Exitosa planificación económica del Socialismo del Siglo XXI

La transformación exitosa de toda realidad requiere la interacción de dos factores: el conocimiento suficiente y el poder necesario. El conocimiento suficiente para transformar la economía capitalista de mercado en economía equivalente de la Democracia Participativa existe en el paradigma científico del Socialismo del Siglo XXI. El poder necesario está presente en los Estados de Venezuela, Cuba, China y Vietnam, entre otros.  

La capacidad de interpretación racional de la realidad que se pretende cambiar se revela en los métodos de diagnóstico que el sujeto transformador ha desarrollado. Cuanto más y mejores métodos de conocimiento cognitivo ha desarrollado, tanto mayor es su probabilidad de triunfar. Esta relación dialéctica entre la calidad de diagnóstico de la realidad y el probable triunfo de una praxis transformadora, puede ilustrarse con una analogía de la medicina. 

Para describir un proceso patológico complejo en un paciente y establecer su causalidad, la medicina moderna requiere de múltiples métodos cualitativos y cuantitativos. Por ejemplo, la imagenología de rayos X, ultrasonido, tomografías y pruebas de flujos corporales diagnostican el mismo fenómeno mediante diferentes lenguajes. Cada uno de estos lenguajes aporta un análisis verídico, pero limitado en el grado de información. Es la combinación de múltiples métodos diagnósticos que permite conocer a fondo la lógica funcional del fenómeno (enfermedad)  y establecer la praxis que transforma el estado patológico en salud. 

Este salto cualitativo en la praxis y transformación del capitalismo monetario de mercado ha sido logrado por el extraordinario matemático-economista Carsten Stahmer quién participa en la red de investigación de Scientists for a Socialist Political Economy-Bloque Regional de Poder Popular (SSPE-BRPP), tal como expuso en su trabajo de vanguardia mundial durante nuestro reciente Congreso Internacional de Berlín, “Programa de Transición al Socialismo Democrático del Siglo XXI en Europa”, el 19 de febrero. (Ver www.socialismoxxi.org). 

Desde el triunfo de la economía de mercado de explotación y rapiña (crematística) sobre la economía solidaria de equivalencias de las comunidades agrarias   ---descrito hace cerca de 2400 años por Sócrates, Platón y Aristóteles para Asia menor y Grecia---  la economía de mercado ha sido monetaria. La forma del valor de trabajo, el tiempo, evolucionó hacia la forma de dinero (y el producto hacia la forma de mercancía). En esa, su forma más abstracta y desarrollada, el dinero-capital ha dominado el quehacer económico de los seres humanos. Marx sintetizó ese hecho para el capitalismo industrial en su célebre formula D--D´; es decir, una cantidad de dinero D invertida al inicio de la transacción económica capitalista se convierte (por el plusvalor) en una mayor cantidad al terminarla.   

La descripción del funcionamiento de la macroeconomía capitalista se hace en términos monetarios, muchos estimados, mediante las llamadas Cuentas Nacionales (System of National Accounts, SNA), es decir, todos los factores son expresados en términos de dinero (precios). Ese lenguaje es útil para describir ciertos aspectos de la economía, como lo hacen en la analogía médica los rayos X, pero es incompleto. Por ejemplo, si un país gasta en un año en la importación de petróleo el doble en dólares del año anterior, no significa necesariamente que consumió el doble. Simplemente pudo haberse duplicado el precio. Esa “ilusión o velo del dinero” desaparece cuando el lenguaje o la unidad de medición no sea el dinero (monetario), sino los volúmenes físicos (toneladas) usados. Lo mismo vale para el ingreso per capita, que en países con alta desigualdad distributiva prácticamente no dice nada, o ciertas cifras de productividad. 

Para diagnosticar adecuadamente la realidad de la macroeconomía capitalista, precondición imprescindible para transformarla, es necesario salirse analíticamente de la esfera monetaria y su concepción unilateral de la economía de mercado a fin de sumar las dimensiones económicas, ecológicas y socio-políticas en un diagnóstico integral que permitirá la planeación y praxis exitosa de la transición a nivel nacional, regional y mundial. 

Esta es justa la aportación de vanguardia científica y política mundial, que Carsten Stahmer ha contribuido a la transformación y superación del sistema actual. Los instrumentos matemáticos y de planeación esenciales de una macroeconomía moderna, son las llamadas tablas o matrices de Input-Output (IOT´s) de Leontief. Hace una década, Stahmer logró desarrollar esas matrices para tres unidades de medición o lenguajes comensurables: en dinero para aspectos económicos, en volúmenes físicos para fines ecológicos y en tiempo (valor) para fines sociales y políticos.  

Disponemos, por lo tanto, para la transformación de la crematística capitalista, de los “rayos X” monetarios del diagnóstico económico, del “ultrasonido” de los volúmenes físicos y de las “tomografías” del valor; es decir, de los tiempos de trabajo que generan la riqueza social; tres lenguajes que permiten describir adecuadamente los procesos de la macroeconomía. 

Además de este avance único a nivel mundial el científico con su grupo de trabajo en la Oficina Federal de Estadística de la RFA y en sus cátedras de estadística, desarrolló métodos para ampliar los conceptos de trabajo (incluyó el trabajo del hogar) e integrar el valor de la educación y formación profesional mediante sistemas de depreciación, en el cálculo del valor final del producto. 

La evidencia científica del Congreso Internacional de Berlín (2010) y, anteriormente del Segundo Encuentro Internacional del BRPP-SSPE en Barquisimeto, Venezuela (2009), es incontrovertible. El conocimiento objetivo de la economía política para transitar al Socialismo del Siglo XXI existe. El único eslabón que falta para su implementación parece ser la voluntad política. Los movimientos sociales como el MST en Brasil, el bolivariano en Venezuela, los movimientos indígenas en Ecuador, el MAS en Bolivia, la CTC en Cuba y los trabajadores de las fábricas ocupadas en Argentina deberían preguntar: ¿por qué?  

Y deberían contestar a sus miembros una segunda pregunta: ¿Por qué ellos no utilizan los conocimientos avanzados de la ciencia para destruir el capitalismo con el Socialismo del Siglo XXI?



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Heinz Dieterich


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