Los pueblos siempre están en batalla, unas disipan su energía hacia la nada, otras los hacen crecer, trascender, fundar.
Los dominantes siempre intentan que los pueblos libren batallas pequeñas, mezquinas, esas que no ponen en peligro su dominación. Temen la conciencia social que sustenta las grandes confrontaciones. Éstas cuestionan el sistema, y los oligarcas saben que pueblo conciente de la dominación y de la vía para liberarse, tiene las condiciones para hacer Revolución.
Para eso combinan distracciones y somníferos. Los romanos usaban el Pan y Circo, hoy los dominantes usan los medios de nocomunicación, que les permiten conducir la sociedad a mundos ficticios que manejan a su antojo. De esa manera decretan alegría o tristeza, miedo, odio, pugnacidad y, lo que es más importante, nos confinan a batalla frívolas. Ese es el circo de hoy.
El Pan es la pugna cotidiana de los obreros por “dorar” las cadenas que lo oprimen, por tomar un poco del tesoro mal habido que los oligarcas dejan caer del banquete, sin poner en peligro el sistema explotador, al contrario, navegando en sus aguas.
La Revolución Bolivariana debe romper el cerco de lo pequeño y adentrarse en las Batallas que Crecen. Ya es hora de tomar el cielo por asalto, cruzar Los Andes, las condiciones están dadas.
Tenemos la teoría necesaria, que surge de la tradición libertaria nuestra, de Bolívar, de Zamora, de Robinson, Fabricio, Guaicaipuro, unida al rico caudal universal de reflexión y experiencia revolucionaria.
Hoy sabemos que vamos para el Socialismo, y también qué es el Socialismo, cómo se construye. Sabemos detectar las falsificaciones y las tentaciones del Cáliz.
Tenemos un Comandante dispuesto a la lucha por las reivindicaciones grandes, a guiarnos a las Batallas que cambian el mundo, conciente que la confrontación de hoy es decisiva para el destino de la humanidad. Así lo manifiesta en las reuniones internacionales y en todos los rincones de la patria. Y un pueblo tallado en la espiritualidad socialista, solidario, fraterno, como lo demostró en Abril y Diciembre.
Existe una fuerte conexión amorosa que une al Comandante con el alma popular, esa conexión resiste los embates mediáticos de la oligarquía, las mentiras, manipulaciones, las traiciones.
Esta Revolución debe dar las Batallas que Crecen, las que cambian mundo. Ir a ellas, con el mismo espíritu del grito Libertador: “¡Si la naturaleza se opone lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca!” El mismo altruismo y la valentía del “por ahora” del 4 de febrero. Con la audacia del Asalto al Cuartel Moncada.
Sería inexcusable que frente a las dificultades creadas por el capitalismo, esta Revolución dé pasos que le hagan perder coherencia en el discurso, que nos pongan a criar cuervos, a estimular capitalistas incapaces de producir un tornillo sin medrar de la renta petrolera.
Aquí el mayor sector productivo es la Revolución, que resuelve los problemas con Socialismo, entre todos, con la comprensión del pueblo. La producción capitalista es un fraude que mata la esperanza socialista. Sale muy cara.
¡Chávez es Socialismo!
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