Un Judas más

Hace un tiempo, en este espacio, escribí un texto que titulé Perfil del revolucionario, en el cual hablé sobre algunas cualidades de quien se considere revolucionario, como la de aceptar la diversidad étnica, cultural, religiosa, entre otras.

En específico, refería que la primera es fundamental porque como somos producto de un mestizaje los latinoamericanos no podemos discriminar unos rasgos y favorecer otros, ya que tanto los de raza aria como los afrodescendientes están en nuestra sangre. Lo que sí parece que todos buscamos es la belleza y sabemos que hay tanto beldades rubias como morenas.

Ahora, después de los últimos acontecimientos, en concreto, la intervención de los bancos, me vuelvo a hacer la pregunta sobre cuál es el talante del revolucionario, o para ser más clara aún, cuál es la conducta de un socialista. Acaso, por ocupar un cargo en el Gobierno o tener un familiar cercano que lo ocupe, ¿aquél deberá llenarse los bolsillos de dinero ajeno? El asunto suena escabroso por lo cuestionante que resulta, pero lo cierto es que muchos revolucionarios se están haciendo esa pregunta cuando, supuestamente, son los oligarcas quienes tienen más de 10 mil bolívares fuertes en su cuenta bancaria.

Lo anterior me recuerda una de las razones que hicieron que el referendo de la reforma a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela fracasara electoralmente. Como algunos ya habían acumulado bienes en los años de gobierno, por la propaganda negativa referida al artículo de la propiedad privada, temieron perderlos.

Siguiendo con la misma tónica, en este momento, si desde el Gobierno no se hace un seguimiento a las propiedades que haya acumulado cuanto ministro o funcionario de alta jerarquía en los últimos años, la revolución se verá profundamente afectada porque se deduciría que la ley se les aplica a unos y no a otros.

Entonces, en palabras textuales del presidente Chávez, cualquier "pata en el suelo" que ocupe un cargo gubernamental o mantenga un allegado cerca terminaría como un oligarca más, pero con riquezas mal habidas, no resultado de la explotación de la mano de obra sino del robo descarado a unos cuantos venezolanos incautos.

Por consiguiente, no basta invertir tanto en salud como en educación, sino que debemos empezar a pensar cómo será ese hombre nuevo. Honesto sobre todo, pues acumula capital para satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia, pero no para ostentar; adquiere un vehículo para desplazarse y no para llamar la atención; acepta y practica la crítica constructiva; cultiva tanto su espíritu como su intelecto; y cree tanto en la igualdad como en la justicia en vez de caer en la corrupción y el despilfarro.

En presente, en que Evo Morales y Rafael Correa hacen un buen trabajo en sus respectivas presidencias porque cuentan con el apoyo masivo de los electores de sus países, muchos se cuestionan por qué aquí no se termina de tomar medidas y aplicar sanciones a los judas que se dicen revolucionarios, pero sólo buscan una oportunidad para llenarse los bolsillos y así calmar esa vieja hambre de nunca haber tenido nada mientras que, con la plata ajena, tratan de acallar sus pestilentes complejos.

isabelrivero70@hotmail.com


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Isabel Rivero

Licenciada en Letras de la UCV. Estudios en Lingüística y Análisis del discurso. Articulista de opinión de UN de 2002 hasta 2013. En la actualidad, artìculista del Cuatro F, Ciudad Ccs y VEA .

 @isabelrivero70

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