Definitivamente dentro del partido Socialista Unido de Venezuela, no están todos los que son, ni son todos los que están y eso amerita meter la lupa en profundidad, una vez concluida la fiebre electoral, porque ciertamente deja mucho que desear cuando un “líder” de la organización, por el solo hecho de que un militante honesto le critique sus errores y aspire a posiciones de elección popular sin su bendición ya pasa a ser “Mi peor enemigo” y por supuesto considerar por igual a quienes tengan como amigo a ese camarada.
Entendemos que existan divergencias en cuanto a puntos de vista y en este caso estaríamos hablando de adversario en determinadas posiciones o, enfoques ideológicos, que generalmente se dirimen mediante la profundización del debate cuando lo hacemos dentro del marco revolucionario, pero de allí a hablar de “mi peor enemigo”, la distancia es larga y habría que entender que uno de los dos no está dentro del proceso, al menos de corazón y convicción. O el etiquetado ha caído en poses fuera de toda disciplina o quien lo etiqueta es un farsante “cuartorrepublicano,” que en vez de socialista simplemente es un “socio listo” que está haciendo la pantalla por conveniencias y para beneficios personales y de grupos.
No es nada edificante para la unidad del partido líder de la revolución y mucho, menos para su crecimiento y consolidación en el campo de la ideología, si es que pretendemos que se inscriba dentro de los principios del marxismo leninismo.
Precisamente el Ché Guevara, defensor de la crítica y la autocrítica como herramienta para corregir errores y marcar nuevos rumbos en el proceso revolucionario, afirma: “Nosotros siempre hemos insistido mucho en una cosa y es la discusión colectiva y la responsabilidad única, el hecho de dar participación a la gente en las cosas, de discutir, de aceptar las sugerencias que sean correctas, de discutir las que sean incorrectas, no quitan, de ninguna manera, la autoridad”.
Esta afirmación la hacía el guerrillero heroico en una reunión bimestral del Ministerio de Industrias de Cuba y la remachaba recordándole a los camaradas trabajadores, que en revolución “tenemos la imperiosa necesidad de pensar, imperiosa”.
El Ché dejó como premisa, que “la movilidad es el principio umbilical de todo revolucionario”. Igualmente señala que “la pasividad es el comienzo de la derrota”.
Por eso no se concibe a un revolucionario ausente de lo que ocurre en el país, incapaz de decir la verdad, cuando es necesaria. Inmóvil ante el cáncer de la demagogia y la burocracia, que aún corroe muchos de nuestros despachos oficiales.
El Comandante Hugo Chávez está claro en este contexto y constantemente esgrime el látigo de la crítica y la autocrítica contra la gestión de gobierno, por los olvidos involuntarios o por la desidia de quienes tienen responsabilidad en las ejecutorias gubernamentales.
Pero parece que hay muchos de sus “seguidores”, que no pasan estos principios ni con azúcar, porque no aceptan que alguien les contradiga y discuta sus órdenes. Mucho menos si como ciudadano venezolano, con todos sus derechos y deberes hábiles, aspira al cargo de elección popular, que ese “revolucionario”, ejerce, porque entonces si se convierte en “Mi peor enemigo”.
Quienes somos revolucionarios de corazón, que pensamos que no es necesario tener un cargo con poder,para trabajar por la revolución bonita y la patria grande, vemos con mucha preocupación este concepto que se ha venido desarrollando entre algunos personeros dentro del proceso. Son quienes piensan que llegar a un cargo de elección popular, representa la captura de un botín que llegado el momento va a traspasar a su esposa, hijos o demás parientes y que quien ose aspirar a tal cargo es un enemigo. Valga decir que de eso tenemos ejemplos en el país, que mas temprano que tarde habrá que combatir con todas las fuerzas de la convicción ideológica existente en nuestro pueblo.
La revolución bolivariana no es una piñata, ni una botija que al azar encontramos en algunos escombros, y que está a la orden de los “socios listos”.
La revolución bolivariana, es el producto de la carga histórica que viene de aquel 19 de abril de 1810 y del despertar del pueblo venezolano y de los pueblos hermanos del resto del continente, hispanoparlante y el diverso Caribe, que han decidido abrazar el socialismo como proyecto de vida, volver a sus raíces y ser libres, como el viento que acaricia las pampas y montañas de nuestra región y como los potros cimarrones que recorren las sabanas y las aves que cruzan la inmensidad.
Por eso alertamos y preguntamos ¿Se debe hablar de “Mi peor enemigo” dentro del PSUV?
Periodista*
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