La posibilidad de asesinato del Comandante Chávez nos indigna. Esta columna la escribimos con ese ánimo, pero también con tristeza.
No pretendemos hablar de la seguridad policial de Chávez, la que hacen los cuerpos de seguridad especializados, de eso no conocemos, queremos reflexionar de las acciones políticas que le elevarían el grado de seguridad al Comandante, que disuadirían al enemigo. Pensemos.
¿Por qué el magnicidio?
El magnicidio se sustenta en la creencia de que así se derrotará a la Revolución, resolverán el problema que no pueden resolver por la vía democrática, con votaciones.
Ellos piensan: “después de desaparecido Chávez pescaremos en río revuelto”, “las fuerzas chavistas se dispersarán”, “no tendrán respuestas”, “y se podrá, previo período de transición, volver a la situación de adormecimiento popular que había en la época de punto fijo”.
El magnicidio es una variante de la terapia de choque que aplicaron en Chile y que ya en el encuentro de cedice asomó la derecha fascista.
Entonces el magnicidio es una operación política, que hace menester una respuesta política.
¿Cuál sería la respuesta política?
La respuesta política tiene como base que la derecha, la dura y la suave, Peña Esclusa, pero también teodoro, entiendan que no podrán asesinar a Chávez y luego estabilizar al país en un nuevo pacto, que aquí no hay concertación posible, que se olviden de Chile.
Este convencimiento disuasivo se consigue haciéndole saber al oligarca, que si atentan contra el Comandante la respuesta será implacable, pero organizada.
Haremos lo que hay que hacer: Profundizaremos el Socialismo, no quedará piedra capitalista sobre piedra capitalista, nada, ni el humo de la propiedad nosocial ¡Nada! Las propiedades de los oligarcas pasarán de inmediato a propiedad de la sociedad y administradas por el Estado.
Los medios de deformación asesinos, incitadores al crimen, serán clausurados y convertidos en medios de comunicación social, verdaderamente de comunicación y verdaderamente sociales, tendremos la verdadera libertad de expresión, la del pueblo, la que cuenta.
Que se olviden de caos, los arrasaremos con pueblo organizado, no habrá saqueo, habrá incautaciones.
…Pero puede suceder, que la ira sea tan grande que la dirección revolucionaria no pueda controlar la respuesta. En ese caso la orden será: “cada uno debe convertirse en un ejército revolucionario, combatir a muerte al enemigo, todo lo que sea contra el oligarca será legítimo, desde el ajusticiamiento hasta la confiscación”.
Sólo así defenderemos al Comandante, haciéndoles ver a los oligarcas y a sus amos del norte que no es “negocio” tocar a Chávez.
Es hora de convocar a movilizaciones, desde ya el oligarca debe sentir la tempestad que un magnicidio desataría. Que tiemblen frente al poder del pueblo los oligarcas que planifican magnicidios, y los que con su silencio lo aprueban.
Da tristeza pensar que la insanía mental de la oligarquía los lleve a sumir al país en el caos, no adelanta pedirles sensatez, estamos tratando con zombis gobernados desde el norte. Siempre triunfaremos, a la patria de Bolívar no la sumirán en el caos.
¡Chávez!
antonioaponte2000@gmail.com