El pueblo maya desarrolló, en su tiempo, una gran civilización y una rica cultura en lo que se ha denominado historia prehispánica, comprendiendo los territorios de México, Yucatán y Guatemala. Los mayas, mil quinientos años antes de nuestra era, fueron excelentes agricultores mediante una organización social teocrática, es decir, bajo la creencia de que el poder del hombre procede directamente de Dios y debe ejercerse investido de autoridad religiosa. Luego fueron grandes artistas destacándose en la elaboración de cerámicas y pirámides; posteriormente desarrollaron conocimientos astronómicos, matemáticos y una arquitectura impresionante. Dispusieron de dos calendarios: uno ritual y el otro solar. Hicieron uso de la escritura jeroglífica en estelas y códices.
Las organización social de los mayas se caracterizó por la presencia de un monarca o Halach-uinic que nombraba bataboob o jefe de aldea a un noble. La casta sacerdotal (ah konoob) estaba integrada por el ahuacán (señor serpiente) y los chillanes (adivinos). Existían los artesanos y agricultores y por debajo de ellos los pentacoob (esclavos), que eran usados para sus ritos de sacrificio humana. Los fundamentales dioses de los mayas eran: Itzamná (el Supremo), Kinich Ahau, el Sol, Ixchel, la Luna y Chac (la Lluvia).
Goethe nos dijo que “todo lo que nace es digno de morir”. Aunque existan creyentes en la eternidad de las cosas, salvo tiempo y espacio, todo se extingue. La cultura maya se extinguió, aunque haya legado ricos conocimientos y valiosas experiencias a las generaciones futuras, esencialmente, de las regiones donde antes habían establecido sus hogares y desarrollado su cultura. Hoy, son pocos los que sienten agrado por recordar la vieja y extinguida cultura maya. Sin embargo, el maíz (alimento básico de los mayas) sigue existiendo aunque el imperialismo lo quiere es sólo para resolver necesidades de energía vehicular (etanol) y no para la alimentación de los seres humanos. Mejor dicho: en un grano de maíz sigue cabiendo toda la esperanza de redención de la humanidad.
Sacrificar seres humanos para complacer dioses ficticios es a los ojos de la ciencia un delito de lesa humanidad. Sin embargo, para los mayas era una especie de tributo obligado o un deber para la existencia misma de su civilización. ¡Horrores, sin duda alguna, pero sin los cuales no marchaba la cultura maya! Pero en la historia del género humano existe un sacrificio mayor, más terrible y mortal que los que hacían los mayas para complacer a sus dioses. Ese sacrificio es: el hambre masiva. Esta se manifiesta producto de muchos factores, entre los cuales vale la pena destacar: 1.- si no existe producción de alimentos, existirá el hambre; 2.- si la población crece y se reduce la producción de alimentos, el hambre existe; 3.- si unos pocos son los amos del capital y de la producción de alimentos, el hambre existe para la mayoría; 4.- si unos pocos son los dueños de la venta de los alimentos y gozan de potestad para decidir los precios, el hambre existe para la mayoría de los consumidores que no tienen poder adquisitivo; 5.- si unos son explotadores y otros son explotados, el hambre existe, por lo menos, para la mayoría de los últimos por los escasos salarios que reciben por la venta de su fuerza de trabajo y no contar con el dinero necesario para adquirir todas las mercancías de la dieta básica. Mejor dicho: mientras exista un modo de producción que se fundamenta en la explotación y la opresión de una clase sobre otras clases, habrá hambre en la mayoría de la población del mundo. En la civilización maya se explotaba la mano de obra y existían diferencias de estamentos donde los pocos vivían mejor que los muchos. Había la creencia que sus dioses estaban de acuerdo con ese régimen de vida y de explotación al ser humano por otro ser humano, por el noble que debía garantizar su comodidad y su privilegio a costilla de la mano de obra de otros. Históricamente no existe argumento alguno que haga valer una crítica marxista a las forma de vida de ese tiempo. Nadie puede aspirar que de la etapa más elevada de la civilización maya fuese posible el salto a la fase segunda de la sociedad comunista, aunque hagamos uso de los términos más convincentes del humanismo marxista. Marx admiró la esclavitud en América no por la forma en que se explotaba el trabajo de la clase obrera esclava, sino por lo que favoreció en el desarrollo de las fuerzas productivas de ese tiempo. Sin esclavitud no hubiese podido concebirse el régimen feudal y sin éste el capitalista, y sin éste el socialista.
Lo cierto es que la sociedad maya entró en fases de decadencia económica y crisis política. Los itzaes, en alianza con los toltecas, conquistaron los territorios mayas entre 978-987 de nuestra era, les impusieron el culto a Quetzalcóatl y el militarismo. Sin embargo, los conquistadores supieron asimilar la riqueza de cultura científica y artística maya. Pero la decadencia cultural definitiva de los mayas, su extinción, se materializó con la caída de Mayapán en 1450 de nuestra era. Las luchas intestinas minaron toda la fortaleza de la civilización maya y el hambre las agudizaba, el maíz escaseaba como consecuencia de la depredación ambiental. Después del año 1500, llegaron los conquistadores españoles haciendo de las suyas. Se apoderaron de Guatemala en 1525 bajo el mando de Pedro de Alvarado; en 1536 Francisco de Montejo el Mozo se adueñó de Yucatán y en 1697 cayó la última resistencia maya cuando los itzaes fueron derrotados por los españoles. Casi se extingue el maíz por tanta hambre que no lo pudo cultivar.
Todo imperio cae por el propio peso de sus contradicciones antagónicas. La lucha por el poder político es la fuente de las ambiciones, de los planes conspirativos, de las pugnas que llevan a profundizar las heridas mientras que las aspiraciones económicas despiertan las ansias hasta los niveles de la guerra, de la confrontación armada. Es una cosa de vida o muerte. El término medio es una paz ficticia y un silencio muy peligroso. La avaricia, el individualismo por afán de poder político y de riqueza y privilegio de unos pocos, acabaron con el maíz y llenaron a la mayoría del pueblo de hambre, y la falta de maíz y el hambre se aliaron para acelerar la extinción de la civilización maya y darle paso a la conquista de sus territorios por los lobos-colonizadores que llegaron por el mar y se bajaron a tierra vestidos de metal y bien armados de armas de la guerra haciéndose pasar como enviados del Dios único, amo y señor de todo el universo. Y con la conquista vino la Biblia en manos de sacerdotes a extinguir todos los dioses de los mayas para convertirlos en esclavos del feudalismo y la Inquisición española.
México, el territorio central de los mayas, quedó situado muy cerca de los Estados Unidos y muy lejos del Cielo, aunque los sacerdotes que bendicen la expoliación de pueblos por los amos del capital viven –en su mayoría- cómodos en la Tierra mientras el Sol y la Luna (dioses mayas) cada día dan pruebas de su irremediable extinción.