“Sin teoría revolucionaria políticamente asumida no puede haber moral revolucionaria posible”

La Inmovilidad, Los Salto Triple y Talanquera

El salto de talanquera en política es inmoral, después de elegido en un cargo de elección popular en una organización progresista, de izquierda y revolucionaria, y saltar hacia la derecha golpista, es una traición hacia los ideales de socialista, pero es criticable igualmente estar paralizado, inmóvil y temeroso sin decir nada, dejando que la corrupción, la negligencia y la irresponsabilidad de algunos altos funcionarios públicos sigan causando daños a la nación con una conducta impropia de un revolucionario. Otra conducta impropia de un revolucionario es ser un apologista y llenar de odas y adulancias a los gobernantes, porque después tienen que recoger todo lo dicho, recuerden las loas y alabanzas para Luis Miquelena, Acosta Carles y otros, después vienen los epítetos de trásfugas, traidores y saltadores. Creo que nuestra tarea siempre es exigir el cumplimiento con el pueblo y una gestión digna y eficaz de los servidores públicos.

El legislador, los militantes y activistas del PSUV, miembros de los Consejos Comunales y el pueblo deben ser críticos, la crítica constructiva, es positiva. Decía Lenin: La verdad es revolucionaria y en otras ideas decía: “Sin teoría revolucionaria políticamente asumida no puede haber moral revolucionaria posible”. Los funcionarios públicos deben ser honestos, transparentes, tener moral y ética. Son valores que debemos tener presente a la hora de desempeñar un cargo público. Hay unas series de interrogantes, los que rebotamos del PPT y PCV al PSUV, no es salto de talanquera, pero viceversa si es. Considero que de los tres partidos, el que tiene un historial y una ideología Marxista- Leninista es el PCV. Asimismo el PSUV es la organización en la cual militó y me consideró un luchador de toda la vida en las organizaciones de izquierda, se debe dar un debate sobre el camino de esa organización que ha tomado un camino excluyente y clientelar, carente de un pensamiento de izquierda, reconozco el esfuerzo del presidente Chávez de inculcar valores e ideología marxista, pero la derecha endógena enquistada a lo largo y ancho del territorio nacional en nuestra organización no lo permite.

Saltar la Talanquera es haber olvidado y tirado al cesto de reciclaje las palabras del presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez, cuando en los últimos días del año 2007 llamo a su gabinete de gobierno como al pueblo venezolano a cumplir con lo que denominó las tres R al revés: revisión, rectificación y reimpulso. Proceso que se debía iniciarse en el 2008, ministros, gobernadores, directores de instituciones del Estado y alcaldes se olvidaron del proceso de las tres “R”, recordemos las palabras de Chávez: “Revisión es volver a ver todo, empezando por el gobierno y primerito por Hugo Rafael Chávez Frías”. “La revisión debe llevar no sólo los ejercicios teóricos sino que debe llevar a rectificar las ideas y el reimpulso es reimpulso de la moral, es revolucionar en todos los ámbitos”. ¡No fue así que lo dijo Presidente! Asimismo la negligencia, la irresponsabilidad, la desidia, la ineficacia y la Burocracia, y la madre de todos los males de Venezuela, la corrupción enquistada en todos los ámbitos del gobierno nacional y que el presidente Chávez al lado del pueblo debe combatir con toda la fuerza. No perdone a los corruptos presidente.

Es un axioma en los partidos revolucionario el debate y la crítica. Lo primero es ser muy críticos con el proceso revolucionario, para que pueda rectificarse, revisarse y tomar el reimpulso, no podemos caer en el chantaje que la crítica es perjudicial para el proceso. Al contrario el debate abierto de las opiniones, la critica profunda y valiente, son la mejor medicina contra los reformistas que trabaja amparada en el miedo, el silencio cómplice y la complacencia pusilánime y cobarde. Ya lo decía Bolívar: “Prefiero mil veces a un critico

honesto que a un adulador”.

El presidente Chávez trazó la orientación de este proceso, muchas veces distorsionadas por los reformistas, que son los que tiene el poder. Por su lado, la Revolución, cuyo modelo político es la democracia participativa y directa significa, antes de nada, transformar el poder en instrumento del pueblo. Es transferir la toma de decisiones a los trabajadores y comunidades organizadas. Es gobernar con las bases en los derechos de la participación del pueblo. Es darle consistencia a los actos de soberanía del colectivo nacional. Es reconocer el derecho que tiene el militante, activista o revolucionario identificado con el proceso para expresar sus opiniones y que estas sean respetadas.

Es también aceptar las decisiones de las bases, no manipularlas con prebendas ni amenazarlas con despidos. En todo lo concerniente al ámbito de su competencia. Es, de manera concluyente, darle todo el poder al pueblo y hacer una realidad la consigna: “Con Chávez manda el pueblo”. Esto es revolución, cualquier conducta o decisión que se adopte fuera de este marco conceptual no es revolución, es reforma.

Por lo tanto, la conducta reformista es la expresión contra revolucionaria pura y simple. Por eso digo que la coyuntura en la cual nos encontramos exige la definición ideológica de manera incuestionable. O estamos en in proceso revolucionario y, en consecuencia, hay que ir a los cambios estructurales de la génesis social para que mande el pueblo; o, el proceso es la continuidad de la reforma pragmática que apunta hacia la perpetuidad de la democracia representativa.

Hoy más que nunca es verdad el axioma: el deber de los revolucionarios es hacer la revolución. Nos acercamos a momentos definitorios. Para esto es imprescindible la revisión u depuración en nuestra organización. Hay que respetar la militancia y los activistas políticos, tomarlos en cuenta, no excluirlo porque tenga una posición crítica frente la gestión deficiente e ineficaz de algunos funcionarios públicos que no están cumpliendo con los postulados establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

La Revolución necesita una dirección y una organización política, formada por revolucionarios con ética y moral revolucionarias. Porque sólo una dirección así puede conducir toda la actividad social para ponerla al servicio de la estrategia. Debemos reconocer que esta instancia organizativa no existe, al contrario la oligarquía y los infiltrados han convertido a los partidos de gobiernos en unas estructuras que sirven a los reformistas, que engañan al pueblo que sólo lo convocan para apuntalar sus planes mezquinos de goce de pequeñas cuotas de poder y no para movilizarlo: Movilización significa pueblo en la calle, informado y consciente del elevado papel político que debe desempeñar. Es un error, que trae gravísimas consecuencias, confundir movilización política, con aglomeración de personas. La movilización política es un acto de elevación de la conciencia revolucionaria, en la movilización el pueblo informado se reconoce a sí mismo y se reencuentra con su papel histórico, se transforma de una aglomeración sin propósito, o con propósitos subalternos en un invencible y consciente impulso revolucionario.

jlrlinares@gmail.com


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Juan Linares

Ex-parlamentario regional. Especialista en Crisis. Temas Preferido: Ecología, Política Internacional y Laboral. Militante de Marea Socialista en el estado Bolívar.

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