La Revolución es un exceso. No hay Revolución gradual, lenta, segura. Pretenderla así, es necedad.
Toda la vida del Libertador fue signada por el exceso, por la ruptura con el espíritu de los tiempos.
La Campaña Admirable, exceso. El Paso de los Andes, rompimiento. “Si la naturaleza se opone”, rebeldía frente a las convenciones. “¿Trescientos años de calma no bastan? insurgencia. Sus amores, delirios y frenesí.
Lenin y Trotsky fundamentaron su obra revolucionaria en el atreverse, en el rompimiento de los dogmas que atan.
Fidel, Comandante de los asaltos a los dogmas y a las oligarquías, el Moncada, el Granma, Alegría del Pío, le confirman ese título conferido por el Che allá en Bolivia, en el frente de batalla, que es donde se dan los títulos a los guerreros.
Esta Revolución está marcada por el exceso: el 4 lo fue, también abril y diciembre. Plantear antiimperialismo en aquel bosque de arrodillados, emprender rumbo al Socialismo, además de valiente, es una fractura. Chávez merece estar en la galería de los que han marcado la historia, porque estallallaron la parsimonia de los tiempos.
En Revolución Pacífica, los rompimientos, es decir, las acciones que impulsan avances, tienen sus peligros propios: surgen de la misma característica de la Revolución. Veamos.
La lucha interna en la Revolución Pacífica es sutil: se presenta oblicua, pocas veces es frontal, es lucha perenne entre el avanzar y el permanecer.
El grito de avanzar es atacado desde afuera y desde adentro. Los enemigos externos, que saben en peligro sus privilegios, se confabulan contra la Revolución.
Los achantados internos se anclan con facilidad, se aferran a lo establecido, actúan con sordina contra los gritos de avanzar, los sabotean, y dejan sola a la vanguardia. Se esconden en lo ya consolidado, no abren nuevos horizontes, en otras palabras, son “conservadores-revolucionarios”, de los que avanzan sin correr riesgo.
La Revolución avanza por la acción de los revolucionarios, de la vanguardia.
Recientemente la Revolución ha llamado a avanzar:
El enfrentamiento con los “latifundios mediáticos” es un grito que convoca a caminar en la dirección correcta.
La definición de campos que se hace en la petrolera y en Guayana, es paso firme hacia la formación de una nueva Clase Obrera. Allí se grita por una nueva conducta que vele por sus reivindicaciones, siempre dentro de las reivindicaciones de la sociedad toda.
Este grito produjo la iracundia de la oligarquía y su jauría, saben que si la Clase Obrera supera su etapa economicista, se transformará en la sepulturera definitiva del capitalismo. Mientras permanezca en la órbita economicista, estará atrapada en la lógica del paisaje capitalista, será, aunque parezca paradójico, válvula de seguridad del sistema de su explotación.
Es así: cada grito de avance sufre ataque de los oligarcas. Usan el método globovisión: deformar declaraciones, inventar, sembrar miedo, impedir que la verdad llegue.
Es deber de los revolucionarios ponerse al lado de los gritos de avance, fortalecerlos y participar en el desmontaje de las mentiras que los rodean.
¡Chávez es Socialismo!
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