Militares en cargos civiles

Hay temas que antes estaba tácitamente prohibido tratar en los medios de comunicación y que aún hoy no son fáciles de mencionar.
Kotepa Delgado, mi maestro de periodismo y de humor, me decía que él no se metía ni con curas ni con militares. Las cosas han cambiado un poco, aunque no tanto como quisiéramos imaginar. Ello no obsta para adentrarme en el tema que menciono en el título.

A estas alturas todavía no me explico qué hacen algunos altos oficiales activos en cargos que necesariamente los deberían ubicar como militantes socialistas. El paso por las academias militares implica 4 o 5 años de estudios para llegar a subteniente. Suponiendo que desde que llegó Chávez a la Presidencia solo se hayan graduado simpatizantes de la izquierda, ello significaría que deben haber copado los grados subalternos hasta capitán o, tal vez, uno que otro mayor.

No obstante, en la administración pública pululan los ministros y gerentes de empresas del Estado con grados de generales y almirantes activos u otros que son mayores, comandantes y coroneles retirados. Dichos caballeros se ocupan de problemas tan variados como la producción y reparto de alimentos, la seguridad social de los trabajadores, la salud y, desde luego, los temas ideológicos y electorales, pues en muchos estados son candidatos a ocupar cargos de elección popular.

Desde luego no soy un marxista consumado ni tengo una cultura ejemplar en lo que toca a Lenín y otros pensadores del ideario comunista. Tampoco, a decir verdad, conozco a muchos activistas políticos que lo sean, aún cuando militen en la izquierda más radical.

Por ende considero en extremo difícil que haya militares criollos de alta graduación con una sólida formación socialista.
Respeto a quienes, como el general Müller Rojas, resultan la excepción de la regla, pero ello lo hace uno entre 10,000, por mencionar una proporción aproximada.

Si apartamos el tema ideológico nos queda el asunto de la eficiencia, lo cual implica que los despachos bajo mando militar deberían funcionar perfectamente.

Lo malo es que, en muchos casos, el gobierno parece estar en manos de aficionados, políticos o militares.



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Augusto Hernández


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