civil. Creemos que esto
no es inevitable. Hay que luchar día a día por construir una nueva
hegemonía, que nos permita ampliar progresivamente la proporción porcentual
proclive al cambio social. Esta es una lucha en la que lo ideológico
comunicacional ocupa un papel muy importante, de allí la propuesta
de la Misión Comunicación que formula el Movimiento Social de Medios
Alternativos y Comunitarios (MoMAC) que se sintetiza en la idea –
fuerza Construyendo un país de comunicadores.
Sin descuidar por supuesto la variante imperialista. Observando el desenvolvimiento de los acontecimientos políticos, económicos, sociales y morales que se suscitan en la sociedad cuna del imperio.
miguelugas@gmail.com