Se ha dicho que "Dios habla por las matemáticas". También el Diablo. Pero para nosotros, los ateos, las matemáticas hablan por si sola; sirven a quien interese: a los economistas de derecha, también de izquierda; a burgueses y proletarios. Veamos.
Las formulas matemáticas siempre fallan en favor de una clase social. Si nuestra formula implica (Devaluación + Inflación + Especulación por liberalización de precios) el resultado es = Ganancias para el capitalista. Es decir, perjuicio para el pueblo.
Esta vez la formulas matemáticas fallan en perjuicio del pueblo. El día 9 de marzo de corriente año el nuevo Ministro de Comercio, Richard Canaán decide por liberar los precios de algunos productos regulados por su predecesor Eduardo Samán, además, decretó aumentos de precios para algunos productos de la cesta básica (azúcar, huevos, pollos, entre otros). Las razones fueron analizadas por sus compañeros economistas como "obvias y necesarias", pues, según ellos “la revolución atraviesa por un año electoral donde el desabastecimiento podría ser un peligro para las proyecciones electorales del partido de la revolución PSUV. Es así como el nuevo ministro, Canaán, y sus asesores optaron por lo “menos doloroso”, lo mas cómodo y común para estos casos: aplicar la ley del valor para aumentar la tasa de ganancia del “buen” empresario venezolano, o como algunos prefieren llamarlos: “empresarios socialistas”, pues, si ellos ganan, “todos ganamos”.
La “Ley del valor” nos plantea que el mercado, su mano invisible, es quien debería regir las relaciones económica-sociales de manera "satisfactoria" en pro del "desarrollo económico del país". Esta teoría encuentra su bases en la tesis de Adam Smith, conocido como el padre del neoliberalismo, quien en su famoso libro titulado: "La riqueza de las naciones", año 1776, llegaba a la conclusión que “el máximo nivel de bienestar social se genera cuando cada individuo, en forma egoísta, persigue su bienestar individual” a travez de la libre competencia, tesis, que a entender del olvidado economista y Premio Nobel de economía (1994), John Nash, representaba la "Ley de la selva".
Fue un amanecer feliz para la burguesía que habita en la selva de este de Caracas (zona residencial de la burguesía) se corearon voces de “Felicitaciones al nuevo Ministro”. Otros clamaban por mayores libertades. No quedaron atrás sus disociados seguidores, la lumpen clase media venezolana, quienes también corearon consignas de ¡Libertad! ¡Libertad para el mercado que es igual a libertad para el burgués especulador! ¡Queremos libertad para comprar más caro! ¡Estamos hartos de que nos regulen y nos digan cuanto tenemos que pagar por lo que comemos o vestimos! ¡Queremos pagar más!
¿Pensó en nuestro pueblo el genial ministro Canaán? El chantaje de la burguesía, el desabastecimiento, pesa mucho para la comodidad del nuevo inquilino del despacho comercial. En lugar de fortalecer las políticas rectoras y reguladoras del Estado, en un contexto marcado por la encarnizada lucha que libra el canalla burgués por la restauración con el apoyo del imperialismo, Canaán se decide por aliviar las tensiones del “buen burgués”. Su propuesta lleva nombre: socialismo de mercado. Capitalismo disfrazado de socialismo. ¡La misma miasma!
Mientras el Presidente teoriza y nos habla de Socialismo; de las nuevas relaciones de producción y distribución socialistas, y nos cita a Istvan Meszaros en su libro "Mas allá del Capital", mientras tanto, sus ministros llevan a la practica la antítesis de sus planteamientos, contradicciones que terminan por aplicarle al sistema económico del país las mismas recetas de siempre, lo que el Che ya había definido en 1964 como "las herramientas melladas del capitalismo para construir el socialismo". Es así como actúa el nuevo Ministro de Comercio, Richard Canaán. Pues, para nuestro aludido ministro representa un dolor de cabeza y un sacrificio innecesario para los pobres muchachos de la administración publica ponerlos a sacar cuentas sobre algo que concierne al mercado por “derecho divino”. Es el mercado quien decide los precios de las mercancías; quien, a su vez, se autorregula. “Dejemos que el mercado sea libre, lo demás no importa” es las consigna “bolivariana” del ministro Canaán.
Razón tenían los compañeros y amigo de Canaán -a quienes preferimos no mencionar- cuando en un encuentro de amigos comunes, y en desconocimiento de nuestras inclinaciones políticas, expresaron con referencia a la salida de Eduardo Samán que, "Samán era muy radical y no sabía negociar". Los compañeros de Canaán no entendían que sus palabras eran halagadoras para Samán, porque con la dignidad y el estómago del pueblo no se negocia.
El “Dios mercado” esta vez habla por las matemáticas.
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