Nathy Mendoza, después de asomarse al balcón de la quinta Prohibido Olvidar, en Alto Prado, caminó lentamente hasta el estudio, donde su joven esposo, Jean Brillembourg, se encontraba escuchando la cuarta sinfonía de Beethoven. Esperó que terminara la sinfonía y luego le dijo a Jean: “Quiero conocer la ciudad”. Jean aceptó y se pusieron de acuerdo para salir a recorrer Caracas.
Antes de salir, Jean preparó todo un equipo de seguridad. Su pistola, spray, chaleco, se quitó el reloj Rolex, y le dijo a su esposa que se quitara todas las joyas y se vistiera como una marginal porque “prácticamente vamos para la guerra, mi amor”. Subieron al viejo Neón que estaba estacionado detrás del Mercedes y salieron rumbo a El Silencio.
A medida que avanzaban por la autopista, Jean le iba diciendo a Kathy que se fuera dando cuenta de los mensajes y de lo deteriorada que estaba la ciudad por culpa de los marginales estos, que cada vez que hacen una vaina salen a poner afiches y pendones por todas partes. Kathy sonreía y veía a Jean con admiración. “Pronto vas a ver un montón de afiches con caras de personas que no conoce nadie pero que invitan a votar por ellos porque nos van a defender desde la Asamblea”.
Llegaron a la avenida Bolívar. Jean aprovechó para ver detenidamente todo lo que estaba a su alrededor. “Este país está en guerra desde hace once años, y los pobres la están ganando, porque son mayoría”. Entraron a los túneles y salieron a la Plaza O’Leary, y decidieron dar la vuelta para devolverse. “Prende la radio para ver qué está pasando en este país, mi amor”. Kathy encendió la radio y apareció la voz de Chávez hablando de “Uribe es un hombre que está dispuesto a todo, incluso a montar un campamento en nuestro territorio y bombardearnos. Ese es Uribe, un enfermo, un hombre que se va fracasado, que entró a la historia por la puerta de atrás. Por eso, con una lágrima en mi corazón, he decidido romper relaciones con Colombia”. “Apaga, mi amor, apaga, que si sigo escuchando a ese hombre puedo chocar”.
Kathy iba feliz. Era la primera vez que visitaba la ciudad. “Tenemos que venir más a menudo, mi amor, estacionamos y nos bajamos por aquí, a mí me gustaría conocer la Casa Natal del Libertador y el edificio de la Asamblea Nacional, yo no conozco nada del centro de Caracas”. Jean la vio con lástima, “ya estás hablando como una chavista. No ves que el Presidente acaba de romper relaciones con Colombia y esto está lleno de colombianos. Vámonos a hacer el amor y ellos que hagan la guerra”.
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