Hacer uso de la consigna, “lo que diga Chávez”, le hace un daño inmenso al proceso revolucionario. El daño que significa cambiar un principio fundamental, de toda auténtica revolución, como lo es la disciplina revolucionaria, por una consigna hueca, vacía y sin contenido. Hacer uso de ella, es además un irrespeto hacia el mismo Presidente Chávez y hacia la militancia revolucionaria… La selección de candidatos y candidatas, a la Asamblea Nacional, puede hacerse mediante elecciones primarias, por las bases, o puede ser una decisión libérrima del Presidente Chávez. Lo que debemos definir es si estamos en capacidad de hacer unas primarias, sin maquinarias estilo capitalista, ni rencillas internas, por cuotas de poder o, si nuestra incapacidad, en este sentido, nos lleva a la necesidad política de dejar, en manos del Presidente Chávez, la selección. Esto último pareciera lo más sensato, pero lo más probable es que se impongan las primarias, con el recurso de las consabidas maquinarias. En nuestro proceso, prevalece, por ahora, el pragmatismo por encima de la conciencia.
Ningún revolucionario puede poner en duda el liderazgo del Presidente Chávez. Uno puede estar en desacuerdo con algunas de sus decisiones pero, en ningún caso, eso puede llevarnos a desconocerlas. Se trata de obrar siguiendo el principio superior de la disciplina revolucionaria, principio que algunos confunden con la obediencia ciega, la sumisión o la adulancia. ¡No! La disciplina tiene que ver con la madurez política e ideológica del militante, y con la conciencia adquirida. No significa, en lo absoluto, callar o hablar a medias, sino expresarse, con ímpetu combativo y pasión creadora, teniendo la capacidad de aceptar las decisiones que, en definitiva, se tomen, estemos o no, de acuerdo con ellas. La obediencia ciega es una actitud de sombra y de sentina o albañal que representa la ausencia de conciencia. La disciplina revolucionaria es una de las expresiones mayores y más nobles de la conciencia política. Las decisiones del líder se acatan y punto. Normalmente, responden a consideraciones múltiples y complejas.
Un líder requiere de un entorno que siempre le diga la verdad, por más dura que ésta sea, por más consecuencias personales, incluso incomprensiones, que dicha verdad pueda ocasionar. No se le debe mentir jamás, ni tenerle miedo y, mucho menos, miedo de decirle la verdad. Esto último, lamentablemente, sucede entre nosotros. Si un líder no tiene todos los elementos de juicio, a la mano, pudiera cometer errores de análisis o apreciación, de consecuencias impredecibles. Toda revolución requiere de militantes, con conciencia revolucionaria, capaces de hacer críticas y autocríticas, de estudiar y analizar los hechos políticos y sus circunstancias. No necesita voceadores de consignas. Los únicos voceadores que debemos recordar, son los viejos pregoneros de la prensa que se han ido desvaneciendo, lastimosamente, con el tiempo... La disciplina revolucionaria, junto con la unidad revolucionaria, son principios medulares de toda auténtica revolución y de la práctica diaria de todo revolucionario o revolucionaria.
*Clase Media Revolucionaria
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