“Los hitos de la historia son de lento, difícil, y laboriosa preparación, pero de rápida y explosiva ejecución. Estamos ahora en el periodo de la preparación pero estamos seguros que nos esperan tiempos mejores”
Alfredo Maneiro.
El 24 de octubre se cumplen 27 años de la desaparición física de Alfredo Maneiro; su ideal, su proyecto de un cambio social y político, un proceso revolucionario esta en ciernes, con muchas dificultades, pero hemos avanzado. En este afán lo conocimos, él no pudo culminar esa tarea, dejándola en manos de los que creemos por sus enseñanzas lo mismo. Todavía las cosas no son faciles y requieren un esfuerzo mayor. Si alguna cosa debemos recordar de Alfredo es que en Venezuela no habrá victoria fácil de las fuerzas que pugnan por cambiar la sociedad. Quienes lo acompañamos y seguimos fiel al proyecto y a sus ideas ayudaremos a conquistar lo que él a menudo solía llamar, “el sueño del hombre”. Con Chávez es posible y lo lograremos. Tu lo percibiste cuando lo conociste en Maracay.
Alfredo aparece ante nuestra vista como un símbolo de fuerza de la moral y de los principios. Todo eso ha dejado su huella indeleble en nuestro modo de hacer política. Su actualidad es tanta, son de tal modo aprovechables su consejo y su ejemplo, y está de tal manera viva su lección que podemos considerarlo como el mayor entre nosotros, nunca distante, siempre a nuestro lado.
Alfredo decía que había que construir una organización no solamente eficaz, sino además con la suficiente calidad para mantener una militancia satisfactoria en este duro esfuerzo, y que refleje en su seno los cambios futuros. Alfredo vislumbra el futuro cuando nos dijo: “No hay dudas. El pueblo es paciente y confiado. Con razón o sin ella se siente dueño de los mecanismos de repuesta establecidos y confía en la capacidad de utilizarlos adecuadamente. Es empujado hasta el borde del desespero, más no se desespera; conserva la cabeza despejada para estar atento al diseño del porvenir sin caer en provocaciones”.
En muchas oportunidades nos alentaba con sus ideas y nos explicaba en palabras como estas de la organización que había que construir: “ Una organización que aprenda a nadar en aguas mansas, pero que también sepa navegar en aguas turbulentas sin perder el rumbo; que domine cabalmente el arte de hacer de los caminos zigzagueantes las rutas más directas pero sin perder la dirección con una confianza casi sin límites entre sus hombres principales y no le tema a la lucha, ni a las dificultades, ni a las audacias”. En él encontraremos siempre ímpetu y fuerza, orientación y enseñanza. Alfredo, nos transmitió la confianza en que el movimiento de masas pueda tomar en sus manos la tarea de producir, de su seno y bajo su observación y control, un nuevo liderazgo. No hay duda.
Soplan nuevos vientos. Con la completa seguridad de nuestros pasos nos dirigimos hacia la otra orilla. Duramente y ásperamente nos formamos a nosotros mismos. Contra las ataduras generales removemos las aguas del estanque, lo hacemos ríos, olas inmensa que se generará antes que la noche nos apague. Nos formamos a nosotros mismos mientras buscamos compañeros.
Hay que decirlo también, porque es bueno que se sepa, que buscamos compañeros exactos como piedras de honda. Juglares, escribanos, luchadores dispuestos y entusiastas, hechos al molde de los tiempos presentes, hechos al molde de lo justo, de lo humano y de lo sabio. Que más de una mano es necesaria y no somos tan fuertes. Manos firmes contra la dura roca con el tiempo. La lucha va viniendo y es preciso no dormir hasta entonces por construirla. ¿Se comprende? Eso es lo que buscamos y hacemos.
De los comienzos en Guayana, éramos pequeñas vertientes en el movimiento obrero y popular, como nacen los ríos Orinoco y Caroní. El agua en movimiento triunfa contra la dura roca, con el tiempo, que lo duro no resiste. Nosotros a esta agua constante que formamos le agregamos el ingrediente de la urgencia precisa. Urgencia que sepa desbaratar cualquier intento de estancamiento. Que el agua corra. En movimiento siempre, mientras se prepara la crecida.
Su interpretación de la realidad lo condujo a un compromiso permanente con los protagonistas de esa historia, con el pueblo trabajador, con los explotados. Pero las estrellas más portentosas dejan su resplandor aun después de haber fenecido. De esa refulgencia el movimiento popular asumirá la fuerza para continuar la lucha. Hasta construir esa sociedad libertaria y justa con la que soñó Alfredo Maneiro. En eso seguimos, hasta ver un verdadero cambio social, político, económico y cultural. Ese es nuestro empeño con la crítica, el debate y la discusión. Sin mentirle al soberano. Porque la verdad es revolucionaria.
No importa, aunque si importe. El agua mansa en movimiento triunfa contra la dura roca con el tiempo. Agua pequeña se hará grande. O sea hará fuerte al menos. El agua llama al agua para la sed extensa. Seremos más vigilantes. Seguiremos en este proceso guardando el prisma de tus ideales, pensamientos y proyectos al lado de los trabajadores. Esa fue tu encomienda y tu compromiso cuando nos conocimos. Hasta La Victoria Siempre.
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