Nuestro estancamiento o crisis interna tiene sus raíces en el hecho de que hemos alcanzado la independencia no la libertad, y eso paso hace 200 años para un grupo homogéneo en particular, no para la masa.
Auténticamente de izquierda es el trabajo para los nuevos asambleístas del PSUV, deberán promover con la reforma constitucional por los mismos hechos que una revolución produce con nuevos problemas, requiere que el pueblo sepa más y no menos acerca de las decisiones del gobierno y de las personas que la toman y, debe ser una información de calidad que no disminuya bajo ningún concepto.
El pueblo se ha hecho más complejo, ha leído y oído mucho sobre cambio y los fantasmas que adornan el proceso, el silencio cómplice es tan engañoso que constituye un golpe mortal a la revolución, a su verdad, y a la confianza en el socialismo, porque el gobierno no proporciona integralmente al pueblo ni el conocimiento de la naturaleza ni el alcance del compromiso, y quiero decir que, ese compromiso revolucionario es uno de los elementos esenciales de nuestro cambio.
En una revolución hacia el socialismo, los pueblos no necesitan justificar sus derechos porque ellos corresponden a su naturaleza del cambio, sin ellos, las personas no son personas, de allí deriva su intangibilidad. ¿Dónde está el secreto de su legitimidad? En la legalidad de su fuerza participativa con ética y en el revestimiento jurídico.
La historia de los cambios políticos, es la búsqueda de la legitimidad de que el poder, en principio, debe estar en manos del pueblo a diferencia del sistema derechista en donde la representatividad es su principio de legalidad unida a la fuerza jurídica impuesta y manipulada.
La izquierda autentica, procura dotar a la participación del pueblo la legitimidad en la voluntad general, es decir, una autentica democracia, los derechos, así sean los más intrincados derechos políticos provienen de su voluntad, no nacen de realidades colectivas ni de difusas utopías, las personas son las titulares del poder, una vez que ellas hagan uso del poder, la colectividad se impone.
El poder político es un préstamo condicionado y cuya validez depende de una acción colectiva para que se cumplan los propósitos administrativos y fiscalizadores que justifica la protección de los derechos fundamentales de la libertad. El Estado no tiene derechos originarios, su autoridad es un poder autorizado proveniente del soberano que no son las entidades o estructuras de poder ni quien la ejerce. La autorización de la sociedad es el fundamento del Estado.
La construcción de un sistema participativo se hace a través de los derechos de cada persona para la expresión colectiva de sus voluntades ejerciendo sus derechos del cambio, para que el Estado los proteja, no se entrega el poder administrativo de su economía para la esclavitud de la masa o para el continuismo que en revolución es lo mismo. El Estado, creado a partir del ejercicio de los derechos, es una realidad condicionada puesta al servicio de la persona y la colectividad dirigida a la creación de las mejores condiciones sociales.
El Estado en proceso de cambio es un encargo político fiducitario, condicionado a alcanzar la felicidad común, eficiencia y servicio público a que está sujeto. La Constitución nació contra los poderes.
La Constitución en una revolución, se inspira en la idea de limitar el poder, controlarlo y establecer responsabilidades por su ejercicio. La Constitución, son freno y participación ciudadana no instrumentos de poder. Las Repúblicas modernas deben tener procesos de cambio científicos formados en torno a la idea de eliminar los absolutos como el burocratismo y sus arbitrariedades para que el pueblo pueda participar adecuadamente, y hacer de la autoridad el poder autorizado por la sociedad.
En el socialismo, el encargo político debería condicionar a que no exista un solo poder ni un poder superior a los demás, ni el Estado se encarne en una persona, de ahí, la necesidad de establecer nuevos liderazgos de base con chequeos practicados por el poder popular, contraloría social que debe ser la Nueva Asamblea Nacional, encargada de legislar y fiscalizar, esto se llama el bien común.
Es hora de terminar con las tendencias copiadas de otros procesos como la del “Buro”, porque a medida que se amplía el poder en los funcionarios con el inevitable incremento del aparato de gobierno, crece también la arrogancia del poder y no solo en su contexto político exterior, sino también en la manera de administrar la verdad y los modos de decirlo.
Siempre situados arriba, siempre, más alto que el pueblo, en el caso del presidente Chávez es entendible por los intentos de magnicidio, pero, en el resto de funcionarios no cabe ninguna justificación para tanta protección y petulancia.
Hay que practicar el socialismo científico, el único capaz de terminar con los procesos revolucionarios folklóricos y arcaicos. La originalidad se impone de la mano de la tecnología, para eso el satélite. ¿Ya llego la comunicación a todos los rincones de la Patria para ayudar en la educación y la salud o para que el pueblo este mejor informado?
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