Acabo de terminar
de leer su libro, pero siempre tuve la imagen legendaria de la existencia
de un tal Tirso Pinto, que había estado en las guerrillas y que para
los días que lo conocí acababa de romper con Teodoro, renunciando
al MAS siendo su Vice presidente nacional. Nosotros veníamos de romper
con Douglas Bravo, Argelia, Kléber Ramírez y el flaco Prada. Ali,
quien fuese designado por el partido como negociador del proceso de
pacificación y empujaba la salida legal de nuestros militantes, nos
reunió y nos dijo: vamos a aliarnos con Tirso y el otro Ali, el de
la guitarra y los CUP, que nos proponen que demos un paso al frente
en la creación de una Patria Socialista.
Desde allí
anduvimos batallando juntos en el último comando de campaña con José
Vicente Rangel y quizás la intensidad de nuestras actividades no dieron
tiempo para precisar detalles, de una trayectoria política que como
la de Tirso uno no viene a redimensionar, sino al pasar del tiempo y
que con las narraciones que él mismo desarrolla en sus memorias, lo
va colocando en el justo lugar que le corresponde; en momento en que
mas de uno se anda rasgando las vestiduras por un socialismo, en el
que no creen, pero que les sirve de palanca para medrar y cosechar poder
político y económico, ante la mirada casi indiferente del que ha devenido
en socialista, después que al inicio del proceso se nos había anunciado
de tercerista, al puro estilo ingles de Tony Blair.
Asumir la condición
de revolucionario y de ser socialista, es un compromiso de vida, y en
el acto de presentación del libro realizado en el auditorio de Corpozulia,
aquí en Maracaibo, se materializaba esa conducta en Juvencio Pulgar,
quien fue su presentador y en los asistentes, quienes sólo con su presencia
resumían buena parte de la historia de varias décadas de combate
y perseverancia por el ideario socialista. A pesar de haber sido
invitados, no estuvieron los nuevos “revolucionarios”, los dirigentes
del partido de gobierno. Tampoco, los que andan muy ocupados aprobando
leyes “socialistas” como salchichas, y mucho menos los Presidentes
y Directores de los organismos nacionales, a quienes la “construcción”
del hombre nuevo, no les permite “desperdiciar” su tiempo en observar
con que clase de polvo es que se intenta amalgamar estos lodos.
“…Vemos
venir un volkswagen UW hacia nosotros que frena de golpe, se baja rápidamente
el chofer, saca una pistola y nos dice: ¡Están presos los dos! Instantáneamente,
saqué mi pistola de la bolsa de papel, le disparé y lo herí. El a
su vez disparó y me hirió en la mano derecha. Accioné de nuevo el
gatillo y sentí que mi pistola se trancó. Entonces me le fui encima,
le agarré el brazo donde tenía la pistola y lo dominé. Al instante
veo que viene otro VW, cuyo chofer me apunta con su pistola y yo le
pongo adelante a su compañero, cubriéndome con él. Hizo un giro para
atacarme por el otro lado y le volví a poner delante a su compañero.
En eso estábamos, cuando de pronto, le asesté un golpe en la
cabeza con mi pistola al que tenia agarrado y cayó al suelo; al mismo
momento me tiré al suelo y sentí que un disparo me alcanzó
en una pierna…”
De este
y otros relatos está compuesto el libro “Un tal Tirso Pinto”; de
estos y otros relatos esta llena la historia de muchos venezolanos que
durante casi todo el siglo XX, arriesgaron y hasta ofrendaron sus vidas,
en la lucha por la libertad, la democracia y el socialismo; de manera
que este combate no se inició como cuando muchos piensan y alardean,
sino pregúntenselo al mismísimo José Vicente, quien por no dejar
también ha relatado parte de esta historia hiriente y viviente de la
izquierda venezolana.