…la democracia no serviría de nada al proletariado,
si no se emplease inmediatamente como medio para imponer
toda una serie de medidas que ataquen directamente a la
propiedad privada y garanticen la existencia del proletariado…
F. Engels (Londres, 1847)
Lo más complicado en la construcción del Socialismo del Siglo XXI, es su distinción con las experiencias pasadas de “Socialismos” y los modelos de categorías y subcategorías de ese ideario del pensamiento progresista ilustrado del siglo XIX.
Se hace alusión a Kart Marx cuando se trata de teorizar algunas ideas o fundamentos de la nueva etapa ideológica del socialismo; esta nueva etapa no obedece a los principios del “revisionismo” de la década de los sesenta-setenta del siglo veinte, menos a la conducta neomarxista de algunas escuelas teóricas académicas alemanas; la nueva etapa es un volver a las raíces que dieron forma al ideario socialismo, y en este aspecto la figura que más aportó y a quien poco se le ha atribuido su influencia en esta versión que podemos denominar socialismo originario, es Friedrich Engels (1820-1895), pensador y economista político alemán, fundador, junto con Marx, del socialismo científico.
Para mediados de 1847, se llevó a cabo en Londres, cuna del capitalismo moderno, el Congreso de reorganización de las denominadas Internacionales Socialistas; en aquella oportunidad Engels participa con un sendo Discurso acerca de los principios del comunismo, destacando más una descripción de lo que a su entender debería ser el socialismo como etapa de concientización de la llamada clase proletaria (el trabajador surgido de las relaciones laborales de la gran industrialización), para poder acceder a un nivel superior de autodeterminación y de libertades en la organización política de la sociedad. Muchos entendieron estas ideas como especulaciones acerca de una sociedad ideal que no tenía caminos por donde llegar a ella, sin embargo Engels demostró que si habían caminos, pero los mismos tenían que surgir de un proceso emancipatorio que cambiara el orden social por uno diferente radicalmente.
En este sentido, Engels aprecia el comunismo como una “doctrina” que enseña a la clase proletaria cómo emanciparse; el colorario que deja la postura de Engels es que esa emancipación, en una sociedad corrompida por la explotación del hombre por el hombre, por la división del trabajo, que produce miseria y segmentación del talento; en una sociedad donde el portador del capital orientan el consumo de las masas y tiene como derecho universal la propiedad privada, no es posible ninguna liberación. Emanciparse es abolir la propiedad privada. ¿Quiénes han contribuido a solidificar esa figura de la propiedad privada? Las instituciones burguesas, sobre todo, la Iglesia, la cual ha subsistido gracias, en un primer tiempo a la propiedad feudal, y en el ahora histórico a la propiedad privada, a la cual ella ha canonizado a través de la figura del trabajo como deber divino y la ganancia individual como esfuerzo del hombre. El bien común, es sólo un saludo a la bandera a los preceptos del evangelio y la figura de Jesús de Nazareth, pero jamás puede ser visto o entendido como una doctrina de la Iglesia, porque afecta los intereses de supervivencia de la misma.
Engels en su Discurso, hace alusión a tres tipos de “socialismos” que el denomina “clases”. Uno, formado por partidarios de la sociedad feudal y patriarcal; esta clase de socialistas “…saca de los males de que adolece la sociedad actual la conclusión de que debe restaurarse nuevamente la sociedad feudal y patriarcal, donde esos males no se conocían”; otra clase la componen los partidarios de la sociedad actual, quienes aspiran mantener “…la sociedad actual, pero remediando los males que lleva aparejados”. Y la tercera clase, la denominada socialismo democrático, “quienes abrazan, por la misma senda revolucionaria de los comunistas, una parte de las medidas de transformación del orden social, pero no como medidas de transito hacia el comunismo, sino como providencias que bastan de suyo para poner remedio a la miseria y desterrar los males de la sociedad actual”.
Los dos primeros son expresión de un socialismo burgués individualista; el tercero, socialismo democrático, es el más relacionado con el ideario de un comunismo como doctrina social del Estado, y no como el conjuro sacrilégico de una doctrina que no tiene fe ni espíritu; todo lo contrario, el comunismo arrastra una carga espiritual inmensa, de más de quinientos años de “holocausto”, de destrucción de civilizaciones en nombre de unas instituciones que han apostado a pequeños grupos de elegidos por sí mismos y ha menospreciado el alma pura del ser humano que trasciende imágenes y oraciones.
El socialismo del siglo XXI, es un socialismo democrático por excelencia; portador de un ideario emancipatorio que busca construir una sociedad fraternal, igualitaria, solidaria, donde lo material sea un instrumento colectivo para una mejor calidad de vida y una franca confrontación al camino corrompido del “sueño americano” que se ha vendido en buena parte del mundo como la utopía de la riqueza hecha realidad. La única utopía que conquista la realidad es la que soñamos todos y no es más que la de vivir en paz y tranquilos con nuestra conciencia por no haber traicionado la dignidad y la herencia patria de nuestros Libertadores.
*ramonazocar@yahoo.com